Rodrigo se detuvo apenas me vio llorar.
-Lo siento, realmente lo siento, no sé qué me pasó – comenzó a tartamudear – yo no puedo hacer esto, no soy esa clase de hombre. Discúlpame por favor.
No podía moverme, estaba paralizada bajo su cuerpo, solo me había besado de una forma muy intensa, pero solo pensar que habría podido pasar después me había asustado de tal manera que impedía que yo pudiera hacer algo.
-Emma, escúchame por favor, realmente lo lamento, sabes que no soy ese tipo de persona, no soy capaz de humillarte – Rodrigo estaba llorando.
-Te amo con toda mi alma y prefiero morir antes que cometer una locura.
Sin haberlo pensado mis manos estaban sobre mi vientre, tratando de proteger de esa forma a mi bebé. Escuchaba las disculpas de Rodrigo, pero no podía reaccionar, estaba segura que no iba a abusar de mí, pero el hecho que me hubiera besado de esa manera me había asustado.
-Emma, debes entenderme, me volví loco cuando me contaron que te habían visto almorzando con Javier, no podía creer que me hayas reemplazado tan rápido. Unos días antes nos habíamos visto, me había hecho sentir muy mal por dejarte, luego me contaron esto y pensé que él estaba aprovechando la situación.
Así que ese había sido el motivo por el cual había actuado de esa manera, lo empujé con todas mis fuerzas, todo el susto que tenía había sido reemplazado por la cólera y la indignación. No podía creer que por un ataque de celos haya reaccionado de esa manera.
Me paré de la cama y fui directo al baño, nuevamente me hizo sentir sucia, aunque estaba vez la diferencia era que lo odiaba. Mientras que, me tranquilizaba, escuchaba sus pasos en la habitación, por lo visto no tenía planeado irse, no iba a dejarme en paz.
No podía quedarme permanentemente encerrada en el baño, así que tenía que enfrentarlo, no sabía por dónde empezar, pero estaba segura que tenía que decirle todo lo que pensaba de él. Me miraba al espejo y pensaba que todo lo que teníamos estaba deshecho, el amor y la confianza habían desaparecido. No podía permitir que volviera a humillarme de esa manera, aunque eso significara que no volviera a verlo.
Tras unos minutos, decidí salir, él estaba sentado al borde de la cama, estaba inclinado hacia delante, cogiéndose la cabeza con las manos. Estaba arrepentido, pero lo que había hecho no podía perdonárselo.
-Parece que estas arrepentido de lo que has hecho – respiré tranquila porque la fuerza había regresado.
-Por favor, perdóname, esta situación me superó y cometí un grave error.
-¿Error? ¿crees que fue un simple error? Tratar de forzarme no lo puedo considerar como tal.
-Estuvo mal, entiendo que estas molesta conmigo, pero nunca haría algo para lastimarte.
-Lo acabas de hacer, me lastimaste de la peor manera – ahora la que lloraría era yo – pensé que aún había un poco de amor.
-Te amo, eso nunca lo dudes y por ese amor tan grande es que estoy pidiéndote perdón, pensé que ibas a ceder, pero no lo hiciste y comenzaste a llorar, por eso me detuve, porque no estabas participando.
-Desde un inicio no participé, te pedí que me dejaras y no lo hacías.
-Lo sé, solo que no sé qué decirte.
-Yo sí sé que decir – tuve que respirar profundo porque una náusea se hizo presente y él no podía darse cuenta - Me acusas de engañarte, pero creo que te has olvidado de un pequeño detalle: estamos divorciados, así que engaño no existe y si yo quiero acostarme con alguien, puedo hacerlo, con quien yo quiera. Además, me parece muy hipócrita de tu parte que me reclames, cuando tú eres el que está con otra persona. Nunca te reclamé nada y sabes perfectamente que esa relación inició antes de que firmáramos los papeles del divorcio. Entonces no entiendo porque esta escena de celos
ESTÁS LEYENDO
Mi decisión
RomanceEmma estaba felizmente casada, tenía un buen trabajo, era una mujer con una vida tranquila. Sin embargo, todo cambio cuando su esposo le pidió el divorcio. Ella deberá afrontar las consecuencias de sus decisiones y entender que nunca más estará sola.