Batalla Final.

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- Mi querido fénix, el momento ha llegado.

- Las cosas empezarán a caer por su propio peso y lo que ha de ser, será.- Tenía la vista hacia el frente.

- Debes recordar que hacer con el contenedor una vez esté sellado.

- ¿Y tu? ¿Que harás?.- La observó de forma minuciosa.- Samshin ¿Hay algo que no me quieres decir.

- Tranquilo mi querido fénix.- Soltó una risilla.- No hay razón para que estés inquieto, yo haré mi parte. Por eso te pedí que te hicieras cargo del contenedor porque estaré ocupada en otras cosas.

- ¿Me dirás en cuáles cosas?

- Claro pero a su debido tiempo.

- ¡Tu..!

- Mira.- Sonrió nuestros chicos ya están listos.

- Les otorgó la bendición de los cielos para que todo salga bien.- Se quedó viendo hacia el frente.

Xiao Zhan y Wang Yibo salían juntos de la pequeña habitación donde se encontraban. Wang Yibo llevaba una vestimenta de color blanco la cual lo hacía lucir pulcro, a su lado y aún sosteniendo su mano caminaba Zhan quien había ayudado a su esposo a cambiar sus ropas.

Sus dedos sudaban debido a la presión que ejercía en el agarre de la blanca mano, quería sostenerla lo más fuerte posible y no soltarla más. Cuando estuvieron a solas en la pequeña habitación ambos se mantuvieron en silencio, Yibo mantenía una suave sonrisa en sus labios mientras permitía que su esposo cambiara sus ropas y Zhan trataba de calmar sus inquietas y temblorosas manos.

Ninguno habló, no hubo sonido alguno, sintieron que no había necesidad de decir algo pues temían poner en evidencia el fuerte nerviosismo que los atacaba en aquel momento. Querían ser la fortaleza del otro así que simplemente se quedaron en silencio acompañandose.

Cuando estuvieron frente al asiento Zhan volvió a ejercer presión en la mano de Yibo, en verdad detestaba la idea de que su esposo fuera sometido cual bestia peligrosa. Su pecho empezaba a doler y su garganta se tornaba cada vez más seca, si tan solo pudieran intercambiar los lugares, si tan solo pudiera experimentar él ese dolor y librar a su amado de aquella tortura.

- Vamos a empezar.- El abuelo barrió con la mirada el lugar.- No podemos perder tiempo.

- Bao Bao.- La señora Wang se acercó y besó la frente de su hijo.- Mamá y papá estarán aquí. No temas, todo va a estar bien.

- Se fuerte hijo...- El señor Wang lo abrazó.- Le prometí a la memoria de tu padre que velaria por ti y lo haré, cumpliré mi promesa.

- Mamá...papá...- Sonrió.- Los amo...

- No sabes lo feliz que me hace escucharte llamarme papá.- El señor Wang sonrió y sus ojos se llenaron de lágrimas.- Nosotros te amamos también.

- Hijo...- El abuelo se acercó.- Debes ser fuerte, el abuelo está aquí y promete hacer hasta lo imposible por ti.

- Lo sé abuelo.- Sonrió.- Se que estoy en buenas manos.

- Talu...- Llamó a su otro nieto.

- ¿Si abuelo?.- Se acercó.

- Ayúdame a sujetarlo.- Habló con la mirada baja.

-....De acuerdo...

- ¿Es necesario?.- La voz de Zhan se quebró.- ¿Es necesario atarlo? ¿No podrían dejarlo libre? El no me lastimara, lo sé muy bien.

- Está bien Zhan.- Apretó suavemente la mano de su esposo.- Está bien.

- Yibo...- Ahogó un sollozo.

The Red Eyes LoverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora