Capítulo 14.

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—Estoy agotada.—Se queja Angel.

—Yo igual.—La apoya Beck.

—Quiero dormir.—Dice Becca.

—Ustedes hacen que mis ganas de trabajar se eleven.—Me burlo y río de los tres.

Estamos terminando de limpiar luego de una fiesta.

—¿Cómo es qué tienes energía?—Me pregunta Angel.

—Bueno, tengo un mantra: "El dinero no crece en los árboles". Así que muevan sus traseros.

Se levantan quejándose y yo solo me río.

Eva llega y mi buen humor desaparece.

—El señor Mason les da la tarde libre.—Los chicos festejan.

«Podré hacer dulces para vender.»

—Linda, vamos a una fiesta, no te dejaremos beber.

Alzo una ceja y los observo.

—¿No sé supone que estaban cansados?

—Vamos, no seas así. Queremos distraerte.

Lo pienso.

—Nadie beberá, lo prometemos.—Los tres alzan la mano derecha.

—Llamaré a Andrew.

Celebran, me dejan en mi departamento y prometen mandar la dirección.

Andrew llega con una gran sonrisa.

—Hola, estrella.

—Hola, me alegro que vengas.

—Y yo que me invitarás. Es una fiesta ¿Qué cosa mala puede pasar?

Asiento.

Me visto para sentirme diva y hermosa, por lo que me pongo un pantalón azul, una blusa dorada con brillos y mi chaqueta negra.

Lamentablemente mis botas favoritas aún están en casa de mi padres, pero ya pronto podré comprarme otras iguales, así que mientras me coloco unos botines.

Tengo un amor por las botas y botines.

Andrew me aplaude al verme.

—Estás hermosa.

—Gracias, Andrew.

—Me pondré algo similar.—Me guiña un ojo.—Así pensarán que somos pareja y no nos molestarán.

—Astuto es tu segundo nombre.

Se ríe, va a cambiarse y yo tomo mi teléfono.

De fondo de pantalla tengo una foto mía y de Derek.

Fue en nuestro viaje a Venezuela, estábamos en una playa, lo hice reír, luego le pedí que sonriera solo porque adoro verlo, justo en ese momento, Diego aprovechó de tomar esa foto.

Diego me la enseñó solo a mi, creo que Derek ni siquiera la ha visto.

Es como mi pequeño tesoro.

—¿Por qué no lo llamas?—Andrew me asusta.

—¡Mierda, has ruido al caminar!—Le grito con una mano en mi pecho.

—Lo siento. Es que tenías una sonrisa hermosamente triste.

Suspiro.

—Es difícil.—Le respondo.

—¿Por qué es difícil?

—Él no me escuchará.—Veo a Andrew.—Yo no quiero ir a la fiesta, quiero llamarlo, ponerme ropa holgada, pasar toda la noche con él. Eso es lo que quiero, pero está enojado.

Al borde del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora