Capitulo 13.

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Capítulo 13: qué desastre.

|Harry|

—Basta, te quedarás aquí y no beberás ninguna gota más de alcohol.— demandé hacia Milton, tratando de no parecer muy duro pero aquello se me hizo imposible, él estaba siendo demasiado molesto.

Me había comentado acerca de su madre, a duras penas pude descifrar lo que trataba de decirme, ya que la borrachera y el llanto no iban de la mano para nada. Sin embargo, pude conectar algunas piezas: su madre se había contagiado de sarampión y aquello lo tiene sin verla hace un par de días, ya que ella se encuentra en aislamiento.

Me sentí mal, pero sabía que no era el momento para consolarlo, no cuando no se podía a sí mismo y mientras más lo veía, más ganas me daban de abofetearlo.

—Beatriz, por favor no le des más.— le supliqué a la rubia, quien me miró un tanto preocupada.

—Lo intentaré.— tranquilizó.

Asentí y miré nuevamente a mi amigo, quien yacía dormido encima del mesón a moco tendido, con la boca levemente abierta y la nariz colorada. Imagen que en alguna otra ocasión pudo haberme causado gracia, pero esta vez solo me daban punzadas en el pecho al imaginarme lo mal que lo estaba pasando para querer ahogarse de esta manera el alcohol.

Arrugué mi nariz y puse ambas manos en mi cintura, soltando un suspiro. Miré hacia el otro lado y sentí una sensación extraña, como si de algo me estuviese olvidando pero que estaba siendo tapado por mi preocupación hacia Milton.

Estaba abrumado, no pensaba que me iba a esperar así y realmente quería que hoy fuese una buena noche, le había insistido tanto a Katherine para que me acompañara, pero claro, no podía culpar a nadie, aunque me hubiese encantado que Milton me lo informara del momento que supo.

Además, de eso no me olvidaba; de mi enfado hacia la resistencia de la princesa por no querer venir y el mal rato que me hizo pasar por ello. Que bueno que se haya quedado y así no estorbaría, ni se angustiaría tanto por Milton.

Esperen...

Esperen, esperen...

¡La princesa si vino!

—¡Beatriz!— abrí los ojos repentinamente, deteniéndola antes de que se fuera a atender a más de estos mugrosos.

Ella se sobresaltó un poco y me miró con las cejas arrugadas, casi podría apostar que se molestó por mi grito.

—¡¿Y Katherine?!— de un momento a otro, mi corazón se empezó a agitar como nunca y sentí como el sudor empezaba a recorrerme el cuerpo.

Dios, no podía pasar una desgracia por segunda vez, ahora si que ni yo me lo perdonaría y me obligaría a no hablarle nunca más en lo que queda de temporada, no podía irme por la vida arriesgando su integridad de esta manera.

—¡Según iba al baño y como no volvió supuse que te había encontrado! ¡pensé que estaba contigo!— gritó de vuelta y también pude ver un destello de preocupación en su mirada y también algo de culpabilidad.

No podía enojarme con Beatriz por darle alcohol a Milton, sé que es su obligación y que le puede ir muy mal por rechazar a un cliente ¿Pero ahora? ¿Cómo podía haberla perdido de vista? ¡Debió haberme dicho al primer momento cuando regresé sin ella hace... justo ahora!

No lo pensé ni un segundo más y corrí hacia la salida del bar, sintiendo el corazón palpitar con desenfreno e imaginándome los peores escenarios que pueden haber ¿Y si se perdió? ¿Y si la secuestraron? ¿Y si se devolvió sola y se tropezó y ahora está tirada en alguna colina? ¡No puede subir sola las colinas! Pero aún, ¿Si quiso volver pero por el nivel de la noche, cayó al río? Dios, esto es mi culpa, si no la encuentro ahora seré yo mismo el que se tire por ese río y me ahogue en él voluntariamente.

Baskerville |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora