Capítulo 23

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Estaba molesto, no estuvo a mi lado durante la fiesta, pero seguía cada uno de mis movimientos, tanto que me irritaba su mirada. Aún recordaba las palabras de ella, en especial la parte que me había dicho que yo era de las mujeres que siempre las aman y no de las que nunca elegían, eso me dolía tremendamente porque pude entender por todo lo que estaba pasando, no la justificaba, pero una parte de mi la compadecía.

Javier se dio cuenta de la tensión entre Rodrigo y yo y tras interrogarlo vino a mi sitio a hacerme entrar en razón, lo cual no creía que era necesario, así que decidí bailar con él con la intención que olvidara el tema, cosa que no sucedió.

-Conozco esta táctica, ya la has hecho antes, eso no te librará de contarme.

-No tengo nada que contar – yo seguía bailando, no lo podía hacer como antes, pero creo que me desenvolvía bien.

-Emma, Emma eres tan predecible, en un momento dirás que estas cansada y pedirás que te lleven a la casa.

-No había pensado en hacerlo – bueno sí lo hice, pero aún no era el momento de usarlo.

-Sería bueno que entiendas que Rodrigo está preocupado, teme por tu salud y la de la bebé.

-Ya le dije que estamos bien, no me dijo nada malo ni hubo amenazas, fue una conversación tranquila.

-Si hubiera sido tranquila ¿por qué no la cuentas?

-Porque es algo personal, ella me confió algo y prefiero guardarlo.

-Sigo creyendo que debes decirlo, el no hacerlo solo te seguirá trayendo problemas con él.

El baile y la conversación se acabó debido que lo llamaban para que parta el pastel. No era justo que en medio de su matrimonio esté preocupado por mí, así que lo mejor era irme de ahí.

Me acerqué a la mesa y busqué mi cartera, la cual se había caído, buscaba con la mirada a Rodrigo y no lo encontré, así que no me quedó de otra que agacharme a recogerla. Estaba sentada en la silla, inclinada hacia un lado intentando llegar a ella cuando sentí que esta se ladeó, entré en desesperación esos segundos, temiendo por una caída que podría ser fatal para mi bebé.

No sé en qué momento él ya estaba a mi lado, estabilizando la silla, evitando que me cayera. Mi corazón se había acelerado y mi respiración era muy rápida, me dio de un vaso con agua para tranquilizarme y no dejada de darme leves masajes en la espalda, dándome apoyo ante lo sucedido.

-No te costaba nada avisarme que se había caído – no podía deducir su tono de voz, estaba entre molesto y asustado.

-Te busqué, pero no te encontraba, mi celular estaba dentro de la cartera así que no podía llamarte.

-Estaba detrás de ti, no hay forma que te deje sola y menos con lo que pasó hace unos minutos.

-Ya te dije que no debes preocuparte y acepto que debí haberte esperado para que me ayudaras a recogerla.

-Que bueno que entiendas algo de mi posición, porque últimamente solo sabes darme la contra – estaba por responderle y sonó la canción de nuestra boda – Vamos, recordemos viejos tiempos.

"Y estoy aquí, tan enamorado de ti, que la noche dura un poco más.

El grito de una ciudad, que ve nuestras caras la humedad.

Y te haré compañía más allá de la vida, yo te juro que arriba te amaré más."

No pude evitar lagrimear, recordaba cada detalle de mi boda y lo feliz que fui ese día. Tener a Rodrigo junto a mí en ese momento, era muy reconfortante, porque sabía que él estaba pensando en lo mismo que yo.


Hace cinco años


Llevaba dos meses sin ver a Rodrigo, todas las noches veía su mensaje en mi celular, cada vez que lo leí pensaba en lo tonta que había sido, pero no había forma de remediarlo, no podía retroceder el tiempo y dejar que hablara, que me explicara lo que sentía antes de tomar una decisión

Tampoco la había visto a Gaby, hablábamos muy poco por mensaje, habíamos comentado un par de cosas, totalmente diferente a lo que hacíamos antes. Ese tema no lo habíamos tocado, era mejor así, tenía que olvidarlo.

Estar en un nuevo trabajo había ayudado a distraerme, tenía que enfocarme en mis nuevas funciones, lo cual no me daba tiempo de pensar en lo sucedido, por lo menos cuando me encontraba en la oficina.

Tenía que pasar la página, ya no quería pensar en él, así que no tuve mejor idea que hacerle caso al viejo refrán: "un clavo saca a otro clavo". No sabía por donde empezar, sentía que no tenía opciones, pero grata fue mi sorpresa que más de un compañero de trabajo era amable conmigo, así que probé si eran ciertas mis sospechas.

Dos me atraían, ambos cumplían con una serie de requisitos que mentalmente había establecido para que me ayudarán a olvidar a Rodrigo, sabía que era egoísta de mi parte, pero estaba segura que no jugaría con ellos, solo intentaba distraerme.

El primero de ellos me invitó a la inauguración del restaurante de uno de sus amigos, estaba ubicado cerca al mar, así que la vista era fantástica, la cual aproveché en tomarle varias fotos.

Había sido una velada muy agradable, pero no llegué a sentirme completamente cómoda, faltaba algo, no había esa conexión.

Decidimos ir a un bar, con un ambiente más alegre y no tan tranquilo como el restaurante. Estábamos bebiendo unos tragos cuando un grupo de hombres se sentaron al frente de nuestra mesa y uno de ellos me quedó mirando, lo cual hizo que casi derrame mi bebida.

Era Rodrigo, mi suerte era tan buena que había llegado al mismo lugar donde me encontraba. Todos mis esfuerzos para que nuestras miradas no se cruzaran, no funcionaron, lo cual hizo que me perdiera de la conversación que estaba teniendo, causando malestar en mi acompañante.

Preferí irme, no esperaba verlo y menos cuando me encontraba en medio de una cita. Todo se había enfriado, mi entusiasmo había desaparecido, así que la salida había terminado en un fracaso.

Después de dos semanas me animé nuevamente a salir, en esta oportunidad sentía que me llevaba mejor con este compañero, era muy divertido y atento, me gustaba compartir tiempo con él. Me había acompañado en dos oportunidades a mi casa, estaba de camino a la suya, así que me había llevado en su auto.

Esta vez fue el cine, ambos elegimos la película, la cual tenía buenas referencias y esperábamos que no decepcionara. Habíamos comprado la gaseosa y canchita, estábamos por ingresar a la sala cuando me di cuenta que tenía la peor suerte del mundo, este conspiraba en mi contra: Rodrigo y Gaby estaban al frente de nosotros y no había forma de esconderme, me veían directamente y más cuando mi amigo decidió cogerme de la mano para buscar nuestros asientos.

Juro por todos los santos que me había esmerado para que esta cita saliera bien, hasta había combinado mi ropa interior por si la situación lo ameritaba, aunque no fuera algo que buscaba, pero verlo ahí hizo que todo se viniera abajo.

Sus asientos estaban detrás de los nuestros, Rodrigo estaba exactamente detrás de mí, así que durante toda la función tuve que soportar los golpes que daba, en especial cuando me abrazaron. Además, ambos me mandaron mensajes.

"Por él me rechazaste" Rodrigo.

"Emma, definitivamente tienes mala suerte" Gaby.

"No creí que fueras a reemplazarme tan rápido" Rodrigo.

"Me malograste mi salida, no puedo controlarlo" Gaby.

"Será mejor que te vayas rápido, porque quiere ir a encararte" Gaby.

"Tenemos que hablar" Rodrigo.

No le respondí a ninguno de los dos, no estaba haciendo nada malo, no era engaño y tenía todo el derecho de rehacer mi vida.

Mi decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora