Capítulo XIX

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Capítulo XIX: Presagio de tormenta, parte 2.

Durante el tiempo restante, Diluc vio al Kaeya del recuerdo sostener algunas charlas ligeras con un par de invitados antes de encontrarse con Jean para explicarle a ella el cambio de planes que había ocurrido, y la joven señorita se vio inesperadamente aliviada por esto.

-No necesitas disculparte por ello, de hecho, es mejor así- dijo ella, siempre cordial y amable.

-¿Sucede algo?- sin embargo, Kaeya no se perdió el detalle sutil de su expresión cansada encubierta por sus buenos modales y etiqueta.

-Nada muy importante, es tan solo que estos zapatos me duelen un poco, y no soy particularmente fan de los vestidos, no son muy prácticos que digamos- Jean se permitió aflojar su expresión cuidadosamente limpia y practicada para verse un poco más honesta en su incomodidad.

-Supongo que es el precio a pagar por la belleza, y debo decir, te ves especialmente radiante esta noche- el chico no se perdió la oportunidad de adularla con el fin de distraer un poco a Jean con un par de palabras dulces, y pareció funcionar ya que un ligero rubor subió a sus mejillas, y aunque sus ceño se frunció un poco, una sonrisa curvó sus labios de todas formas.

-No empieces- advirtió la joven que conocía bastante bien las mañas del moreno. Aunque quizás aún no lo conocía tan bien como para saber que su advertencia era equivalente a echarle más leña al fuego.

-Lo digo en serio, Diluc es un cabezotas, debió saber aprovechar la oportunidad de oro que le conseguí con tanto esfuerzo. Ambos se hubieran visto muy bien como pareja en la pista de baile, es una pena que no se haya dado- la primera frase tenía un claro tono juguetón en su impronta, pero la segunda había sido pronunciada con cierta honestidad que barrió las ganas de Jean por reprender a Kaeya y a su boca suelta.

-En ese caso, creo que ustedes dos estarán perfectamente bien por su cuenta- la rubia soltó aquello con una sonrisa natural que desconcertó profundamente a Kaeya. - Ambos se ven bien juntos- decidió con tanta seguridad como con la que afirmaría su propio nombre. El chico sintió la mirada de Jean sobre él, y luego esta fue dirigida hacia algún punto sobre su hombro. Kaeya se giró hacia aquella dirección, de igual forma que lo hicieron el Diluc y el Kaeya fuera del recuerdo; A algunos metros de distancia, el joven Diluc charlaba con su padre y varios invitados. Lo más curioso en realidad fue que al tiempo en que Kaeya se volteaba a ver a Diluc, Diluc también hizo lo mismo, ambos hicieron contacto visual por unos segundos antes de que el más joven desviara su mirada hacia otro lugar, como si el mero acto de ver al otro le quemara la retina, y tal vez fue el ardor imaginario lo que hizo que su temperatura corporal aumentara.

-Seguro que tienes un sentido del gusto de lo más curioso- bromeó el chico mientras intentaba armarse de una sonrisa casual, pero en realidad estaba demasiado nervioso como para poder lograrlo. Jean por su parte ocultó suavemente un bufido provocado por la risa tras los delgados dedos pálidos de su mano.

-Oh, parece que Diluc-senpai está viniendo- el aviso de Jean logró que los nervios de Kaeya se crisparan y una extraña incomodidad hiciera nido en su estómago, ¿tal vez debería volver a intentar convencerlo de bailar con Jean?, pero ella no se sentía muy bien, sus pies...

-Kaeya- el vello de su espalda se erizó ante el repentino llamado y el moreno podía jurar escuchar tambores rezonando en sus oídos pese a que la orquesta no había traído instrumentos de percusión. Él se giró lentamente hacia el llamado para encontrarse cara a cara con Diluc, un poco más atrás también pudo ver al Maestro Crepus echando porras a su propio hijo, después de todo, el desafío del baile empezaba primero por obtener el consentimiento para bailar de la otra parte -¿Me darías el honor de concederme esta pieza? - con la mano que se extendía hacia él, no tuvo más opción que dirigir su atención a la persona frente suyo pese a querer evitarlo a toda costa, y es que estaba, en serio, muy seguro de que Diluc habia escogido la frase más embarazosa netamente para fastidiarlo, su sonrisa lo delataba. Con las orejas ardiendo y sin muchas más opciones, simplemente aceptó la mano que le ofrecían y a cambio recompuso su expresión para darle un doloroso apretón a la mano de Diluc como signo de su propia rebeldía.

En el ojo de la Tormenta - Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora