¿? CONCLUSIÓN

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    - Tenías razón. Al principio me pediste que guardara mis conclusiones hasta al final, y ha sido lo correcto. En primer lugar, quiero disculparme por lo que ocurrió aquella noche. Mi reacción no fue apropiada, tenía que haber salido de inmediato de la oficina de Héctor. En segundo lugar, debo disculparme por apresurar conclusiones y juzgar a Héctor en base a su intimidad. Y por último, agradecer su sinceridad y confianza para conmigo. Ustedes saben que yo no tengo más familia y la de mi esposa es básicamente inexistente, por lo que siempre los hemos considerado parte de nuestra familia cercana. Por lo mismo, y aquí si con mucha vergüenza, te ofrezco una disculpa por mis “reacciones físicas” al pensar en algunas cosas de las que hoy conversamos. Ahora sí, te puedo dar mis conclusiones..

De pronto, Sofía se estiró por su café, el cual ya estaba por brindar un último sorbo. Lo llevó hasta sus labios y después de vaciar su taza, volvió a acomodarse en su sofá. Se acomodó y volvió su vista hacia mí, en señal de aprobación para continuar, ahora con mis conclusiones:

    - Ok, mis conclusiones son simples. Y aunque hace un momento bromeé con defender a Héctor, realmente cambió drásticamente mi percepción, incluso la que tenía antes de aquella noche. Sabía que Héctor era una buena persona, como tú dijiste me ha ayudado a mi y a otras personas, pero no imaginé hasta que grado lo podía hacer. Me alegro mucho de que haya llegado Héctor a tu vida y gracias a eso ahora estemos aquí charlando y bebiendo café. Jamás podré juzgar todo lo que Héctor hizo, ni sus reales intenciones, ya que independiente a eso, tu eres una mujer feliz y eso es lo único importante. – Hasta aquí, el rostro de Sofía era de satisfacción y aprobación, pero cambió drásticamente cuando continúe mi comentario.– Pero aún con todo esto, y como abogado, su abogado, si puedo decirte que cometió varios delitos. Si alguien lo desea perjudicar y conoce esta parte de su vida podría acusarlo desde trata de personas, secuestro, corrupción de menores y hasta de asesinato.
   ¡No me mires de esa forma Sofía! Solo te lo estoy diciendo como abogado y amigo, y tú necesitas hablar con él de esto y tomar acciones al respecto.

Se volvió a erguir en su silla y levantando la voz me dijo:

    - ¡Abogado! ¡Mil veces malditos los abogados! ¡Abogado tenías que ser! Agustín, ¿nos crees estúpidos? ¿En serio no se te pasó por la mente que ya lo hemos considerado? ¡Justo por esto Amelia no te dice nada! Pasamos horas charlando sobre mi vida y al final tu quieres dar una solución a un problema que ni siquiera existe. –Se calmó un poco, respiro y después de exhalar continúo.– Gracias por sus consejos abogado, – comentario más que sarcástico.– ¿Algo que añadir a en su asesoría?

La miré con un poco de molestia, pero de cierta forma tenía razón. Además que me dio un ejemplo perfecto de lo que pasa con Amelia en casa, siempre trato de solucionar su problema. Llegando a casa hablaré con ella un poco sobre esto y le pediré un poco más de paciencia. Pero regresando con Sofía, le respondí a su incómoda pregunta:

    - Sabes que no te lo dije con esa intención, pero tienes razón, seguro ya lo pensaron pero se les pasó el ligero detalle de hablarlo con el tipo que los defendería. Pero, entiendo tu punto y me disculpo por eso, no lo dije en un momento oportuno. ¿Algo más? No mucho. Ya que tocaste el tema de Amelia, agradecerte por lo que hablamos de ella. Me he dado cuenta que necesito corregir algunas cosas para poder acercarme a ella y pueda confiar en mí. Tampoco sabía lo que ustedes hicieron por ella y se los agradezco, incluso ese toque de perversión que le dieron a mi esposa. – Al mencionar esto, volvió a colocar una sonrisa en su rostro.– Tu sabes que amo mucho a tu amiga, y deseo poder ser mejor hombre para ella, además qué, te tengo una gran noticia..

    - ¿Noticia? –A penas estaba relajándose en su lugar, cuando al preguntarme eso se colocó al filo de su sofá–

   - ¡Claro! Según Amelia quería invitarlos a cenar o algo para que supieran la noticia, pero ¿¡qué rayos!? Te lo diré ahora… – Yo también me puse al filo del asiento, la miré a los ojos, y le dije con una voz tranquila.– Vas a ser tía.

SUMISA, Su Historia [Sofía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora