²³ Un regalo especial, el collar

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    - ¿En serio? ¿Te dejó colgada? ¿Cómo piñata? Lo siento, pero pensar en eso me pareció más divertido que excitante. Y ahora que lo mencionas y que lo pienso, si tenemos algo así como un taburete donde recurrentemente tenemos sexo. Interesante los gustos de mi esposa…
Debió sorprenderla mucho, para que hasta ahora tantos años después sea algo que la sigue excitando. ¿Pero a qué te refieres con que no se dio cuenta de todo? ¿Qué más estaba ocurriendo? Otra cosa, que paciente Héctor para haber guardado esa cadena algunos años, y que meticuloso para preparar un encuentro con tanta anticipación. Si que es dedicado en eso de su intimidad, ahora creo que hasta lo admiro ¡Ja, ja! ¡Ok! No tanto así, pero si es de considerar su empeño.
Y bueno, vuelvo a agradecerles por haber cuidado (y pervertido un poco) a mi ahora esposa. Muy probablemente sin ustedes no la hubiese conocido, y aunque como viste, hay cosas en las que diferimos, ella es y será el amor de mi vida. ¿Tendrá algún defecto nuestro Héctor? Hace un rato dijiste que lo tenía, así aunque ahora yo soy el que defenderé a mi amigo. ¡Mira como cambian las cosas en tan poco tiempo!

¡Vaya! Eso no lo esperaba. Mira que terminar defendiendo al otrora abusador y casi violador de mi marido. Pero aunque ahora dudas de mi, si tiene algunos defectitos tu gran amigo Héctor. Pero para mí fortuna jamás han implicado un problema real, al menos no para mí. Pero no creo ser la indicada para hablarte de sus problemas.

Te repito que no tienes nada que agradecer sobre el apoyo que Héctor y yo le dimos a Amelia, ella era y es amiga de ambos. Uno de esos “defectos” si se le podría decir así, es que Héctor ayuda a mucha gente, curiosamente a muchas chicas lindas. Al menos Amelia era mi amiga también, y no te estoy diciendo que Héctor haga algo malo. ¿Ok? Pero como te comenté, le deberías preguntar a Héctor sobre esas cosas.

Como piñata… ¿no se te ocurrió una imagen mental menos ridícula? Al menos ya no te excitaste conmigo. Lo más increíble de todo, es que estando a medía sala, suspendida en el aire, con Héctor haciéndome suya y yo gritando de placer, Amelia jamás se percató de la cadena. ¿Puedes creerlo? Incluso ni porque se acercó a unos pasos de nosotros la llegó a notar. Y aunque mi amiga usa anteojos no está tan ciega como para no ver una cadena metálica colgando del techo, sino que la arquitectura de la casa estuvo de nuestro lado. Ya te explico.

En aquel momento, nuestra casa estaba diseñanda para dejar entrar la luz natural lo máximo posible, por lo que las separaciones de habitación no eran una pared completa. Desde la puerta de entrada hasta la sala donde estábamos, había entre nosotros un muro divisorio a media altura. Este muro corría desde la pared donde estaba la puerta principal por la que entró Amelia, hasta terminar unos metros después al interior de la casa. Ese muro divisorio se convertía o mejor dicho, se unía a una columna de unos 40 cm de ancho. El pequeño muro ayudó a qué no viera nunca mi postura completa, y la columna todo el tiempo cubrió la cadena que colgaba desde el techo. Así que por el ángulo que tenía Amelia cuando nos encontró y se acercó a nosotros, no se pudo percatar de todo lo que realmente estaba pasando. Quizá si hubiese visto la escena completa, también tendrías una argolla a mitad de tu sala y una cadena de la cual colgar a tu esposa. A los días de haber tenido aquella charla y enterarme de lo que no pudo ver, me di a la tarea de encontrar ese ángulo en la casa. Y era cierto, aquella columna cubría a la perfección la vista de la lámpara que escondía la argolla donde días antes había estado colgando del techo como piñata… de aquella cadena que Héctor guardó con tantas ansias de estrenar conmigo.

Tu lo dijiste, es increíble la paciencia con la que esperó el momento idóneo para usar aquella cadena. Esa cadena formaba parte del primer regalo que me dio en aquéllas vacaciones. ¿Recuerdas la valija que llevo al viaje? Bueno, entre otras cosas, allí llevaba mi primer conjunto de sumisión, el cual estrenamos durante ese viaje. Creo que sería bueno que te contara como fue la primera ocasión en la que él me empezó a controlar en el aspecto sexual. Ya está más que claro que ahora no solo no juzgas sino que terminaste defendiendo a Héctor y aprobando nuestra relación. Pero será lo último que te cuente, y así te das una mejor idea de cómo es que empezó todo, hasta donde hemos llegado y por todo lo que hemos pasado. Así que… ¡No te excites! Ya será lo último.

SUMISA, Su Historia [Sofía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora