Habían pasado cerca de dos semanas desde que la última vez que vi a Rodrigo, aún sentía temor, me angustiaba que regresara y no por el hecho que me vaya a hacer daño sino porque se enterara de mi embarazo. Aunque sabía que tenía que decírselo aún no sabía cuándo tenía que hacerlo y mucho menos el cómo. Nunca me había imaginado estar en esa situación, conocía personas que se habían preparado para dar ese anuncio, lo habían hecho de diferentes maneras, desde cenas especiales, con globos, regalos, sorpresas, reuniones familiares y más. Sin embargo, en mi caso no podía darse de esa manera.
En estos días, el trabajo había aumentado, el nuevo proyecto de la revista me tenía cansada y constantemente salía tarde de la oficina y hoy no era la diferencia, con las justas me había dado un tiempo para almorzar, porque era algo que no podía saltar y más en esta etapa que era tan fundamental en su desarrollo.
Había decidido regresar caminando a la casa, necesitaba despejarme un rato de todo el estrés generado por el trabajo, al pasar por una zona de restaurantes se me antojo comer una hamburguesa, ya me habían dicho que no era bueno comer demasiado de noche porque me podría causar malestares, pero realmente me habían dado muchas ganas y sentía la necesidad de comer.
Decidí entrar a una cafetería, había tantas cosas como postres y helados, pero al ver tantas preferí una empanada de pollo, ya había cancelado y estaba esperando que me la entreguen cuando giré hacia el ventanal y lo vi, sentí que mi mundo se venía abajo.
Rodrigo estaba de la mano con una joven, era alta y de contextura delgada, no podía negar que era muy guapa, aunque me doliera no podía evitar darme cuenta de ese detalle y lo que más me impactó es que ambos se veían felices. Sonreían, se notaba que se estaban divirtiendo, hasta podría decir que se les veía tan bien como pareja, así que sentía una vez más que yo no entraba en esa historia y no tenía el derecho de separarlos. Verlos había hecho que me decidiera: Rodrigo no sabría de mi bebé, era mejor así, no era justo que lo atara de esta manera a mí.
No veía la hora de recibir mi pedido, apenas me lo dieron salí del establecimiento lo más rápido posible, rogando que no me viera, pero la suerte nunca me acompañaba y fue demasiado tarde, él ya me había visto y se dirigía a darme el encuentro, caminé más rápido, no podía correr porque había mucha gente en la calle y lo más probable es que me golpeara con alguna de ellas. Lo escuchaba llamarme, pero seguía avanzando porque no quería hablar con él, de cierta manera predecía lo que pasaría y no quería ponerme a llorar, no quería demostrarle lo débil que era y cuánto me dolía haberlo visto con ella.
Sin embargo, a los pocos metros me alcanzó, me cogió del brazo y me hizo girar hacia él, estaba asustada por la situación y cuando giré no la vi a ella.
-Em, por favor no tienes por qué huir de mí, te prometí ese día que no iba a hacerte daño - Su respiración era rápida, lo había hecho correr y seguía sosteniéndome del brazo.
-No tenemos nada de qué hablar.
-Sabes que sí, ¿por qué corrías? te estaba llamando
-Suéltame por favor, me estás haciendo daño - Al darse cuenta me soltó, me había sostenido muy fuerte - ¿Qué quieres Rodrigo? sí te escuché, pero estas ocupado, no sé para qué me buscas si estas bien acompañado y los terceros siempre sobran – no pude ocultar mis celos.
-No hables así, no eres la tercera de nada, tú nunca sobras y lo sabes, déjame explicarte lo que pasa – moví la cabeza negando, no quería escuchar nada, quería irme de ahí - Emma, sé lo que estás pensando y no es lo que piensas, lo que viste no significa que hay algo, no creas que soy feliz, porque no lo soy, sin ti no puedo serlo – todo lo decía como si la agarrada de mano hubiera sido fingida.
ESTÁS LEYENDO
Mi decisión
RomansaEmma estaba felizmente casada, tenía un buen trabajo, era una mujer con una vida tranquila. Sin embargo, todo cambio cuando su esposo le pidió el divorcio. Ella deberá afrontar las consecuencias de sus decisiones y entender que nunca más estará sola.