Capítulo 17.

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Justo como la noche pasada, me quedo despierta.

Ésta vez, es Edward quien me acompaña.

—Duerme y luego duermo yo.—Me dice en cuanto Derek se duerme.

—Tranquilo, no me molesta estar despierta.

—Layla, mi hijo se va a enojar conmigo si se entera que no insistí en que durmieras.

Sonrío.

—Él sabe que soy muy terca.—Paso mi mano por la mejilla de Derek.—No me gusta dormir en hospitales.

—¿Por qué no?

—Me dan miedo.—Confieso.—Soy paranoica y supersticiosa, siempre he escuchado que en el hospital es donde hay mayor actividad paranormal.

Él se ríe un poco.

—Te doy un punto por eso. Sin embargo, cuando hay cansancio no importa donde uno duerme.

La mano de Derek ya está caliente.

—Temo dormir en el hospital, una vez lo hice y murió un tío. No quiero que eso pase de nuevo y menos si es Derek.

No dice nada por un momento.

—Mi hijo está bien.

—Sí, y también estaba bien cuando se desmayó.—Dejo un beso en la mano de Derek.—Duerma usted, entre las tres y cuatro de la mañana yo me dormiré.

—Buenas noches, Layla. Y gracias por seguir al lado de mi hijo.

Asiento.

La noche pasa sin ningún problema, justo a las tres de la mañana, Derek se despierta.

—¿Qué pasa?—Le hablo en voz baja.

—Quiero ir al baño.

Me muevo, le pongo unas pantuflas para que no camine descalzo por lo frío del piso.

—¿Te ayudo?—Le pregunto.

Conocer a Derek es conocer mucho, no puedo solo ayudarlo sin preguntarle, porque se enoja.

—Sí, por favor, con el suero.

Vamos juntos hasta el baño.

Salgo para darle privacidad.

—¿Por qué no estás dormida?—Escucho su voz a través de la puerta.

—No puedo. Me siento incómoda al dormir en un hospital.

—Las ojeras que tienes se van a ver más.

—Tu papá y yo establecimos un horario, él duerme hasta las cuatro de la mañana y luego duermo yo.

Abre la puerta y lo ayudo nuevamente.

Una vez en su cama me toma la mano que tengo vendada.

—¿Te duele?

—No, estoy bien.

Se lleva mi mano a sus labios y deja un beso en esta.

—Me gustaría dormir contigo.—Me dice.—Te puedo hacer un espacio aquí.

Le sonrío.

—Cariño, tú eres muy grande y yo no soy delgada. Se rompería la cama.

—Quiero dormir contigo.

Suspiro.

—Mike dijo que te daría de alta en la tarde ¿Puedes esperar hasta entonces?

—¿Te quedarás conmigo?

Al borde del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora