Capítulo VII

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Capítulo VII: La taberna.

En el camino hacia la taberna, Kaeya ya había hecho varios intentos de detener a Jean de esta estupidez, sin embargo, la mujer parecía igual de inflexible que un toro.

-Solo piénsalo- intentó nuevamente cuando vio el establecimiento a solo unos pocos metros de distancia -sería mucho más seguro que me quedara en el cuartel, así no expondré mi condición y estaré disponible apenas encuentren la razón de mi pérdida de memoria- intentó ser lógico, ese tipo de argumentos siempre funcionaban en Jean, aunque ya había usado un par de esos anteriormente y nada había detenido el arrebato de la mujer.

-Está bien, nos queda tiempo muerto entre que Lisa lleva a cabo el interrogatorio y Albedo investiga, además, siempre sueles ir a beber después de tu trabajo. Honestamente, es mucho más sospechoso que te desaparezcas por tanto tiempo a que simplemente los demás te encuentren un poco más olvidadizo de lo usual - "olvidadizo dice... " Kaeya tuvo un sentimiento amargo y no supo si reír o llorar.

-¿Realmente vengo tan seguido a esta clase de lugar? - ahora era Jean quien parecía amargada.

-Casi todos los días, sin falta- afirmó ella sin pizca de duda.

La conversación murió ahí, a solo unos pasos de la entrada del Obsequio del Ángel, Patton los saludó; si estaba feliz por ver al capitán de vuelta o extrañado de que Jean lo estuviera acompañando, se lo calló y en cambio, les abrió amablemente la puerta a ambos.

Adentro, Kaeya pudo distinguir a varios caballeros, los más sobrios se tensaron inmediatamente al ver a la Maestre, pero solo bastó un ligero gesto con la mano de Jean para que se calmaran. Algunos que estaban en una condición menos elocuente, por otro lado, hicieron un pobre intento de saludo oficial, mientras que otros de ellos gritaron "¡Capitán, feliz cumpleaños!" y los demás simplemente estaban demasiado abstraidos como para notar que habían llegado dos altos mandos. Kaeya logró reconocer a civiles que también lo saludaron alegremente y él no pudo hacer más que sonreirles en agradecimiento. Ahora que sabía más sobre su condición, estaba algo inquieto ante la idea de salirse de personaje.

Cuando el capitán finalmente quitó su atención de la muchedumbre y se fijó en la barra, vio a un hombre difícil de ignorar por su llamativo color de cabello, y a juzgar por como limpiaba el vaso tan insistentemente, parecía ser el bartender. Jean, que se fijó en esto mismo segundos antes, no pudo evitar sentirse algo nerviosa, si alguien tenía las más altas probabilidades de adivinar la condición actual del moreno, entonces esa persona definitivamente era dicho pelirrojo, pero después de pensarlo un poco más, replanteó sus propios pensamientos y se sintió relativamente más aliviada pues concluyó que incluso si ambos hombres no tenían la mejor relación actualmente, Diluc definitivamente podría ayudar a Kaeya con sus memorias.

Cuando llegaron a la barra, el hombre pelirrojo miró a Jean con un ceño fruncido.

-...Es inusual verte por aquí, ¿ocurrió algo?- Kaeya, que fue ignorado abiertamente, ni siquiera se molestó en notarlo y simplemente se sentó en uno de los taburetes, preguntándose si había alguna carta para consultar qué pedir.

-Diluc-senpai, no es nada de eso, solo estaba acompañando a Kaeya por...su cumpleaños - inventó ella y el hombre tras la barra en cambio alzó una ceja. Jean no supo decir muy bien si tal expresión era porque habían percibido su mentira o si había alguna otra razón que estaba fuera de su conocimiento. De todos modos, la expresión de Diluc pronto volvió a su neutralidad habitual y después de dirigirle una mirada fugaz al parchado cliente regular, rápidamente les preguntó.

-¿Qué van a querer?- el pelirrojo pronto decidió que lo que sea que haya traido a Jean aquí no era su asunto, así que se limitó a hacer su trabajo.

En el ojo de la Tormenta - Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora