Capítulo 5.

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Hoy mis padres no están de buen humor.

No he querido salir de mi habitación por ello, se siente y se respira el mal humor.

Miro mi teléfono para saber la hora.

«Ya Derek debe estar en el trabajo.»

Le pasó un mensaje a Diego, él suele llegar un poco después.

Layla: ¿Cariño, puedes buscarme? No es un buen día en mi casa.

No espero mucho cuando me responde.

Diego: Paso en cinco minutos, pequeña.

Suspiro, ya estoy lista. Salgo con un poco de temor.

Aún temo que me griten.

Soy demasiado directa y sincera, digo las cosas que siento y pienso. El problema en todo esto es que mis padres lo consideran como una enorme falta de respeto.

Yo no sé qué pensar.

Es mi manera de ser, sí, puede ser difícil, incomprensible, pero mucho es lo que me controlo.

Saludo a mi mamá, ella me responde un poco brusca.

—¿Adónde vas?—La pregunta que temo.

—Diego vendrá a buscarme, le pedí que me enseñara lenguaje de señas. Eso me ayudará más si quiero seguir estudiando idiomas.

Me ve fijamente.

De cierta manera no estoy mintiendo.

Diego sí me está enseñando lenguaje de señas, solo que hoy no lo hará.

—Bien.—Es lo único que me dice.

Le doy un beso y me despido. Diego ya está afuera.

Una vez en su camioneta, arranca.

—No me molesta pasar por ti, pero es raro que lo haga.

—Derek ya debe de estar en la oficina, hoy no es un buen día en mi casa, el malhumor se respira.—Hablo rápido.—Ni siquiera pensaba ir a la oficina, pero no tengo lugar a dónde ir.

—Que te parece la escuela.—Dice Diego.—Todas las chicas están en clase ¿Por qué no vas?

Aprieto mis labios.

Tengo un secreto sobre ello.

—Tú siempre dices que el que calla, otorga. Cuéntame.—Me sonríe.

—Quisiera decirte, pero no puedo.—Susurro.

—¿Qué?—Aprovecha que el semáforo está en rojo para verme.—¿Por qué no?

—Porque no puedo. Ni siquiera le he dicho a Derek, quiero que él sea el primero en saberlo. Pero te garantizo que no es nada malo.

—Pero las chicas creen que te escapas de clases.—Vuelve a conducir.—¿Tus padres lo saben?

—Sí, eso es lo peor. De verdad estoy bien. Quiero darme mi tiempo, ni siquiera sé que carrera escoger.

—¿Quieres un año sabático?—Me pregunta.

—Quiero escoger la carrera que me guste y ame, no con presión sino tranquila.

Detiene el auto en el estacionamiento del edificio.

Bajamos y caminamos al ascensor.

—¿Entonces le mientes a Derek?

Debí suponer que preguntaría eso.

—Sí.—Hablo bajito.—Cuando vengo, él piensa que tengo días libres, por eso vengo los mismos días. Y si estamos enojados, yo solo le digo que estoy en clases para que no me busque.

Al borde del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora