Hasta ese momento no creía en los momentos mágicos, pero ese instante lo fue, no tenía palabras para describirlo. Estábamos asombrados, mirándonos, esperando el siguiente movimiento, el cual se hizo esperar por varios minutos. No había sido nuestra imaginación, nuestro bebé se había movido y la emoción de ambos era inexplicable.
Rodrigo me miró y por su expresión sabía lo que haría y no me pude negar. Se inclinó y comenzó a hablarle a mi vientre.
-Hola bebé, soy papá – estas simples palabras hicieron que mi corazón se derritiera de amor – espero que me estes escuchando porque quiero decirte lo mucho que te amo y que me has hecho el hombre más feliz del mundo. Tengo muchas ganas de conocerte, por supuesto que mamá también.
Rodrigo no dejaba de tocar mi vientre, recorriendo por todos los lugares donde se sentían sus movimientos.
-Faltan algunos meses para que pueda tenerte en mis brazos, prometo amarte y cuidarte por el resto de mis días.
-Sabes que todo lo que estás diciendo me está haciendo llorar.
-Emma, no sabes cuanto la amo y aún no la conozco. Sé que no estamos en el mejor momento, pero te ruego que no me alejes de ella.
-No lo haré, te lo prometo
-Y yo te prometo siempre estaré para ustedes, aunque lo de nosotros haya acabado.
Rodrigo se echó nuevamente a mi lado, la bebé había dejado de moverse, a partir de este momento debía sentirla todos los días, definitivamente esta fecha estaría marcada en mi calendario.
-
Mi relación con Rodrigo seguía siendo la misma, pero estas dos últimas semanas todo había vuelto a hacer como antes, compartíamos tiempo juntos, prácticamente estaba viviendo de nuevo en el departamento, pese que en varias ocasiones tuve ganas de pedirle que se vaya, pero verlo durmiendo me apenaba.
Había vuelto a ver a Gaby y tras un breve chequeo había verificado que todo andaba bien con mi embarazo, pero siempre con la precaución de mi presión, la cual podía elevarse en cualquier momento, por ello, debía mantenerla controlada.
Ya había retornado a trabajar, todos me trataban como una muñeca frágil, en cierto aspecto era incómodo porque no me dejaban trabajar con normalidad. Rodrigo se había encargado de contactar con todos mis compañeros para que me tuvieran vigilada y que al mínimo suceso le avisaran.
Esa tarde estaba tranquila, cuando me avisaron que me buscaban, pensé que se trataba de una de las personas a entrevistar, pero cuán equivocada estaba.
-Hola Emma – al principio no la reconocí, pero su forma en dirigirse hacia mi escritorio hizo que recordara donde la había visto.
-Dime ¿Qué necesitas? - no entendía su visita y tenía miedo que vaya a afectar a mi bebé.
-Es importante que hablemos, han pasado muchas cosas y es necesario que las sepas.
-¿Cosas? No entiendo por qué a mi me importaría que te pasen cosas.
-Sabes que me refiero a lo que hubo entre Rodrigo y yo.
-En ese caso, ese tema no es de mi incumbencia, sabes que estamos divorciados.
-Sé que han regresado.
-Te equivocas, pero no soy yo la que debe darte explicaciones.
-No entiendo porque no lo puedes dejar en paz – podía ver que se estaba exaltando, así que le envié un mensaje a Rodrigo, pidiéndole que venga lo más rápido a mi oficina, debía agradecer que estaba cerca según lo último que conversamos.
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Mi decisión
RomansaEmma estaba felizmente casada, tenía un buen trabajo, era una mujer con una vida tranquila. Sin embargo, todo cambio cuando su esposo le pidió el divorcio. Ella deberá afrontar las consecuencias de sus decisiones y entender que nunca más estará sola.