Esa misma noche, Lauren se encontraba parada frente a la chica que Keaton le había encontrado. Ésta estaba desnuda, tendida en la cama, esperando por la próxima orden de la dominante.
Lauren, cuya tensión había sido liberada al propinarle a la chica una serie de castigos que consistían en tandas de azotes con finas varas de madera y orgasmos reprimidos, que a su vez lograron dominar a la atrevida y desobediente mujer.
Ahora, a merced de Lauren que maquinaba en su mente cuál sería la forma de darle placer, sonrió malvadamente, un brillo estremecedor nubló su mirada.
Fue al armario y sacó de él una larga cuerda de cuero perfectamente enrollada, se acercó a la morena y ordenó :
—De pie.
La chica de ojos claros obedeció como buena sumisa. Lauren dejó caer la cuerda al piso y sostuvo la punta en su mano.
—Te voy a follar colgada del techo.—avisó dando un paso hacia ella.
La morena jadeó, sintiendo como la humedad manchaba su coño. La sola imagen la hizo temblar de anticipación.
—Pasaré ésta cuerda por todo tu cuerpo, de la cabeza para abajo.—continuó ella, mirandola fijamente—, dejaré expuestas solo las partes más sensibles y con las que puedo divertirme.
Se acercó a ella, empezando a rodear su cuerpo. Avanzó hacia los brazos, extendiéndose a las piernas, el estómago y la espalda. Acto seguido, enrollo su cuello y terminó en las muñecas, dejándola completamente inmóvil.
Apartándose, su mirada la recorrió toda. Sus ojos ardían en fuego por la vista que tenía, a la morena sólo le quedaban los pechos, el trasero y el vientre libres de la apretada, pero suave cuerda.
—De rodillas.—mandó. La mujer obedeció y Lauren agregó—, voy a follar tú boca, pero no quiero te muevas. No lameras o chuparas.—hizo una pausa, recorriendole la mandíbula.—, utilizaré tu boca como si fuese tu coño.
Los ojos de la morena centellaron, moría por probarla y por tenerla dentro de ella.
A continuación, desabrochó los botones de su pantalón, dejándolo caer al suelo para después alejarlo con un punta pie. Lentamente y bajo la atenta mirada la otra mujer, liberó su miembro terriblemente duro. La morena jadeó suavemente al ver el tamaño de la erección de su dominante, esta le llegaba a la altura del ombligo.
Acercándola, le abrió boca con los dedos y así poder introducir su miembro. Empezó con movimientos lentos que de a poco fueron crecimiento en profundidad y demanda. Un ritmo exquisito. Tiró de la melena azabache, ejerciendo más presión dentro de la calidad bucal, palpando su liberación.
Siguió de esa manera por unos segundos más, y con una última y asfixiante penetración que llegó hasta la garganta de la morena e hizo que casi se ahogara, Lauren se corrió en su boca.
Lanzó un pesado suspiro, permaneciendo otro segundo más dentro de su boca. Después de que las contracciones cedieron, retrocedió. A medida que salía, limpió con el pulgar el semen que corría por la barbilla de la morena.
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