Capítulo XXII: Resolución.
Diluc se queda un rato en la cama mientras aprecia la visión gélida protegida entre sus manos. Actualmente siente que hay mucho que digerir, mucho en lo que pensar. Los últimos acontecimientos lo han atravesado a un ritmo abrumador, así que se da un necesario momento para reflexionar y calmar la angustia que apretaba y se hincaba con garras afiladas a su corazón. Recuerda que en algún punto de su viaje se había cuestionado sobre cuál de todas las identidades de Kaeya era la real, había tantas de ellas registradas en su cabeza que parecía imposible comenzar a descifrar la verdad que permanecía oculta tras cada una, sin embargo, ahora que tenía un enfoque diferente puede comprender que ha estado entendiendo mal las cosas desde el principio; no es que uno de ellos fuera más falso o verdadero que otro, pues su valía no estaba en un nivel individual, sino más bien en su conjunto. La conclusión a la que había llegado era simple: todos y cada uno de ellos eran una parte de Kaeya, el niño que lo acompañó en los días de su infancia, el joven inexperto que cuidó sus espaldas, el borracho selecto de su taberna...no era tan difícil verlo ahora, después de todo, ninguna de esas partes era excluyente de la otra. La comprensión de esto en realidad instaló una espina de ansiedad en su pecho, pues no pudo evitar preguntarse sobre cuándo sería el momento en el que podría llegar a apreciar a esta persona en su totalidad, la culminación de la suma de todas sus partes, ¿él podría verlo algún día?, y si pudiera hacerlo, ¿qué haría?, ¿siquiera quería que eso llegara a suceder?.
Es en esas cavilaciones que el ruido de los golpeteos en la puerta lo alarman, se gira hacia la entrada rápidamente y para su sorpresa ve la espalda de quien había estado abrumando sus pensamientos recientemente. El joven se mueve con calma, a diferencia de la mente de Diluc que se encuentra corriendo desenfrenada con un "¿Qué demonios?" pegado permanente en el fondo mientras intenta comprender. Vestido con un pijama holgado y cómodo, el muchacho abre la puerta sin tener ni idea del caos en la cabeza de su observador.
-¿Diluc?, que raro recibirte a estas horas- si sus ropas no lo dejaban claro, el saludo reafirma que probablemente ya está bien entrada la noche, pese a que esto no se puede confirmar por el terrible clima allá afuera que cuelga del cielo devastado.
-Lo siento, pero vi la luz por debajo de la puerta y pensé que aún debías estar despierto- el Diluc real frunce el ceño, ¿luz?, mira a su alrededor y ciertamente hay una pequeña vela que produce un brillo efímero desde el escritorio que no está muy seguro que realmente pueda distinguirse por debajo de la puerta, allí también ve un libro abierto, en el pasado debió haber interrumpido al chico en medio de su lectura.
-No hay por qué disculparse, justo estaba teniendo problemas para dormir, así que un poco de compañía viene bien- el joven se aleja de la puerta para sentarse en la cama, justo donde el pequeño Kaeya había estado antes, aunque ahora ya no hay marcas de agua que recuerden su presencia en el lugar. - ¿Asumo que también te venció el insomnio?- el moreno lo observa con diversión, mientras tanto el joven capitán sonríe avergonzado, pero se anima a entrar de todos modos, cerrando la puerta detrás de sí y acomodándose también en la cama, dejando a Diluc justo en medio de ambos chiquillos.
-Antes hacíamos esto a menudo, ir al cuarto del otro cuando alguno no podía dormir- recuerda con suave nostalgia, y sin embargo, hay algo tras su expresión que da la sensación de que está inquieto.
-Ciertamente. Supongo que aún sigues siendo un niño por dentro, ¿eh?- pica Kaeya y el mayor le da una mala cara.
-Eres un granuja cuando quieres- se queja, sacándole una risa a Kaeya.
Incómodo en medio de estos niños, Diluc se levanta de su sitio para irse al otro lado de la habitación, ve la silla en el escritorio con la pequeña vela y se sienta ahí, en un estado mental algo ocupado. Saltaba a la vista que esto era un recuerdo, y él aún tiene frescas las advertencias que Kaeya le había dado sobre perderse en el laberinto de sus memorias, sin embargo, el niño también había sido bastante claro en una cosa, y eso era que siempre y cuando tuviera esta visión consigo, llegaría con certeza hasta la persona que buscaba, por lo tanto, Diluc decide que no haría daño ver un poco más, se sentía un poco terapéutico, incluso.
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En el ojo de la Tormenta - Genshin Impact
Fiksi PenggemarAnte un problema aparentemente menos importante de lo que parece, Kaeya se encuentra en una situación más complicada de lo que esperaba. En un viaje de misterios y recuerdos de un pasado lejano, Diluc tendrá que enfrentarse a aquello de lo que siemp...