¹⁶ Desobediencia, un amoroso castigo

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- ¿Dudas? ¡Tengo miles! Pero creo que siguen siendo sobre lo mismo. Ok, entiendo que en ocasiones tu lo provocas para que te dé más ¿placer? Pero, cuando de verdad no lo obedeces por miedo o inseguridad... si dices que no te obliga a nada. ¿Cómo es que siempre terminas haciendo lo que te pide? ¿No crees que, quizá de una forma sutil, pero te está manipulando?

Aprovecha para decirme todas tus dudas, mientras no las hagas por un morbo sexual te las responderé. Y te digo que aproveches, ya que dudo que me vuelvan a dar permiso de hablar todo esto contigo. Como te dije, quizá ya ha pasado tanto tiempo que no me he dado cuenta de las cosas. Por eso también te pedí que esperaras al final de mi explicación para dar tus comentarios. Pero aún si asi es, y Héctor es una mente demoníaca que me controla a su antojo, él solamente me ha dado felicidad y satisfacción. Me ha hecho ser lo que bajo mis circunstancias de nacimiento jamás habría podido alcanzar, y no hablo de lo económico o profesional. Me refiero únicamente a mi tranquilidad, seguridad, felicidad y en general, de todo el amor que ahora tengo por y para él.

Pero antes de abordar ese tema por completo, te explicaré lo que sucede cuando no obedezco bajo las circunstancias que mencionaste. Quizá eso también ayude a que veas si solo me manipula a su antojo, o si realmente ves amor en sus actos. Te hablaré de lo que pasó hace un tiempo, hace unos cinco años, cuando se agregó un juguete nuevo a la colección. Juguete que debo confesar, actualmente lo llevo puesto. Y sí, te dije que no llevaba nada debajo del vestido, pero te especifiqué que no traía nada de más tela, y esto no califica como ropa.

De hecho, la historia comienza un poco antes. A mis veinte años, Héctor me llevó a un estudio donde me hicieron un par de piercings, para ser específica, uno en cada pezón. Supongo que como todos en la oficina, tu ya te habías dado cuenta de ellos. Los tengo desde mis veinte dado que Héctor me ordenó perforarme y además era algo que yo tenía ganas de hacer. Bien, el tema no es ese, sino que hace unos cinco años compró un nuevo collar, uno al que le colgaba una cadenita con dos extremos. Éstos extremos de la cadena se colocan como piercing en cada pezón, y así queda el cuello y los pechos unidos por una cadena. Tengo que admitir que me pareció bastante lindo, hasta la fecha ya tengo varios y es una prenda que me encanta usar. Pero, en ese momento, cuando me lo puso por primera vez me dio demasiado miedo.

No me dio miedo que Héctor lo fuese a las usar para lastimarme, eso jamás pasaría. Pero yo siempre he sido muy sensible de mis pechos y ni se diga de mis pezones. Y el ponerme unos piercings en cada pezón hizo que me quedaran aún más sensibles. Para que te des una idea, después de las perforaciones, bastaba el roce de algunas blusas de tela un poco gruesa para hacerme mojar mi entrepierna. Bueno, mi miedo es que al yo traer eso, pudiera de alguna forma atorar la cadenita en algún sitio o con mi propio cuerpo y causarme mucho dolor, realmente soy muy sensible.

El día que íbamos a estrenar esa prenda, Héctor me tenía con los ojos vendados y amordazada. Sentí como primero me puso el collar, y el sonido de las cadenitas me anunció lo que después él con mucho cuidado me puso en cada pezón. Cuando hizo esto, ya sabía bien lo que me estaba poniendo, así que con ese miedo que tenía solamente solté un par de lágrimas. Y no me mal entiendas, yo confíe en Héctor, sabía que el no me lastimaría, pero temía por lo que yo me pudiera hacer. Éste miedo surgió de una ocasión en la que, por no tener cuidado, yo sola me lastimé un pezón. Ocurrió cuando se atoró mi ropa con un piercing algo grande, la cual yo por desesperada jalé mi blusa y terminé adolorida e incluso sangrando. Desde que pasó eso, yo le tomé miedo a que me ocurriera de nuevo, así que empecé a solo usar pequeños aretes que no se pudieran atorar con mi ropa. Todo esto pasaba en mi mente cuando Héctor me colocaba esa cadenita, y por lo cual dejé caer un par de lágrimas por mis mejillas.

Héctor notó esto, pero antes de hacer cualquier otra cosa, terminó de ponerme la cadenita en cada pezón. También se aseguró de haber puesto bien levantando un poco cada teta con la cadenita. Después de eso, aflojó la mordaza que tenía en mi boca, y preguntó con voz calida:

- ¿Por qué son esas lágrimas? ¿Estás inconforme con tu nueva cadenita Sofía? Tienes permiso de hablar por un momento.

Yo le dije avergonzada la razón de mi miedo. Traté de dejarle claro que no quería desobedecerle, solo que esa mala experiencia, tanto por el dolor como por la sangre hacia que me descontrolara. Después de decirle todo esto, él no dijo nada por un instante, escuché sus pasos alejarse. Cuando regresó, volvió a amordazarme, y dijo:

- Puedo entender muy bien que tengas miedo de hacerte daño. Yo también recuerdo cuando sangraste y no quiero repetir una escena así. Por lo que, como hasta ahora, llevarás un piercing pequeño en cada pezón sólo para que no se pierdan tus perforaciones. Solo yo podré manipular otros piercings incluyendo cadenitas cómo estás. Para que te sientas más segura, cada que usemos algo así en tus pezones limitaré tus movimientos, así que, pon tus manos en la espalda y deja de llorar. - Me dio un beso gentil en los labios, y me susurró al oído. - Jamás dejaré que mi mujer sufra, las únicas lágrimas que debes derramar son por felicidad o placer.

Terminó de decir eso, se puso detrás de mí y me colocó unas esposas. Que hiciera eso me dio mucha tranquilidad en aquel momento, así yo no podría volver a hacerme daño y Héctor me podía hacer disfrutar. Y lo más importante, ya no tendría que sentirme mal por tener ese miedo que me limitara al obedecer a mi esposo. Así lo hicimos por mucho tiempo, quizá más de dos años. Años en los que solo Héctor podía tocar mis pezones o mejor dicho, las perforaciones en ellos. Con el tiempo y mi insistencia, poco a poco me fue dando permiso de volver a usar piercings más grandes o que me produjeran más placer por el roce. De hecho, no tiene mucho que me volvió a dar permiso de usar cadenitas como estas por mi cuenta. Yo no podía permitirme privarnos de algo así solo por mi miedo, o mejor dicho, por mi descuido.

Héctor me conoce a la perfección, conoce cada centímetro de mi cuerpo. Y no me refiero solo a mí piel, sino a lo que me hace sentir con cada caricia que me da. Lo que quiero decir Agustín, es que Héctor sabía perfectamente lo que me encanta sentir en esa parte de mi cuerpo. Y en lugar de evitarla, él me dio la seguridad de seguir explorando. Héctor no tenía que hacerme caso, realmente era una tontería, que yo no hubiese tenido cuidado en aquella ocasión no quería decir que me volvería a ocurrir. Pero en lugar de decirme eso, o hacerme entender la tontería que me daba miedo en ese momento, eligió escucharme. Además de darme la seguridad, siguió haciéndome sentir suya sin limitaciones. Créeme que si él hubiera elegido ya no seguir con esto solo por "respetar" mi miedo, yo me hubiera sentido terriblemente mal. Hubiera sentido como si le fallara, y es algo que jamás le haría a Héctor.

Para ti, ¿eso es manipulación? ¿Crees que el haberme escuchado y hecho sentir segura fue manipulación? Manipulación, ¿para qué? ¿Para seguirme tocando las tetas? ¿Para usar esa nueva cadenita en mi? ¿Para demostrar control sobre mí? Te diré lo que yo pienso y siento sobre eso. Él pudo simplemente ignorar mis lágrimas, yo no tenía permiso de hablar y no lo hubiera hecho. También, después de escucharme pudo decirme que era una estúpida por temerle a algo tan tonto y seguir dándome órdenes, yo las hubiera seguido. Y sobre el control, creo que ya te quedó claro... Héctor tiene control total sobre mí, lo tiene desde hace tantos años y jamás se ha aprovechado de eso. Al contrario, me da toda la libertad para conocerme, conocer el mundo, explorarlo y vivirlo. Desde que entró a mi vida por fin pude liberarme y ser feliz, así de irónico o contradictorio como te suena. Fui libre desde el momento en que le dí el control de mi cuerpo y decisiones a Héctor. Y aunque yo sabía que esto era así desde mis quince años, se lo demostré y le entregué mi cuerpo la primera noche después de cumplir mis dieciocho años.

Como te puedes dar cuenta Agustín. Aún cuando no le obedezco de forma inmediata, así sea por mis juegos o por qué realmente haya algo que me limite, Héctor siempre sabe entender la diferencia. Ya sea una experiencia de sexo duro, o darme seguridad en mi, él me da lo que necesito. Jamás, y te lo digo muy en serio, ni una sola ocasión en todos estos años me ha hecho sentir mal de alguna forma. Nunca me he sentir "menos mujer", tampoco me he sentido humillada, ni me ha hecho sentir incómoda. Jamás en toda nuestra relación me ha hecho sentir menos de lo que realmente soy. ¿Y que soy? Soy la mujer más importante en una compañía internacional, soy una mujer con un desarrollo profesional enorme, soy una mujer empoderada en todos los aspectos. Pero aún con todo eso, lo más importante para mí, es que soy la mujer del mejor hombre del mundo.

Ahora sí Agustín, espero que eso te haya contestado tus dudas. Y como te dije, aprovecha que no se volverá a hablar del tema. ¿Qué más quieres saber de nuestra relación? ¿Sigues creyendo que Héctor abusa de mi? ¿Alguna otra pregunta que lleve a una respuesta morbosa? ¡Já! Hasta pareciera que yo vine aquí a hacer las preguntas. Anda, responde...

SUMISA, Su Historia [Sofía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora