⁰'⁵ Preámbulo, lo que encontré ✓

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Me encontré con una escena digna de mis más bajas perversiones, lo cual habría sido genial disfrutar sino se hubiera tratado de Héctor, mi jefe en la empresa y de su esposa Sofía. Les explico brevemente ya que estoy por llegar a su casa, tengo la esperanza de que me expliquen que fue lo que vi esa noche.

Yo trabajo como abogado principal del despacho arquitectónico de Héctor. Éste es uno de los despachos más grandes del país, y llevo trabajando con Héctor desde la primer oficina que abrió hace ya varios años. En ese entonces no éramos más que una pequeña oficina con dos mesas y una computadora para ambos. Ahora tenemos un gran complejo de oficinas en uno de los mejores edificios del país (diseñado por nosotros). Les comparto esto para que se hagan una idea de nuestra relación, que además de laboral, por tanto tiempo conviviendo se convirtió en una gran amistad, tanto con él como con Sofía su esposa. Por la misma carga de trabajo es común pasar hasta tarde en la oficina, lugar donde ocurrió lo siguiente.

Esa noche era como cualquier otra, yo estaba revisando unos contratos importantes cuando vi un detalle en uno de ellos, al verlo me dirigí a la oficina de Héctor, y sin avisar entré a su oficina. Cuando abrí la puerta observé aquella escena que les comento. Tanta fue mi impresión que olvide por completo a qué había ido.

Les describiré lo mejor que pueda lo que contemplé. Vi a Héctor sentado en su silla tras el escritorio, y sobre éste estaba Sofía. Ella estaba totalmente desnuda, amordazada, con las manos atadas a la espalda, de rodillas y recargada con los codos en el escritorio. Sofía estaba mirando hacia la puerta por lo que fue la primera en verme entrar y darse cuenta de mi reacción. Ella al verme no hizo absolutamente nada, solo dirigió su mirada a otra parte como si yo no existiera, Sofía siguió en lo suyo sin darme alguna importancia. Por el contrario, Héctor estaba muy concentrado en la vista que tenía, no recuerdo que le estuviera haciendo algo en particular. Solo estaba inmerso en la espectacular vista del culo de su mujer, lo admiraba como si fuese una obra de arte (que lo es) exhibida en algún museo. Y aunque jamás espere ver esa escena, lo que siguió a mi entrada a la oficina fue lo que me impresionó.

   — ¡Vuelvo más tarde! -dije con voz fuerte pero temblorosa cuando por fin pude reaccionar-

Hasta entonces Héctor se dignó a apartar la vista de su espectáculo, se asomó tras del cuerpo de su mujer y me dijo.

   — Pasa Agustín, ¿qué necesitas? - Y dirigiéndose de nuevo a Sofía, ordenó - Bájate del escritorio que lo vamos a utilizar, siéntate en mis piernas y no hagas ruido.

Yo insistí en regresar después, pero el me presionó a quedarme. ¡Ya no recordaba que demonios hacía ahí! Así que solo fui hasta su escritorio, dejé caer los documentos que llevaba en las manos justo donde segundos antes estaba el cuerpo desnudo de su esposa. Yo seguía sin reaccionar, ahora la escena seguía siendo igual de impresionante. Sofía estaba sentada sobre él con las piernas abiertas, los brazos atados a su espalda y su cabeza inclinada hacia atrás sobre el hombro de Héctor. Veía como tocaba los pechos de su esposa con una mano y con la otra desbloqueaba su computador.

   — ¿Qué es esto? ¿Quieres que lo firme? ¡Ya deja de ver a Sofía como un estúpido y responde! -Mientas me decía esto, él no dejaba de acariciarle los pechos a su esposa. Pero al ver qué yo no reaccionaba, le ordenó de nuevo.- Vete al sofá, yo desde aquí controlaré tu vibrador. Seguiré viéndote así que no dejes de tocarte y no quiero que termines hasta que se vaya este idiota.

Sofía, sin siquiera responder o hace un gesto le obedeció y automáticamente hizo lo que le ordenó. Se levantó frente a él, le acercó sus brazos un poco hacia y él la liberó de sus ataduras. Cuando hizo esto, ella se fue al sofá que estaba tras de mi, pasó a mi lado y fue entonces que me percaté de un pequeño plástico rosa que se asomaba un poco por su vulva. Creí que era un tipo de "dildo", ya que Héctor le había dicho algo de un vibrador. Supongo que era de esos que se pueden controlar a distancia, ya que el desbloqueó su teléfono y al tocar su pantalla escuché un ligero gemido a mi espalda. Seré honesto, aquella escena fue demasiado para mí, así que solo alcancé a responder.

   — No lo firmes, tiene un error. Ya mañana te lo explico.

Salí prácticamente corriendo después de decir esas palabras, salí antes de que me obligara a quedarme más tiempo. Cuando me di la vuelta, vi a Sofía haciendo exactamente lo que le dijo Héctor. Estaba recostada en el sofá con las piernas abiertas (y ahí confirmé lo del dildo), con una mano estaba estrechando uno de sus pechos y si otra mano sobre su rostro con dos dedos dentro de su boca. Trate de no voltear a verla mientras pasaba caminando hacía la puerta, pero me fue imposible resistirme a esa escena. Cuando por fin logré salir, cerré la puerta, salí del edificio y me fui a casa con esa experiencia dándome vueltas en la cabeza.

Además de llamarme la atención lo que vi, no podía dejar de pensar en algo aún más impactante para mi. Fue impresionante ver como su Sofía le obedeció al instante, sin dudar y haciendo exactamente lo que Héctor pedía. Pereció que yo no estuve nunca ahí para ella. Conozco a esa mujer desde hace años, podría estar seguro de ser uno de sus amigos más cercanos y jamás pensé verla en una escena así. Y no me refiero a lo sexual, sino que ella siempre ha sido una mujer muy orgullosa, dominante e incluso controladora, tanto que en ocasiones me imponía y no solo a mí, toda la oficina la respetaba y algunos hasta le temen. Aunque es una gran mujer, muy bondadosa, amable y sencilla, todos sabemos que es de un carácter muy fuerte.

Por eso, verla así, siendo tan obediente y sumisa me causó muchísima impresión. Además que, aunque no estoy seguro de que sean, alcancé a ver marcas en su piel, no se si por golpes que le haya dado Héctor o algo más. Pero de lo que si estoy seguro, es de que ese hombre debe estar abusando de alguna forma de mi amiga para poder tener ese control sobre ella. Ahora que lo pienso, jamás he visto que Sofía haya estado en desacuerdo con él, ni siquiera en lo más mínimo...

Ya han pasado algunos días y se siente la tensión en la oficina. Realmente la tensión es de mi parte, ellos dos andan como si nada de lo que vi hubiese ocurrido. Pero hoy Sofía me ha invitado un café en su casa después del trabajo, realmente espero que sea para hablar de esto. La conozco y somos amigos desde hace tantos años que el cariño el cuál le tengo no me permite pasar por alto el abuso del que fui testigo, aunque lo haya hecho el propio Héctor.

Ya vamos llegando a su casa, acompáñame a ver qué nos dice sobre su relación y ver como la ayudamos para que salga de ella.

SUMISA, Su Historia [Sofía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora