Girl Of My Dreams

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Creo que preferí bloquear mi mente y limitarme a sentir porque en cuanto Yoongi regresó con los dardos en la mano, tal vez por el efecto de la cerveza, el lugar y en sí la situación, se colocó tras de mí tomándome por los hombros. La temperatura en mi rostro subió como suave espuma esperando ser derramada. A todo eso hay que agregar que su tibia respiración rosó mi nuca envolviéndome en su calor, el hormigueo entre los cuerpos atrofiaba mis músculos y el rastro casi imperceptible de su piel mezclada con la colonia que solía colocar en su pecho y muñecas después de cada ducha, inundó mis sentidos hasta el punto de llevarme al limbo.

— Relaja los hombros. — Dijo cerca del hélix de mi oreja, colocando su barbilla entre mi cuello y hombro a una distancia respetuosa pero que también dejaba mucho qué desear.

Muy lejos de relajarme, enderecé la espalda y eso solo provocó que me acercara más a su cuerpo.

— ¿Así?

Sus dedos viajaron a mi mano y suavemente tomó de ella hasta subirla a la altura de mi pecho. Tal vez imaginé de más, tal vez estaba demasiado sensible y por eso pude interpretar erróneamente algunos detalles pero, juro que la rítmica e imponente pulsación de su pecho contra mi espalda era perceptible aun si Yoongi no me tocaba por completo.
Las manos me sudaban, la sangre corriendo por mi cuello hervía y cada músculo tomaba vida propia escogiendo no responder a lo que mi cerebro ordenaba.

No sé cómo sobreviví.

— Y la muñeca firme. — Ordenó. Me aferré al piso sin moverme demasiado y los tres segundos, Yoongi contrajo y extendió nuestra manos lanzando otra vez el dardo. Tocó el cuarto círculo, muy lejos del centro. — Dios, eres terrible.

Me encontraba demasiado ocupada intentando procesar el momento y sin embargo, pude sacar algo de indignación para salir libre de lo que provocó en mí.

— Ilústrame. — Demandé dejando el espacio libre para él.

Y así lo hizo. Yoongi se colocó en el punto, relajó los hombros y tiró como todo un parroquiano fiel a los juegos de puntería.

— ¿Ves? — Alardeó en voz alta. Su sonrisa era ancha, sus mejillas habían tomado un suave rumor color rosa pastel y se notaba bastante decidido a seguir con el juego. En cuanto la mesera pasó cerca de nosotros, alzó la mano sin compostura para llamar su atención y en un hermoso inglés, dijo: — Otras dos cervezas, por favor.

Jugamos alrededor de veinte minutos más. Él siempre dando en el centro y yo casi siempre fallando. Cambiamos de lugar a una mesa expuesta que estaba cerca del tablero y en el transcurso, Yoongi pidió dos rondas más de cerveza. Constantemente alardeaba en silencio frente a mi derrota pero, en uno de mis últimos intentos, sorprendentemente - y seguro por mera suerte- di en el blanco.

Atribuyo a la cerveza, el gran abrazo que Yoongi me dio tras dar un pequeño salto en el aire y chocar nuestras palmas como compañeros de juego.

Aunque atribuir esto a unas cervezas cuando él estaba acostumbrado a beber Whiskey como si fuera jugo de uva, al final carecía de sentido.

En algún punto Yoongi me susurró su necesidad por ir al baño y yo asentí indicándole seguir el camino de dos altos alemanes que se dirigían al mismo sitió.
Me quedé en silencio, encantada, eufórica y conmovida practicando mi tiro, temiendo profundamente a que dieran las tres de la mañana y tuviéramos que regresar al hotel y en consecuencia a la normalidad.

— ¿Miah?

Agaché la cabeza evadiendo por completo esa familiar y aterrorizante voz a mis espaldas.

Cada parte de mi cuerpo se entumeció dejando como resultado un tortuoso silbido agudo en mis oídos. Volteé a otro lugar. Tomé mi celular y fingí hacer una llamada, como si nunca lo hubiese escuchado. Sin embargo él no era estúpido. Tal vez reconoció mi perfume y mi forma de evadir las situaciones de inmediato.

Perfect ~ MYG ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora