⁰⁵ El rescate ✓

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¿Estaría bien la decisión?

     —Ok. Reconozco que pensé Héctor no se detendría bajo esas circunstancias, y me alegra que al menos en esa ocasión te haya respetado. Pero ahora sí dime ¿Cuándo empezó y por qué permites que abuse de ti de esa manera? ¿Quién demonios es el hermano de tu madre? Y, ¿a qué de refería tu padre cuando dijo eso de “ella sabe bien que hacer”? Porque por lo que me dijiste, y disculpa lo diga así, tu primo nunca te… pues no hizo algo para que tu padre pudiera decir eso.

Mi primo nunca me... ¿penetró? Dilo tal cual lo piensas. Y no, no lo hizo, no hacía falta para abusar de mi, pero no lo decía por él. Sobre, ¿cuándo y por qué del tipo de nuestra relación? Simplemente porque así lo decidimos, así lo acepté desde el principio y hasta ahora nos ha funcionado. Y lo de “el hermano de mi madre”, ya después te lo comentaré. Se que esas son respuesta directas y ambiguas al mismo tiempo, así que como lo vengo haciendo, te iré contando como pasaron las cosas.

Siguiendo la historia de mi cumpleaños 15, sobra decirte que el tiempo que pasé con Héctor fue un sueño para mí. Fue tan bueno o quizá aún mejor de lo que me imaginé. Y antes de que preguntes cualquier cosa, no, no hicimos nada íntimo o sexual. Siempre fue completamente respetuoso hacia mi. Con decirte que por más que me insinúe para darle un beso, él siempre veía la forma de rechazarme de una manera educada y hasta divertida. Lo sé, me comportaba como la típica adolescente estúpida de amor por su hombre y Héctor lo sabía perfectamente, pero nunca se aprovechó de eso.

Pero llegó el último día que él estaría allá conmigo, y ese sería el momento de volver a mi triste realidad, a una a la que realmente no quería volver. Muy temprano antes de irme a dejar a la casa fuimos a una cafetería.

En esa ocasión, quizá por la presión de no verlo de nuevo, traté de darle un beso y esa vez no lo hice nada disimulada. Pero él me tomó de los hombros y volviendo a esa seriedad que lo caracteriza me dijo que teníamos que hablar de algo serio. Nos sentamos en una banca fuera de la cafetería para estar más tranquilos. Por la seriedad que tenía yo creí que me diría algo así como que, solo me veía como una amiga o algo parecido. Pensaba que me diría que yo no era suficiente para ser más que eso, yo estaba a punto de llorar y él ni siquiera había dicho una sola palabra. Héctor ya me conocía tan bien, que tomándome de los hombros y con una voz muy calmada me dijo lo siguiente:

     —¡Tranquila Sofía! Primero escúchame. Antes que otra cosa, quiero que sepas que eres una gran mujer, alguien muy especial, alguien que no merece haber vivido lo que tú has sufrido. Sabes que te quiero mucho, quizá más de lo que debería permitirme. Se que mi comportamiento ha provocado que sientas emociones por mi que van mucho más allá de una amistad y debo hacerme responsable de ello. A mi me ha pasado lo mismo, pero yo no creo ser lo mejor para ti como pareja, tu mereces algo más de lo que yo te puedo ofrecer.

No sabía que pensar, y aunque notó la duda en mi rostro, siguió:

     —Pero antes de hablar de eso, quiero que sepas lo que planeo hacer más tarde. Al llegar a tu casa, voy a hablar con tus padres y les diré que me casaré contigo hoy mismo. Tengo entendido que en tu país, mientras tenga el permiso de tus padres, no debe haber ningún problema para hacerlo y así poderte llevar conmigo de regreso. Quiero que allá conmigo termines la escuela, tengas amigos y hagas la vida que tú quieras lejos de tu familia y la gente que te ha hecho daño. Yo me ofrezco a darte una nueva oportunidad, un nuevo inicio.

Ya para ese momento mis ojos estaban llenos de lágrimas, pero seguía sin saber cómo lo haríamos.

     —También me ofrezco a cuidarte y siempre estar para ti, al menos hasta que tú así lo quieras. Se que a tus padres no les importa, pero para que no pongan ninguna objeción, les ofreceré pagar los estudios de tu Daniela. Solo quiero que me digas si estás de acuerdo o no con lo que haré. ¿Qué decides?

Como de costumbre, me dejó sin comentarios, mis oídos no podían creer lo que estaban escuchando. Me dijo tantas cosas en tan pocas palabras que mi mente no las podía procesar todas juntas. Solo alcancé a susurrar: “yo voy contigo”. Al yo decir esto él inmediatamente se puso de pie, me tomo el brazo.

     —¡Entonces no hay tiempo que perder! -Dijo con apuro-

Todo pasó tal cual Héctor lo había previsto. Fuimos con mis padres, los cuales no pusieron ninguna objeción e increíblemente mi padre rechazó la oferta de Héctor para pagar de estudios de mi hermana. De ahí nos fuimos todos al registro local, en donde para mí sorpresa había más chicas de mi edad. Supongo que Héctor había investigado antes, pero tenía toda la razón, en aquel entonces se podían casar incluso un poco menores que yo. Creo que esa ley se ha modificado, y ¡que bueno! Ya que la mayoría de ellas lamentablemente no estaban saliendo sino entrando a su tormenta.

Héctor desde antes ya tenía todo preparado, hasta el juez que nos casó ya estaba listo y enterado de la situación. Yo no alcanzaba a entender mucho de lo que estaba pasando en ese momento, solo tomé de la mano a Héctor y decía que sí a todo lo que me preguntaba. Y así, unas horas antes de que saliera su vuelo por la noche, ya estábamos casados y lista para viajar de regreso con él.

Algo que en ese momento no me di cuenta, pero que ahora veo y me hace admirarlo aún más, es que pagó al juez, los trámites y compró los vuelos de regreso. Todo esto desde antes de verme ¡Ya lo tenía todo planeado!

Cuando me despedí de mis padres en el aeropuerto, sentí de nuevo como un gran peso se quitaba de mis hombros, quizá ya era mi última carga, mi familia. Les agradecí por lo bueno y también por lo malo, de no haber sido por eso malo quizá yo nunca hubiera conocido a Héctor o él jamás se hubiera preocupado así por mi. Pero aún con eso, desde que me despedí de ellos en el aeropuerto, no hemos hablado en más de cinco ocasiones y por cosas muy específicas.

Me despedí de mi hermana y le dije que ella no debería permitir que le pasara lo mismo que a mí, que debía defenderse y contaba con todo mi apoyo. Solo me traje una maleta con un poco de ropa y algunos documentos que necesitaría aquí. Esa fue la primera vez que viajé a casa junto con él, y recordar la sensación que tuve aquella vez, me pone completamente feliz. Ése vuelo dormí acurrucada en sus brazos y cubierta con su abrigo. Disculpa tantos detalles innecesarios, pero recordar esto me ha puesto algo sentimental.

Bien, volviendo a lo relevante sobre nuestra relación. En cuanto llegamos a casa, él tenía una habitación preparada para mí. Cuando me mostró mi habitación me recordó lo que me dijo en la banca de la cafetería, “no creo ser lo mejor para ti como pareja”. ¿Cómo diablos podía decir eso después de todo lo que había hecho por mi? ¿Qué cosa podía ser tan mala como para creer que yo merecía algo mejor? Ese día en casa fue muy tranquilo, hasta que llegó la noche y me armé de valor para hacerle esas preguntas, a lo que él me respondió algo que tú ya has visto, me dijo:

     —Pequeña niña —ya no era una gran mujer—. Como ayer temprano te dije, yo siento muchas cosas por ti y creo que eso es bastante obvio, pero una relación más allá de una amistad no creo que debas tener conmigo. Mi forma de hacerme responsable de lo que te he provocado, es brindarte la mejor vida que pueda y tú seas libre. Como tu pareja sería algo diferente a cómo es y será por ahora. No podría permitirte muchas cosas y te pediría muchas otras. Yo no deseo que por mi egoísmo tu te llegues a sentir mal o incómoda a mi lado, eso jamás me lo perdonaría.

Cuando me dijo eso yo no entendía muy bien, no entendía a qué se refería. Pero lo que menos entendía es como pensaba que yo no haría lo que él me pidiera. Si en ese momento Héctor me hubiese pedido saltar de un avión, robar un banco o hacer el amor, yo lo hubiera hecho sin dudarlo un solo segundo. Él vió eso en mi rostro, así que me explicó un poco mejor a lo que se refería. Cuando lo hizo, por fin entendí bien el motivo por el cual pensaba que lo iba a rechazar. Pero como te dije que haría, lo acepté en ese mismo instante.

SUMISA, Su Historia [Sofía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora