Kenya
– ¿Ves esa que brilla tanto? – pregunté.
– Kenya ¿Cuál de todas las que brillan tanto?
– Esa – señalé a mi izquierda.
– Se llama Sirios. Es la estrella más brillante del cielo.
– Vaya, Daniel, si te has convertido en astrólogo y todo.
Rió.
Estábamos tumbados en el tejado de la casa de Daniel viendo las estrellas. Noté su mano rozando la mía y, poco después, comenzó a acariciarla. El aroma de la noche me envolvía junto a la brisa de primavera.
– Daniel... ¿Cuánto tiempo hace desde que nos conocimos?
– Mm... ¿seis meses?
– Creo que sí. Tengo la sensación de que te conozco de toda la vida. No sé en qué momento hemos construido un "nosotros" pero me gusta.
Sonrió. Hubo unos minutos de silencio hasta que le pregunté porque aquella vez casi me mata con chocolate caliente. Necesitaba preguntárselo en algún momento.
– Oh eso. Solo quería llamar tu atención. Todo lo que hice fué por eso.
– ¿Te he dicho ya que estás loco?
– No, dímelo.
– Estas loco Daniel Lewis.
Me miró.
– Quiero besarte y susurrar sobre tus labios que me encantas – dijo con voz ronca.
– Hazlo.
Se acercó y me besó. Un beso apasionado en el que pensé que, una vez se habían juntado nuestros labios, no se iban a volver a separar. Hubo unos centímetros de distancia entre nosotros cuando cogió aire para volver a besarme.
– Me encantas – susurró.
Seguidamente mordió mi labio inferior y continuó besándome desesperadamente, como si en algún momento pensara que me iba a ir. Yo pensaba que no. Él parecía pensar que sí. Uno de los dos tenía razón y esperaba ser yo.
...
NOTA DE LA AUTORA:
Un capítulo corto pero intenso.
Ya estoy viendo que se acerca el final de la historia de Daniel y Kenya. Me entristece que se acabe. Espero que disfrutéis los capítulos que quedan.
Os amo.
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Los corazones también aprenden a no romperse [YA EN FISICO!!]
Teen FictionEsta es una historia corta, pero también es lo suficientemente larga como para saber que Kenya no se quería a sí misma, así que le dio su amor a Daniel. También para saber que Daniel veía una parte de Kenya que los demás no veían. Sus corazones ya...