El Reto (En Remodelación)

XXV

Anteriormente.....

Todoroki en ese momento no sabía que hacer, así que invito a bakugo a su casa, y si lo penso, tener a bakugo y toriko en la misma casa pero sin que alguno de ellos lo sepa. Así que pidió que lo llevarán a su otra casa.

Aunque bakugo ya se asia sus sospechas, pues conocía al loco que tenía por amante, pero en el fondo quería creer que toriko andaba por ahí en algún lado. Todoroki no sólo quería pasar tiempo con él, también quería su ayuda con lo del asunto de obitaki, pues si no sabía cuidarse a sí mismo como diablos iba a cuidar a una niña el solo.

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Tras la llegada de bakugo a la casa del bicolor, este se dispuso a explicarle la situación  de la niña y pedir le ayuda, al principio bakugo se negó pero al ver a la niña su corazón se apretujo y al final accedió haciendo que los de ojos de colores disparejos se emocionaran, uno porque no sabía nada sobre cuidado de niños y la otra porque le prometieron ir al parque de diversiones a pesar de nunca haber hido antes, o al menos no que ella recuerde.

Pero así pasó el día en el cual obitaki contempló como el bicolor era golpeado en la cabeza con un periódico cada que hacía algo mal, bakugo instruia él bicolor en la cosína y se divertía regañando al bicolor y dándole con el periódico.

Okitaki por primera vez en mucho tiempo se sentía como si estuviera en un hogar, aunque este era un poco raro y especial pero así le gustaba.

–Así que, mocosa, como funciona tu singularidad

Dijo el rubio sacando a la niña de sus pensamientos.

–Puesdo escuchar todo, lo que sea en un diámetro de 4 kilómetros, y mientras duermo no puedo escuchar nada.

{obitaki despertando su singularidad y echando el chisme de las vecinas...

Xd} [explicacion: así la peinaban de quequeña antes de de hacerle coletitas]

–Así que prácticamente todo

–Sip todo

–que tan fuestrtes son los sonidos

–Tu respiración es mu brusca y tus latidos muy lentos

–OK eso me lo dice todo

–Pero gracias eso de que escucho mucho, me provoca grandes migrañas y dolores de cabeza.

–Eso es aparte, en fin, no puedes quedarte aquí

–Y porque no?

–Te quieres quedar con un idiota que no se puede cuidar a sí mismo?

–Oye! No me ofendas.

–No es como si tuviese a donde más ir.

Y haci se formó un silencio en la cocina donde ninguno de los tres se decidía por lo que podría pasar.

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Si ya se, me desaparecí, pero e vuelto mas reprobada que nunca, pero volví