Capítulo 15.

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Me despierto.

Estoy sola. Quizás todo fue un sueño.

Suspiro aliviada, tal vez por eso Derek no estaba tan enojado, porque era un sueño.

«Que bueno que fue un sueño.»

—¿Qué fue un sueño, Layla?

Grito asustada.

Derek está parado en la puerta de la habitación.

—¡Mierda! Casi me matas de un susto.—Mi corazón late deprisa.

Lo observo y noto que está molesto.

—Sigo esperando que me respondas.—Es lo que me dice.

—Creí que era un sueño el estar arrestada y...

—¿Y?

—Que estés tan enojado conmigo.—Veo mis manos.—¿Me quitaste los anillos?

—Sí, también la ropa y los zapatos.—Se sienta en la cama.—Te daré una oportunidad para que me digas que sucedió ayer. Porque no entendí lo que me dijiste anoche.

Abro la boca y levanta una mano.

—Despacio y en inglés, por favor.

—Mis compañeros de trabajo han estado invitándome a fiestas, algunas las rechazo, por lo general cuando Andrew no va, y pocas son a las que he ido.

—¿Por qué?—Su mirada es inflexible.

—Me invitan porque me ven triste o pensativa, y accedo a ir para divertirme y distraerme.

—Dijiste que no ibas de fiesta con James.—Benditos celos.

—No voy, esa es la única condición que pongo para ir de fiesta con ellos.

—Anoche...

—Si te enojas, no me dejarás explicarte.—Aprieta los labios pero asiente.

—Continua.

—Ayer me invitaron, Andrew aceptó ir, él me llevaría y traería. Cuando estábamos en la fiesta, me enteré que todo fue idea de James, por lo que Andrew y Angel me acompañaron y se turnaban para alejar a James.

Estoy con el corazón en la mano esperando que me crea.

—Cuando dije para irnos, llegó la policía, corrimos, pero atraparon a Andrew, no podía dejarlo solo. El resto ya lo sabes.

Derek no ha dejado de mirarme.

Nunca supe cómo hay personas que no demuestran en el rostro sus pensamientos o sentimientos.

Yo no puedo hacer eso.

Mi naturaleza es demostrar lo que pienso y siento.

—Háblame.

—Estoy demasiado enojado.

—Bien, ahora dime algo que no sepa.—Trato de bromear para que sonría.

No funciona.

—De verdad lo siento.—Me tapo el rostro con las manos.—Yo solo quiero dejar de discutir y pelear contigo. Te extraño mucho, me duele que no hablemos y que cuando me veas, solo me veas con enojo.

Las lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos y el nudo en mi garganta se va formando de a poco.

Siento sus manos en mis muñecas.

—Mírame.—Me pide en un tono suave.

Lo hago, está cerca de mi.

—Yo también quiero dejar de discutir, sin embargo, cada vez que quiero arreglarme contigo el nombre de ese bastardo aparece.

Al borde del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora