La semana de inventario en el centro comercial tenía a todo mundo de arriba a bajo. A mitad de la tarde, Camila logró conseguir un espacio para descansar. Yacía acostada en el sillón cuando el computador anunció un nuevo correo. Pestañó y, despejando el sueño con una mano, fue a su escritorio.
Frente a la pantalla, dió clic sin reparar en el motivo o contenido del mensaje. Contuvo el aliento al ver el remitente; se trataba de Lauren Jauregui. Los nervios dieron paso a la emoción mientras Lauren permanecía en línea. Tomó asiento, dudando antes responder. La otra mujer le saludaba, así que debería ser fácil el fluir del diálogo.
ccabellokc03:
Hola, estoy bien ¿qué hay de ti?
*
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Lauren había esperado tiempo suficiente por una contestación, así que decidió sería mejor ir a casa ya que nada restaba por hacer en la empresa. El reloj de pared marcaba las seis de la tarde, y cuando se disponía a salir de la web, un nuevo correo se lo impidió; era la respuesta de Camila Cabello.
Sonriendo, enseguida tecleó.
licenciadaMJ:
Bien, gracias. Es un gusto saludarte.
— ccabelloKc03:
Es la primera vez que coincidimos en línea ¿que haces?
— licenciadaMJ:
Culpa del trabajo, supongo. Estaba por irme a casa ¿que haces tú?
— ccabelloKc03:
Ahora mismo estoy en mi hora libre, pero creo debería dejar termines con tú trabajo.
— licenciadaMJ:
Ya he acabado y aún es temprano. En realidad no quiero llegar a casa todavía.
— ccabellokc03:
¿No hay nadie esperándote en casa?
— licenciadaMJ:
No.
*
La rapidez de la respuesta sorprendió y al mismo tiempo desconcertó a Camila. Las sensaciones de curiosidad y reserva se mezclaron. ¿Debería preguntar o permanecer al margen del tema? Optó por redireccionar la conversación. Lo último que quería era desaprovechar la oportunidad de conocerla.
