Baskerville |h.s|

Epilogo

[Kate]

tres años después.

—Los declaro marido y mujer.— los aplausos ovacionaron el castillo.

Los novios se dieron un tierno beso y se abrazaron, ocasionando más ruido.

Elizabeth elevó su cabeza para encontrar su mirada con la mía, y yo, quien la observaba desde el segundo piso, le sonreí.

—Te amo.— gesticulé.

—Te amo también.— respondió.

Sentí como Francis acariciaba el dorso de mi mano suavemente mientras me miraba enternecido.

—¿Estás feliz?— preguntó.

Yo me incliné en el posabrazo de la silla con una sonrisa y le estiré los labios, recibiendo un fino y corto beso.

—Muy feliz.— le dije y me separé volviendo a acomodarme en mi silla y observando como Elizabeth y Pier saludaban a todo el público.

—Iré abajo un segundo ¿Me acompañas?— le pregunté levantandome y arreglando mi vestido.

—¿Un segundo?— alzó una ceja divertido.

Reí.

—Sumale dos horas.— respondí divertida. —Me aburro siendo solo observadora.

—Como si no te conociera. Ve, yo soy buen observador.— dijo. — cuidado con las escaleras.— Le saqué la lengua divertida y bajé escalón por escalón evitando tropezarme con el vestido.

—Hermana.— dije cuando llegué a ella y nos fundimos en un fuerte abrazo.—  Felicidades, perra.— le dije eso último en susurro para que solo ella pudiera escuchar.

—¡Hey!— se quejó divertida.— Ahora que estás de reina estás mas deslenguada que... ¡Que nunca!— rió.

—Es tu culpa.— nos separamos y fui a abrazar a Pier.

—Ay, que difícil es abrazar a una embarazada.— dijo él tratando de no estrechar mi barriga.—Gracias cuñada.

—De nada corazón ¿Tienen ya planeado donde quieren ir?— pregunté cuando terminamos de abrazarnos.

—Lejos, bien lejos.— comentó Elizabeth.—Y ojalá no volver nunca.

—No digas eso.— rode los ojos— No me puedes dejar aquí sola.

—Tu compañía no está tan mal, Katherine.— ella miró hacia arriba donde estaba un observador Francis tomando una copa de vino. Él sonrió al momento de darse cuenta que todos lo mirábamos.— ¿O si?— me miró expectante mi hermana.

—Tengo una muy buena compañía, pero ¿Y quién va a estar ahí cuando quiera escaparme de aquí?— pregunté acomplejada.

—Okey okey, si voy a volver.— dijo sonriendo.— Pero no creo que puedas ir muy lejos siendo así de redonda, la próxima escapada será de tu bebé.

—Ay, no digas eso.— digo preocupada, asustada, aterrada.

El pensarlo me pone los pelos de punta.

—Bien, nosotros seguiremos saludando a la gente.— Elizabeth besa mi mejilla y arrastra a Pier con ella hacia la multitud.

—¡Tía Katherine!— Sentí unos pequeños bracitos rodear mis piernas, el susto hizo que casi tropezara pero Kennedy estuvo ahí para sostenerme.

—Jamie, cuidado con tu tía Katherine, casi la botas.— regañó.

—Perdón.— dijo el niño alejándose apenado.— ¡Tia Katherine mira lo que encontré!— su felicidad apareció pronto, mostrándome entusiasmado una espada pequeña de madera la cual Mathias y yo jugábamos cuando éramos niños.— Bueno, la abuela me la dió.