★ treinta y uno; aquellos que permanecen en las Tierras Oscuras.

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     EL SILENCIO ERA CASI Imperturbable en aquel lugar; pocos eran los que pasaban por dicha zona y cuando lo hacían eran momentos que duraban menos de diez minutos. Y cuando Nomura pronunciaba palabra, se mantenía en silencio, completamente decidida a no darle ni una pizca de su atención a la cambiante.

En su lugar fue el joven quién la robó completamente desde que sus ojos se pusieron sobre él. Veía la oscura armadura que cubría su cuerpo con unas líneas carmesí, observándolo en silencio con el único sonido de sus jadeos al clavar su daga en la piedra tratando de abrir un pequeño agujero por el cual escapar. Creyendo en el fondo que sería él quien la ayudaría a escapar de su eterna prisión.

─ No debiste venir...

Rodó los ojos al oír a la cambiante hablar. Dio algunos pasos hacia adelante, saliendo un poco de la oscuridad de su celda, pero continuaba pasando de desapercibida para el joven Cazatroles.

─ ¿Quién está allí?

─ Vas a parecer aquí.

Un ligero salto provino de su cuerpo al escuchar los pasos de los servidores de Gunmar por lo que prácticamente corrió de vuelta a la oscuridad en la que había habitado por años. Nomura soltó una pequeña burla ante los jadeos del pelinegro luchando contra ellos, siendo esfuerzos inútiles.

Mantuvo la cabeza baja, suplicando en sus adentros que el joven regresara a salvo y con su fuerza de voluntad intacta de su primer enfrentamiento contra las oscuras criaturas de Gunmar.

Conocía la crueldad que provenía de aquella criatura... había perdido la cuenta de las veces que él la hirió tanto físicamente como en su fuerza de voluntad; pero la poca que le quedaba la mantenía con vida.

El tiempo pasó, sin conocer cuánto exactamente pues nunca logró deducir cómo funcionaban los días o horas en aquel lugar, pero el cazatroles regreso, y Nomura fue tomada minutos después, aunque no tardó mucho en regresar.

Era una oponente formidable pero su arrogancia le jugaba en contra. Un ligero grito provino de la celda del pelinegro alertandola, aunque había sido su reacción al reconocer quién era la criatura que habitaba la celda que comunicaba la suya.

─ ¡Nomura!

─ ¿Te asuste, cazatroles?

─ ¿Qué estás haciendo aquí?

Un crujido; había reacomodado su dislocado hombro.

─ Gunmar me hace pagar por la muerte de su hijo ─respondió secamente ─, pero deseamos escapar, ¿no es así? ¿Cuál es el plan entonces? ¿Seguir rascando esa roca, matar cien guardias y luego qué? Seguiremos aquí sin escapatoria.

─ Mis amigos vendrán por mí.

─ No dudo que la joven Altair te extrañe, pero Muerteenfrente ya no está y aunque logren armarlo, tú no estarás para abrirlo ─ no obtuvo respuesta, solo el sonido de la daga raspando la piedra ─. Raspa, raspa...

─ Volveré a casa, ya verás.

─ Te veré morir, cazatroles... como a todo lo demás.

La cambiante rio, mientras la albina sentía una reacción distinta sucediendo en ella. Aunque supuso que se trató por el oír tal apellido ser pronunciado por la impura criatura.

─ Ya deja al joven en paz, Nomura ─ su voz sonó áspera. ¿Hacia cuanto no pronunciaba palabra? Tal vez algunos meses antes de que Nomura llegara, incluso creyó haber olvidado como sonaba su voz ─. No dejes que alguien como ella te haga dudar de tu fuerza de voluntad, cazatroles.

─ Así que después de todo Gunmar no te arranco la lengua...

─ Esperaba que no hubiera nadie más aquí ─dijo el joven en respuesta ─. ¿Quién eres? ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

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