CAPÍTULO 2

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Kenya

Había salido a comprar cuando empezó a llover. Maldije el tiempo de invierno. Me encantaba la lluvia, pero no mojarme.
Cuando llevaba la mitad del trayecto decidí meterme en el porche de una casa hasta que la lluvia cediera ya que había un buen trecho desde la calle en la que me encontraba hasta mi casa e iba a volver chorreando si me decidía por seguir avanzando. Pasados unos minutos me di cuenta de que no paraba de llover y, cuando estaba debatiendo entre sí quedarme allí hasta que anocheciera o volver a casa empapada ,la puerta de la casa se abrió. Un chico de pelo negro y ojos claros salió de su interior. Me miró sorprendido y me hizo un gesto con su cabeza indicándome que pasase. Dentro todo estaba oscuro y vacío. Me senté en el sofá de una sala donde solo había dos muebles y dejé la chaqueta mojada a mi lado. El chico desapareció por una puerta que supuse que daba a la cocina cuando lo vi volver con paso lento y dos tazas de algo que identifiqué poco después.

– Soy alérgica al chocolate – dije con vergüenza.

No habíamos intercambiado palabra y lo primero que se me ocurre decirle es eso.

–Me da igual, bebe.

Él tenía una expresión seria por lo que me levanté decidida a irme ya que me estaba asustando, pero él se me adelantó y se colocó delante de la puerta evitando que pudiese salir.

– ¿Qué haces? – pregunté tratando de apartarlo.

– ¿Cuál es tu nombre?

– ¿Sabías que a una pregunta no se le responde con otra pregunta? – dije tratando de sonar firme.

– Lo acabas de hacer.

Su expresión cambió de sería a una media sonrisa.
Intenté apartarlo de nuevo pero no se movió.

– ¿Por qué me has dejado entrar en tu casa?

– Me pareces interesante.

Y a mi me parece que esta va a ser una noche muy larga.

Los corazones también aprenden a no romperse [YA EN FISICO!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora