Capítulo 1

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EL DÍA QUE TODO CAMBIÓ

"Mantén la calma, la vida siempre nos tiene algo mejor y te sorprenderá" tengo presentes las palabras de mi madre, ella solía repetírmelas una y otra vez, en especial cuando tenía un mal día y sentía que ya no podía más.

Al final era cierto, la vida me había demostrado constantemente que todo era una sorpresa y lo que hoy tenía, mañana ya no estaría. Todo había cambiado, yo no era la misma y no me imaginaba que un simple reto iba a cambiar el curso de mi camino.

Tengo 34 años y soy periodista, los que estamos en esta profesión sabemos lo difícil que es encontrar algo que realmente nos guste, después de muchos años buscándolo, lo encontré. Actualmente soy la editora de una importante revista de política, el cual sentí que era mi sueño hecho realidad. Llevaba un poco más de un año en aquel puesto y había logrado buenos resultados, sentía que era todo lo que necesitaba en mi vida y que tras varios años de esfuerzos, todo estaba dando frutos y que al final había logrado lo que tanto había anhelado.

Mi labor no era nada sencilla, al estar a cargo debía asumir una serie de responsabilidades, así que debía rectificar, leer, releer y corregir si era necesario los artículos, reportajes y demás notas recibidas para determinar que se publicaba y que no. Había tenido un par de enfrentamientos con algunas personalidades del rubro, nada agradable, pero había logrado salir victoriosa.

En cuanto a mi vida personal, no me iba tan bien como en lo laboral, en los últimos meses me había refugiado en el trabajo, así lograba distraer mi mente, estaba pasando por un proceso complicado, por no decir muy doloroso, así que me había dedicado exclusivamente a mis funciones para poder soportar lo que me estaba pasando.

Hoy era un día normal, las notas llegaban y se iban de mi escritorio, reuniones por aquí, detallas por allá. Con el paso de las horas podía decir que nada asombroso estaba ocurriendo, a veces lo de leer y rectificar se volvía tan rutinario, pero era lo único que me ayudaba a escapar de la realidad, había días que rezaba que todo fuera complicado, en el que no tuviera tiempo para pensar en lo que me estaba pasando.

Era tarde, creo que un poco más de las 7 de la noche, aún me encontraba en mi oficina leyendo propuestas acerca de un nuevo proyecto que me habían encomendado, en esta oportunidad era una revista dedicada a mujeres, enfocada en temas de nuestra realidad sin dejar de ser un magazine, lo cierto que la idea no me agradaba mucho porque sentía que no se apegaba a mis gustos, pero consideraba que era una idea interesante, aunque sentía que debía estar bien delimitada, donde la línea editorial tenía que estar bien planteada, porque estar y mantenerse en este medio no era nada sencillo.

Entre las recomendaciones, había una sección dedicada a la gastronomía, en el cual presentaban un reportaje acerca de lo difícil que es cocinar la comida peruana en Europa, debido a la falta o dificultad de conseguir ingredientes indispensables. En realidad, todo se veía delicioso, las imágenes que lo acompañaban me daban una idea completa de lo delicioso que debían ser los platos, pero mi estómago no pensaba lo mismo, de un momento a otro sentí náuseas y por consiguiente tuve que ir corriendo al baño, la comida del almuerzo no tardó en hacerse presente y terminé vomitándola toda. Me sentía realmente fatal, lo primero que pensé es que se trataba del sándwich de pollo que había comido hace unas horas, que no me había caído bien, así que tomé dos vasos con agua tratando de calmar la sensación que tenía y continué con mi trabajo.

Eran aproximadamente las ocho de la noche, me había quedado más de lo normal analizando más detalles de la propuesta, ya estaba por retirarme cuando volví a sentir un poco de malestar, no tenía ganas de vomitar, pero tenía un fastidio en mi garganta, por ello recordé lo que me había pasado hace unas horas. Pensándolo bien me estaba sintiendo un poco indispuesta hace algunas semanas, pero no le había tomado atención, todo el tema del divorcio y del trabajo me había mantenido lo suficientemente estresada, así que deducía que se debía a ello. Sin embargo, una idea cruzó por mi cabeza, aunque traté de desecharla no era imposible, así que rápidamente entré a mi aplicación que tenía en mi celular, en ella podía colocar información de mi periodo menstrual y me predecía las fechas a venir.

Mi decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora