Capítulo XXV

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Capítulo XXV: Incendio bajo la tormenta.

Ahora que estaban en esta extraña situación de cooperación forzada, Kaeya decidió aprovechar la oportunidad para también hacer un par de preguntas.

-Y hablando de mansiones, ¿Qué pasó con la casa en la ciudad? -"...así que eso de nuevo" piensa Diluc y suspira, sabiendo que este era un tema que realmente pulsaba algunos botones en el hombre frente suyo, esa versión del joven intendente y discuciones pasadas que habían tenido daban cuenta de ello. -Nunca entendí por qué desecharías el legado de nuestro querido padre- Kaeya se inclina hacia adelante y su vaso queda abandonado fuera de su vista cuando decide que las reacciones del otro son más interesantes que su trago a medio beber. Por su parte, el pelirrojo observa la copa entre sus manos, con las palabras de la versión adolescente del caballero dando vueltas dentro de su mente: "La mayoría de nuestros recuerdos están en esta casa. ¿No es por esa misma razón que...?", sobre las cosas que dijo aquella vez...si lo pensaba con consideración, no habían estado muy lejos de la verdad; Habría sido muy difícil vivir con las sombras de la familia que había perdido.

-No es nada que no te imagines- afirma entonces, volviendo a su quehacer de limpiar la copa para aligerar sus propios obtusos sentimientos -era difícil vivir en un lugar con tantos recuerdos, tampoco me sentía cómodo viviendo en el centro de la ciudad, por lo que resultó más conveniente vender la casa en vez de dejarla abandonada- milagrosamente, encuentra una respuesta más fácilmente de lo que hubiera esperado. Su reflejo en la copa es turbio, no puede verse a sí mismo, pero puede echarle un vistazo a la otra persona para comprobar el efecto de sus propias palabras.

-Así que más conveniente- el otro repite con voz pensativa, y pese a que anteriormente había estado observando fijamente a Diluc para deleitarse con alguna reacción, cuando el mismo pelirrojo levanta la mirada, Kaeya inconscientemente ya había huido del contacto visual, ahora con su ojo de vuelta en el vaso de líquido dorado. Conveniente, conveniente...¿Habría sido también la opción más conveniente para Diluc separarse de él aquella vez de antaño?. Incluso cuando tal interrogante hace eco en los lugares más profundos de su espíritu, no es capaz de atreverse a preguntarla en voz alta.

Un silencio incómodo se impuso entre ambos, Kaeya mirando su vaso, Diluc limpiando la copa. Se mantuvieron así por largos segundos antes de que el mayor se decidiera a romper la tensión que flotaba sobre ellos.

-¿Tuviste alguna vez problemas dentro de la Orden?, te vi peleando con un caballero en un recuerdo- afortunadamente, aquel evento vino a su mente junto a las dudas que le había generado en ese momento, y la mención de ello pareció ser suficiente para distraer a Kaeya de sus propios pensamientos.

-¿Una pelea?- él finge pensar por unos momentos y luego pone cara de confusión -creo que tendrás que ser un poco más específico- para variar, empina el vaso para refrescar su garganta y el dulzor frío y frutal baña su sentido del gusto; ahora con el vaso casi vacío, Diluc le sirve el restante que aún quedaba en la coctelera para soltarle la lengua.

-Estaban en el patio de entrenamiento de la sede, la persona que estaba contigo parecía querer comenzar una pelea, tú dijiste algo sobre unos trapos sucios y luego al parecer empezaron a pelear. No alcancé a ver mucho más que eso- Kaeya lo escucha con atención, con una mano en su barbilla en gesto pensativo, hasta que sus cejas se fruncen ligeramente. Era verdad que no recordaba sobre lo que le estaba hablando Diluc, pero su descripción logró refrescarle la memoria...o tal vez había sido la mano amiga del alcohol, quién sabe.

-He tenido algunos desacuerdos con miembros de la Orden, no es lo usual pero pasa, sin embargo, solo una vez recuerdo haberme metido en un altercado físico con un compañero de trabajo- su boca se arquea en una sonrisa picuda, ni un poco amable ni mucho menos arrepentida. Parecía ser que el recuerdo de ese evento le parecía realmente divertido, y cuando ve a Diluc con una ceja levantada a la espera del resto de la historia, no se hace de rogar para compartirla. -¿Recuerdas a tu primer intendente? -Diluc asiente, aunque tenía una impresión muy vaga y difusa de él, su incompetencia en el trabajo ciertamente había sido registrada con certeza en su memoria por todos los malos ratos que le hizo pasar. - Pues bien, durante mis primeros días de caballero recuerdo haber estado persiguiendo su cola para ponerlo nervioso, en eso descubrí un par de cosas turbias sobre él y se las saqué en cara. Al final terminamos peleando y en eso, el Maestre Varka nos encontró y nos impuso un pequeño castigo, aunque insignificante en realidad porque no mucho después me ascendieron- la historia dejó a Diluc lo suficientemente anonadado como para que dejara de lustrar la copa.

En el ojo de la Tormenta - Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora