Capítulo 11.

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—Entonces hoy es la fiesta de las hadas.—Comento observando la decoración de lugar.

—Así es, tienes que llenarte de paciencia para tratar con niños.—Me comenta Angel.—Y no es por ser mala, es solo que hay unos pequeños que son difíciles.

Asiento.

Junto con los chicos estamos dando los últimos toques.

—Creo que está quedando genial.—Dice Beck.

Antes de contestarle entra Eva y hace una mueca al ver la decoración.

—Todo está mal. No pueden hacer las cosas bien.

Ella ha estado de mal humor desde hace una semana, pero hoy está irritante. Busco a Becca con la mirada para que me explique.

—Su sobrina es la cumpleañera y todo tiene que estar perfecto.—Me aclara.

Eva empieza a cambiar muchas cosas y yo me quedo en mi lugar observando.

—¿La princesa está cansada?—Me pregunta en un tono que no me gusta.—¿Quieres que te traigan agua y unas uvas?

Aprieto mi mano.

—Eva, basta. Layla no te ha hecho nada.—Me defiende James.

—Está parada sin hacer nada como una estúpida, aquí se trabaja.

—¡Suficiente!—Le grito y asustó a todos, me acerco a ella.—¿¡Cuál es tu maldito problema!?

—¡Quítate! ¡Tú no estás haciendo nada!—Se nota asustada.

«Bien, ésta perra va a conocerme.»

—Estaba haciendo algo hasta que llegaste a cambiar todo y no has dicho nada. Ayer dije para dejar todo listo y tú me llevaste la contraria, carga con las consecuencias.

Mientras ella retrocede yo avanzo.

Todos tratan de decirme que me calme, pero solo me enojo más.

Ya ando de muy mal humor por todo lo de Derek, pero ella me buscó y me encontró, ahora me desquitaré un poco.

—¡Aléjate!

—¡No! Estoy harta de tus pataletas, de tu humor de mierda, de que seas una perra en el trabajo y te descargues conmigo.—Le señalo con un dedo.—Mejor será que te cuides y te calmes o yo te calmaré con mi maldito puño en tu boca.

—Layla, tranquila, estás temblando.—Me toma por los brazos Becca.

—¡No me quiero calmar! Ella quiso humillarme, ahora que se enfrente a las consecuencias.

—¿Qué pasa aquí?

—Que Eva está siendo una perra y le sacaré sus dientes si continúa así.

—¿¡Qué!?

Me toma cinco minutos reconocer la voz.

«¡Mierda es el señor Mason!»

Estoy perdida.

Suspiro ruidosamente.

—Iré a la entrada para ayudar con los globos.—Digo y salgo rápido de la habitación.

«¡Perfecto! Mañana estaré sin trabajo.»

—Hola, Layla.—Me saludan quienes se encargan de los globos.

Los ayudo y me enseñan muchos trucos geniales.

—Lay, debemos ir a cambiarnos.—Angel es muy buena y unida conmigo.

—¿No me despidió?

Caminamos juntas.

—No, creo que hasta el señor Mason ya ha notado el humor de Eva.—Me sonríe.—Debemos cuidar que no se convierta en una bruja cerca de las hadas.

Al borde del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora