Run

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Yoongi


Jamás me he permitido soñar más alto.
Mis padres dicen que debo enfocarme en los estudios y ser arquitecto o fiscal. «Nuestra situación económica no está como para darse el lujo de perder el tiempo» grita mi madre cada vez que menciono mi amor por la música; cualquiera pensaría que es una bruja intentando destrozar mis sueños, pero no me atrevo culparla o juzgarla. Ellos quieren lo mejor para mí.
Sin embargo, que no me atreva a cuestionar a mis padres, no significa que no me afecte, no significa que no necesite saber que mis padres me apoyan y mucho menos que no tenga peleas constantes con ellos dos después de que menciono el tema.
A los 17 años todo lo que piensas es «¿Tú qué mierda vas a saber de la vida si lo único que haces es trabajar día y noche para seguir en la nada?».

Todo está empeorando y no sé cuánto pueda resistir. Las peleas han comenzado a saltar durante cada desayuno, durante el almuerzo o incluso a la hora de cenar y por eso evito estar en casa la mayor parte del tiempo. 

Comienza el último año de la preparatoria.  

Asisto a la escuela porque sé que es importante pero en definitiva, una realidad que todos se niegan a aceptar, es que matarte estudiando para memorizar los pares craneales no tiene sentido si no puedes pagar la matrícula de una universidad importante o eres un genio al cual el gobierno está dispuesto a financiarle toda su educación hasta el éxito inminente. 
Sin embargo, no hay nada para las personas promedio. En estos días, no puedes darte el lujo de ser una persona ordinaria porque el ritmo es agotador y si no puedes alcanzar las metas de los demás, entonces te pierdes en el camino y no eres nadie. 

Así que soy nadie. 

Llego una hora antes de que comiencen las clases para usar las computadoras de la biblioteca del instituto. Todos los días tengo que descargar de nuevo la versión gratuita de CUBECASE para editar las canciones quiero vender. Mi trabajo de medio tiempo en la tienda de música en el centro me da algo de dinero pero no lo suficiente para ahorrar y así ir a Seúl algún día. 

Cuando llega la hora de entrada, me dirijo arrastrando los pies hacia el salón de clases; una vez ahí, me recargo sobre la paleta del pupitre e intento dormir. A veces consigo conciliar unos minutos de sueño, pero al poco rato, el bullicio adolescente comienza a transformarse en un ruido asquerosamente molesto y entonces, solo finjo estar dormido.

Entonces percibo un irritante olor a vainilla con rosas en el ambiente. Me pica la punta de la nariz.

— Min Yoongi. — Dice la chica cuyo nombre no me he esforzado en recordar el último año. — Esta tarde invítame un helado.

Su voz es tan común como la de cualquier persona, pero cuando tiene poco más de un año insistiendo todos los jodidos días con que la invites a salir, puede llegar a provocar que tus dientes rechinen incluso cuando finges estar profundamente dormido.

Si supiera que realmente no sé cómo regresaré a casa hoy porque no tengo ni un billete en mi cartera... 

— Lee Dasun. — Escucho una voz masculina familiar acercarse a nosotros. — ¡Que linda te ves hoy! — La chica que aparentemente se llama Dasun, sonríe. — Me han dicho que te busca la profesora de ciencias en la sala de profesores.

— Muchas gracias, Min Min. — Contesta ella con voz horrorosamente melosa. — Vendré más tarde, Min Yoongi.

— Listo. Se fue. — Susurra la voz.

Espero unos segundos y por fin levanto la cabeza. A mi lado, ya está sentada la única persona que, de alguna forma, me alegra ver todos los días.

— ¿Min Min? — Pregunto tallando mis   ojos debido a la luz vibrante que reflejan las ventanas a esta hora de la mañana. 

Perfect ~ MYG ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora