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A la mañana siguiente, 7 am.

Camila despertaba de un profundo sueño tras escuchar el insistente sonido de la alarma del despertador. Sin tener certeza de donde se hallaría el aparato, aun así lo busco a tientas sobre la mesa de noche, al encontrar el botón de apagado lo pulso acallando ruido incesante. Conforme, se desperezo y termino recostada en la cabecera de la cama, llevando consigo la inmaculada sábana blanca para cubrirse los pechos.

Ella se encontraba sola, luchando con la defraudante sensación de haber sido abandonada en el momento cumbre de la noche anterior.

Pese a lo que sentía, Camila a modo de distracción se obligó a estudiar la habitación que a la luz del día parecía todavía más normal y corriente. En realidad, el color de las paredes resultaba ser de un color más oscuro que el blanco que creyó reconocer antes, en tonos crema para ser exactos. Ahí mismo, cerca de las ventanas y la puerta, yacían colgados un par de cuadros los cuales no había notado tampoco, tal vez la razón de su falta precisión fue causado por las luces opacas y el hecho de tener poco tiempo de escudriñar el espacio.

Sin embargo, una vez que sus ojos tropezaron con las puertas del armario, le fue inevitable su cuerpo estremeciera al recordar imagen tras imagen lo que ahí dentro se ocultaba. Apartando rápidamente la mirada, reparo en el piso bajo sus pies, ahí donde antes había un espejo de cuerpo entero y el equipo que Lauren hubo utilizado para darles placer, se hallaba completamente limpio y despejado.

Suspirando, movió la mirada hacia las ventanas donde a través de ellas, un fino rayo de luz se colaba a la habitación justo encima del sillón rojo que permanecía en el fondo y donde Lauren había estado observándola la noche anterior.

La noche anterior, pensó ella.

Rememorando cada detalle de una forma tan vívida, intensa y agobiante que apenas lograba creer lo que había ocurrido. No obstante, lo menos que inquietaba a Camila era Lauren fuese una maestra del BDSM, sino el hecho de haber descubierto su custodiado secreto. Pero entonces, Lauren tenía todo el derecho de ocultarlo con tanto recelo y precaución; Camila supuso que quizás por medio a ser juzgada Lauren no permitía a nadie acercarse a ella con intenciones más allá que sexuales; sin embargo, una vez más su conjetura era desacertada.

Tres golpes en la puerta captaron su atención, sacándola momentáneamente de sus pensamientos.

―Adelante.―dijo, cubriéndose hasta los hombros.

A continuación, una señora mayor asomo la cabeza por la puerta, deteniendo sus movimientos una vez encontró los ojos de Camila. Sin intenciones de avanzar dentro de la habitación, sonrió antes de informarle a la mujer desnuda bajo las sabanas.

―Buenos días, señorita.―y antes de que Camila lograra devolver el saludo, la señora de cálida sonrisa añadió―, la señora Jauregui manda a decir la espera abajo para desayunar dentro de diez minutos.

―Ems, buen día. Dígale a Lauren antes de ese tiempo estaré ahí, gracias.―repuso Camila devolviéndole la sonrisa.

Luego de asentir cortésmente, la señora se marchó, dejando a Camila nuevamente en completa intimidad. Acto seguido, se incorporó y desnuda se encamino hacia el baño, quedando inmóvil bajo el umbral de este.

―Wou.―fue lo único de dijo antes de avanzar con paso vacilante dentro.

El cuarto de baño era inmenso y en extremo pulcro. A medida que caminaba, recorría con una mano la porcelana de las paredes hasta que acabo topándose con el lavado. Alzando la mirada al espejo, logro divisar las casi invisibles marcas rosas a los costados de su cuello, en un gesto instintivo, llevo su mano para palpar la extensión irritada.

Desnuda Tú Alma (Camren G!P)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora