En el ojo de la Tormenta - Genshin Impact

Capítulo XVII

Capítulo XVII: Relámpago de calor

"Como el mundo que se baña de azul después de la partida del atardecer, creí ciegamente que siempre te seguiría como una fiel sombra".

El cielo estaba tan terriblemente nublado que todo el ambiente carecía de vida al ser bañado de aquel turbio gris, un clima así dejaba un sentimiento pesado en el corazón de cualquiera, además la humedad en el aire y la sensación térmica templada en suma con las nubes negras eran todos signos de presagio: la lluvia estaba por venir.

Tanto el joven chico como el hombre adulto continuaron su viaje con un ritmo ni muy lento ni muy apresurado, habían salido de la zona de collage y ahora se encontraban en un extraño camino laberíntico que parecía un tunel construido por el forraje de los arbustos y los firmes árboles de troncos robustos. En silencio a lo largo del camino, fueron a través de él con calma hasta que Kaeya detuvo abruptamente su paso un segundo antes de que el viento, que había estado en calma hasta ahora, sin mucha explicación se tornó de la nada en ráfagas de aire que golpearon ferozmente con tal potencia y velocidad que parecía que  se habían parado al borde de un huracán, así mismo las navajas de viento giraban por sus costados, arrasando con ramas y hojas a su paso.

Diluc tuvo que taparse el rostro para protegerse del brusco cambio en el ambiente, pero incluso con su cuerpo cubierto de su pesado ropaje, sintió pequeñas gotas de humedad filtrarse desde su abrigo. Confundido ante el anticlimático cambio en el entorno, destapó un poco su rostro para mirar a Kaeya, quien estaba impávido y firme a su lado, con los mechones mojados flotando como si fueran embuidos por energía anemo. Su mirada hacia el frente sin parpadear en suma a su ceño fruncido le dio a entender que si bien no había ningún peligro mortal oculto, la situación seguía siendo ominosa.

No tomó más que un instante para que el huracán enmudeciera y se volviera una ventolera, hasta finalmente no ser más que una suave brisa; se había detenido tan rápido como llegó. El pelirrojo se descubre el rostro, y solo entonces ve que el extraño fenómeno se ha llevado las hojas del laberinto para descubrir las fuertes murallas de piedra cincelada de Mondstadt, los dientes de león desnudados por el viento reciben a los invitados con vergüenza y las puertas frontales habitualmente abiertas dejan ver el paisaje interior.

-¿Qué fue eso? - pregunta Diluc con inquietud, ya que el fenómeno anterior nunca había ocurrido antes. El joven hace una mueca complicada ante tal cuestionamiento.

-Ni siquiera yo estoy muy seguro, pero no es nada que vaya a dificultar nuestro camino- "más bien al contrario" piensa, pero se lo guarda para sí -debemos seguir- el pelirrojo levanta una de sus cejas, pero decide que es más sabio continuar, así que ambos avanzan hacia el puente que une al resto del continente con la isla en medio del gran lago.

Lo primero con lo que se encuentran es con que la pintoresca ciudad hoy no parece alegre, en cambio, los guardias actúan ridículamente inquietos, algunos caminando apresuradamente, casi echando a correr de un lado a otro y de forma tan desorganizada que parecen hormigas desorientadas que repentinamente han perdido el rastro que los guiaría de vuelta a su hogar en las profundidades de la tierra. Por supuesto, Diluc se da cuenta rápidamente que han llegado hasta un recuerdo, pero al preguntarse por el contenido de este no pude evitar sentir un escalofrío en la espalda. La sensación ominosa que lo perseguía desde antes se acrecenta y una gota de sudor rueda por su columna vertebral, acompañada por un incómodo peso en el fondo de su estómago, justo como cuando se tiene un mal presentimiento.

En esa escena que parecen solo los momentos previos de un episodio de pánico colectivo, otra versión joven de Kaeya aparece jadeando, con las facciones antinaturalmente rígidas y un lenguaje corporal que deja escapar tras sus mellas la ansiedad.