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Cuando Camila abrió los ojos al siguiente día, se encontraba encima de un cuerpo dormido y familiar. A pesar de no recordar cómo había llegado hasta la cama, fue muy consiente de quién era la mujer que dormía pacíficamente a su lado. Removiéndose solo un poco, las imágenes se revolvieron en su mente de repente, golpeándola directo al corazón. Recuerdo tras recuerdo se fueron reproduciendo ante sus ojos las imágenes de la noche anterior.

Ella en la mansión de la decadencia presenciando una doma al mejor estilo del BDSM, ella en el medio de la pista bailando y besándose con Lauren, ella dentro de un habitación a oscuras; atada y colgada del techo mientras un precioso ángel de cabellera roja le brindaba caricias y le propinaba una ronda de azotes. Recordaba sus gritos y quejas siendo aliviados con sosiego por Lauren que en todo momento la sostuvo y la ayudó a sobrellevar el dolor de una manera casi celestial.

En un momentáneo instante de cordura y miedo, Camila quiso gritar la palabra de seguridad para detener toda aquella locura; no obstante el deleite de dicho acto era algo inexplicable e incomparable con cualquier otro. No solo bastaron las palabras de aliento que Lauren susurraba a su oído, sino también el confort, la seguridad y el orgullo que dilataban los ojos verdes cuando la miraban. Todo en conjunto había sido suficiente para que aquella liberadora palabra quedase atascada en su garganta.

Una doma dolor-placer; las dos sensaciones vinculadas tenían un único objetivo: catapultar a sus participantes a la cumbre del éxtasis; y Camila lo había comprendido al fin.

Con un suspiro, Camila despejó todo pensamiento de la noche anterior. A continuación parpadeó una vez más, dándose cuenta su mejilla seguía descansando sobre el pecho cubierto de Lauren mientras escuchaba los latidos serenos de su corazón. Ambas estaban en pijama e incluso así el aroma y calor de Lauren traspasaba la piel de Camila; ella suspiró de nuevo queriendo absorber todo de Lauren. En un renovado arrebato de curiosidad y deseo, Camila decidió aventurarse una vez más; guió a su mano hacia abajo para comenzar a levantar la camiseta celeste de Lauren, pero luego de avanzar pocos centímetros sus movimientos fueron intersectados deliberadamente.

Lauren aferró la muñeca de Camila y la apartó con cuidado, sin embargo no fue capaz de enviarla lejos. La mano capturada de Camila fue a parar a los labios de Lauren quien dejó un delicado beso en su palma. Camila subió la mirada, encontrando los penetrantes ojos verdes viéndola de vuelta y, como si hubiese leído los pensamientos de Lauren, bajo la mirada a sus labios para seguidamente unirlos a los suyos. Más que el contacto mañanero; Camila apreció de sobremanera la receptividad del beso que Lauren ni siquiera pensó en rechazar.

―Buenos día.―dijo Camila al separarse para sonreír ampliamente cuando fue consciente se hallaba en la habitación de Lauren; por segunda vez.

―Buenos días.―le devolvió Lauren acariciándole la mejilla al tiempo que su mirada viajaba de sus labios a sus ojos; como si no supiese qué le gustaba más―, ¿Cómo te sientes?―quiso saber refiriéndose a su espalda.

La noche anterior había colocado una pomada especial en la piel irritada de la espalda de Camila; sus manos masajearon las zonas tersas antes de indicarle usara una pijama de seda. Solo cuando estuvo segura Camila estaba cómoda, ambas se fueron a la cama. Camila le aseguró se encontraba bien, entonces más aliviada, Lauren pregunto después.

―¿A qué hora debes estar en el trabajo?

Divisando el pequeño reloj de mesa al costado de la cama, Camila se estiró por sobre el cuerpo de Lauren en un intento vano para mirar la hora. Sin embargo el movimiento fue suficiente como para generar la presión necesaria en su magullada espalda e, instintivamente contraerse de nuevo contra el cuerpo bajo el suyo. La molestia presente en su cuerpo causó que arrugara la cara y expulsara un quejido.

Desnuda Tú Alma (Camren G!P)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora