CAPÍTULO 20

367 57 29
                                    

Kenya

Abandono. ¿Qué significado tiene esa palabra realmente? Dejar sola a una persona con la que se mantenía una relación de pareja o amistad. Eso es lo que nos dicen que es el abandono, pero yo pienso que durante todos estos años he aprendido que es una palabra muy confusa. No es solo la acción de dejar a alguien, sino llevarte todos los sentimientos, todas las sonrisas que te ha estado regalando esa persona hasta ahora. Parece algo tan sencillo. Algo que hay que afrontar para no dejarte caer en el vacío que aparece tras sentirte apartado. Pero ¿cómo no voy a tener miedo al abandono si siempre me toca ver cómo eligen a alguien más? Desde pequeña lo he aprendido. Quién creía que era el amor de mi vida, resultó no ser ni lo más cercano a ello. Las pocas personas que realmente he querido, simplemente, se han ido. Hasta yo me había abandonado a mi misma.

Mi padre dejó a mi madre. A lo mejor tan solo una noche, de fiesta, le apeteció acostarse con una mujer sin pensar en que la podía dejar embarazada y luego pasó. Y aquí estoy. Aquí está él. Después de diecinueve años se presenta como si yo fuera a aceptarle en mi vida. Como si ninguna noche me hubiera dormido pensando quién sería mi padre, y porque no se quedó. ¿Cómo habría sido mi vida con él?

Subí a mi habitación tras hablar con mi madre y con ese hombre que decía ser mi padre. Siempre en estas situaciones me aislaba. Necesitaba aislarme. Cerré la puerta de un golpe y eché el pestillo. Como ya se había vuelto costumbre desde que... bueno, desde que mi vida se torció por alguna razón difusa, vacíe mi lapicero y la cuchilla cayó en la mesa. La cogí junto a mis auriculares. Me los puse y seleccioné "To Build A Home".
Las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas y la dificultad para respirar y mantener la calma había aparecido. Minutos después mi pulso comenzaba a temblar mientras acercaba la cuchilla a mi piel. Ya no cabían más cortes así que los hice encima de los más superficiales.
Ya no dolía. No podía sentir dolor. Dolía tanto por dentro, en mi corazón, que no sentía el dolor físico, así que apreté más. La sangre se deslizaba por mi abdomen manchando el borde de mi pantalón.
¿Qué hago aquí? ¿Porqué merecía seguir viviendo? No lo sé.
Estaba decidida a hacer otro corte pero antes de que pudiera una mano sujetó mi brazo. Levanté la vista y allí estaba, ese chico que había encontrado aquel día volviendo a casa. Su par de ojos azul grisáceo me miraban con anhelo y con un poco de... ¿culpabilidad quizá? Nos miramos durante unos segundos. No dijo nada, tan solo me abrazó. Olía a una mezcla de canela y vainilla. Olía a un lugar seguro, a un hogar. Lloré en su hombro. Si, en el hombro de un desconocido. Y no sé cómo, pero sabía que él me quería. Juro que lo sabía. Lo sentía.

- Lo siento - susurré en su oído entre sollozos.

- Kenya. No hacen falta palabras mi niña... lo sabes, no hacen falta - acarició mi mejilla secando las lágrimas que caían por ella - todo va a estar bien, tan solo aguanta preciosa.

"Tan solo aguanta preciosa". Esa simple frase, me hizo recordar quién era él. Quién era yo.

...

NOTA DE LA AUTORA:

¡Hola! ¿Qué opináis del nuevo personaje? Espero que os haya gustado este capítulo y que estéis disfrutando tanto leer esta historia como yo al escribirla.

Los corazones también aprenden a no romperse [YA EN FISICO!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora