Capítulo II

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Capítulo II: En la lista de misterios.

Después de intensas horas de trabajo, el capitán de caballería, quién solía portar siempre una sonrisa decorando su expresión, se dejó caer como peso muerto contra el respaldo de su silla, provocando el ligero quejido de la madera. El hombre pasó una mano por su rostro en un gesto de pura exasperación y masajeó su sien, sintiendo un intenso dolor de cabeza por forzar su vista en una lectura intensiva mediada por un solo ojo. Ese era la segunda cosa que Kaeya más odiaba de usar un parche, donde la primera era, por supuesto, que era incapaz de hacer guiños.

Después de soltar un suspiro y frotarse la cara para barrer el agotamiento, simplemente puso una sonrisa mal dibujada mientras miraba los archivos, la documentación para Jean ya estaba lista, y aunque le había tomado algo de tiempo completarla, no había sido una tarea demasiado difícil, pero por otra parte ese cierto asunto...

Kaeya observó desde su posición relajada el archivo solitario que había sido apartado de todos los demás, y con una mano sobre la pequeña torre de papel, sus dedos tambolirearon sobre él con cierto ritmo. Aquel archivo compuesto por no más de unos cuantos papeles contenían información sobre contabilidad del área de recursos públicos, comandado por el Capitan Warlock.

A simple vista, nada parecía estar mal con la documentación, sin embargo, tal informe definitivamente no era parte de las responsabilidades de Kaeya como Capitán de Caballería, que si algo tenía que ver con gastos y contabilidad, definitivamente serían los de uso dentro de Favonius y no los de recursos públicos. Además había otro problema, Kaeya no recordaba tener tal archivo con él ni tampoco tenía una razón para ello, por lo que pensó que tal vez alguien habría confundido el papeleo y el documento terminaría llegando sin querer en su posesión, pero eso no sonaba muy convincente considerando que ambos eran departamentos distintos en los que no había demasiado intercambio, aparte de las mediaciones que pudieran hacer los organismos de logística y de fiscalización.

El moreno soltó otro suspiro, ahora mirando el resto de papeles que no tenían nada que ver con su trabajo con la Maestre, midiendo las posibilidades con las que este problema tenía relación con los otros papeles desaparecidos que con gran probabilidad guardaban un secreto inquietante.

La curiosa aparición de documentos sin sentido mezclados con los de su trabajo casual y otros más que habían sido quemados hasta volverse ceniza, además del descaro de deshacerse de ellos en su propia oficina, como si el perpetrador esperara su confuso estado mental actual...
Si era lo que Kaeya estaba pensando, entonces esto podría ser un poco más problemático de lo que esperaba.

Por más que se forzara a pensar, se encontraba en un callejón sin salida, por lo que el capitán decidió moverse para cambiar de perspectiva, tal vez un cambio de ambiente estimularía su mente cansada a pensar en una nueva pista a este extraño caso. Con la decisión tomada, agarró los archivos preparados para Jean y emprendió rumbo hacia su oficina.

Frente a la puerta de la oficina de la Maestre interino, el hombre tocó la puerta con sus nudillos y esperó hasta que la voz al otro lado gritó un "Adelante". Dentro del cuarto, una mujer de cabello rubio yacía oculta entre montañas de papeles, solo su pulcra cola de caballo podía dislumbrarse con su cara pegada a los papeles y documentos a su alrededor. Kaeya puso una sonrisa plana y con la mano sujeta en su cadera observó la escena con desaprobación.

-Veo que estás tan ocupada como de costumbre, ¿acaso no es hora de que tomes el té de la tarde con la señorita Lisa?- solo entonces la mujer levantó la cabeza, con una ligera expresión de sorpresa.

-¿Kaeya?- su cabello rubio se meció cuando intercalo su mirada entre el invitado y la ventana detrás suyo, donde los ligeros rastros de naranjo empezaban a entornar los tonos grisáceos del firmamento. - Perdí la noción del tiempo mientras estaba trabajando- ella habló para sí misma como si recién se diera cuenta del hecho.

-No sería la primera vez- contestó él, sin perder su sonrisa incluso con su tono de regaño. - Aquí, los papeles que necesitabas para el mes- Jean abrió los ojos, de repente más despierta, y pronto recibió los archivos que el capitán le tendía. De sus ojos azulinos surgió un tenue resplandor, había reconocido rápidamente la información que estaba en ellos, después de todo estos papeles eran parte del papeleo que formalmente le correspondía a ella. -No me mires así, solo tenía algo de tiempo libre- él se encogió de hombros, queriendo restarle importancia al gesto amable, después de todo, no es como si fuera mentira, realmente sus deberes muchas veces se dirigían más a supervisar que a administrar.

-Te debo una- reconoció la mujer de facciones amables.

-Ah, de todos modos, ¿te he hablado sobre algo en particular estos días? - tanteó Kaeya, con sus dudas rondando perpetuamente en su mente pero sin querer ser muy obvio en ello.

-¿Algo en particular? - la Maestre Interino arqueo una de sus cejas y acarició su mentón de forma pensativa. -No, nada fuera de lo normal, ¿por qué la pregunta? - cuestiona con curiosidad.

-Nada importante, solo tengo la sensación de estar olvidando algo- el moreno sonrió con sus labios sellados, y ante la mención, Jean pareció recordar algo.

-Por cierto, falta poco para tu cumpleaños...considero que sería adecuado que tomaras ese día de descanso- la sugerencia fue planteada con cuidado, conocía a Kaeya y sabía que se ponía un poco esquivo para estas fechas, y aunque no solía rechazar un día libre, tampoco le gustaba hablar mucho de ello.

-Oh...no creo que sea necesario- el hombre controló el nerviosismo que surgió a raíz del comentario. - Tan solo es una fecha más, y viendo lo ocupada que estás, no me parece apropiado tomarme un descanso cuando mi superior no parece tener tal evento programado en su agenda- y con esas simples palabras, el hombre robó un fajo de papeles del escritorio de Jean a los que les había estado echando un vistazo desde hace un rato, y siguiente a eso, emprendió rápidamente su huida estratégica.

-¡Kaeya!- Jean lo llamó cuando el escurridizo hombre mostró los primeros signos de escaparse, pero como era de esperarse, él hizo oídos sordos a cualquier reclamo y cerró la puerta detrás de sí. La maestre suspiró agotada ante la actitud de esta persona, y creyendo que volvía a estar sola, permitió que su espalda se encorvara ligeramente, pero saltó sobre su asiento cuando alguien tuvo la audacia de abrir la puerta de su oficina sin tocar.

-Antes de que me vaya, no se olvide de su cita con la señorita Lisa. Ahora sí, me retiro, tenga una buena tarde. - La sonrisa cordial fue lo último que Jean vio antes de que la puerta se cerrara nuevamente. Kaeya realmente era alguien capaz de hacerse querer como de hacerse odiar en los mismos niveles.

Con los papeles que le robó a Jean, el capitán da un par de vueltas por el cuartel antes de volver a su oficina. Por el camino varios subordinados lo saludan con respeto, algunos ojos se dirigen a él con admiración, otros con ligero interés y otros con sutiles tonos de envidia, reacciones esperadas para ser dirigidas al hombre que figuraba como el tercero al mando dentro de la Orden de Caballeros. Aunque era de conocimiento común el que existieran un total de diez capitanes en la Orden, la escala jerárquica era clara y ser el hombre de confianza de la actual persona al mando claramente traía consigo ciertos beneficios. Esto era, inesperadamente, un mérito del cual Kaeya nunca había hecho algún tipo de alarde, tal vez dado a su personalidad desapegada o quizás por su poca disposición a darse algún crédito, honestamente, era difícil saber.

Cuando llegó a su propia oficina, dejó los papeles secuestrados en su escritorio y en cambio, tomó un pequeño calendario que indicaba que estaban en el mes de Noviembre. Además de los feriados que estaban inherentemente anunciados en su formato, no había otra marca que sugiriera una fecha especial. Las cejas de Kaeya se fruncieron y se removió inquieto en su lugar, sintiendo un repentino bochorno subir a su cara y el corazón latir fuertemente dentro de su pecho. Su cumpleaños...

¿Cuándo era eso?.

Por alguna razón, Kaeya no podía recordarlo, así que supuso que este sería un nuevo problema para agregar a la lista de misterios.

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Al final me decidí por subir uno más jeje.

Tengan un lindo fin de semana, estaré subiendo un nuevo capítulo el próximo Lunes, ¡adiosito!.

En el ojo de la Tormenta - Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora