Capítulo 19.

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—Tus padres me van a odiar.

—Layla, mis padres te adoran ¿Por qué dices eso?

—Derek, has estado durmiendo aquí desde hace casi una semana.—Le digo mientras decoro unos cupcakes.

Él se ríe y niega. Hace cinco días que me dijo para intentar tener algo, desde entonces se ha quedado aquí en mi departamento.

Hemos estado muy bien, más unidos y sin pelear.

Siento que es una burbuja y que cuando salgamos de ella pasarán cosas malas.

Derek me abraza por detrás.

—Ellos no están molestos contigo, de estarlo sería conmigo y sabes que voy a mi casa todas las tardes.

—Pero vas por Sam, corazón.

Deja un beso en mi cuello.

—Igual voy.—Sonrío.—Quiero decirte algo y no sé cómo lo vayas a tomar.

Detengo el glaseado que estaba por poner.

Me volteo y lo observo.

—Ahora entiendo porque los hombres dicen que da miedo escuchar "Tenemos que hablar".

Él se ríe.

—No es sobre nosotros.—Suspiro y vuelve a reírse.—Sean me escribió para invitarnos a ir a casa de Skylar esta noche.

Me siento mal al escuchar eso.

Las chicas y yo no nos hemos hablado para nada, no sé que hice. 

Me duele porque siento que ya no quieren ser mis amigas. Es cómo si estuvieran enojadas conmigo.

—Ellos no están enojados contigo.

—Los chicos no, pero estoy segura que ellas sí.

Él niega.

—Le pregunté a Sean, me dijo que no.—Me impresiona con eso.—Sé cuánto te importa estar bien con las chicas.

Sonrío y dejo un beso en su pecho.

—¿En qué puedo ayudarte?

Hace unos días descubrí que Derek no sabe hornear. Mi sorpresa fue monumental porque es muy buen cocinero.

—Con las chispas. Trabajar con el glaseado es tedioso si no hay práctica.

Él asiente y se pone junto a mi para ayudarme.

—¿Qué tal el trabajo?—Me pregunta.

—Muy bien, la fiesta de Drake, está casi lista.—Le comento.—Si todo sale bien me darán un aumento.

—Sé que te encargarás y saldrá bien.

—Gracias, corazón.

Él sonríe.

Noté que cada vez que le digo así, Derek sonríe.

—¿Cómo es qué te gusta que te diga corazón y no bebé?

—No me gusta que me digas el mismo apodo que le dices a los mellizos.—Me observa serio.

Mi teléfono suena y sonrío.

—Los invocaste, corazón.

Corro y contesto la videollamada.

—Hola, mi niña.

—Hola, bebes.—Les hablo en inglés para ayudarlos a entender más.

—Supongo que cierto chico anda por ahí.—Fabricio sonríe.

Al borde del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora