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—Toma, ve por más.

El menor tomó el balde, y se acercó a la orilla, llenándolo de agua.

Se devolvió, y le entregó el balde con agua al mayor.

Este lo dio vuela sobre la arena, y la metió en el balde, creando así otra parte del castillo que construían.

Ambos siguieron en su mundo, construyendo el castillo, su castillo.

—Según yo esta quedando bien, se ve bien.

—Está hermoso, sobre todo porque es nuestro castillo.

—¿Somos los reyes entonces?

—Así es —TaeHyun se alejó un poco, solo para observar de mejor manera el castillo—. Bien, solo ponemos una torre por ahí y estará listo —TaeHyun señaló un lugar, y BeomGyu asintió.

Ambos siguieron construyendo la última torre de su castillo, y cuando lo consiguieron, ambos sonrieron satisfechos.

TaeHyun fotografió el castillo desde muchos ángulos, y también fotografió a BeomGyu junto al castillo.

Ambos reían felices.

Ambos estaban siendo felices.

BeomGyu sabía que su felicidad la causaba TaeHyun y su personalidad, su sonrisa, su risa. Cada aspecto del mayor lo hacía reír y sentirse más enamorado.

Su felicidad estaba atada a TaeHyun.

¿Debía preocuparse por eso?

Junto a TaeHyun, BeomGyu sentía que el tiempo se congelaba, y ambos eran los únicos en el planeta.

Se encerraban en su burbuja de felicidad y amor.

La sonrisa en el rostro del menor era como un tatuaje, imposible de borrar.

El día se estaba yendo.

El tiempo juntos se les agotaba.

Pero no les importaba en absoluto.

Siguieron riendo, y sonriendo.

TaeHyun se sentó en la arena, y BeomGyu se sentó frente a él, apoyando su espalda en el pecho del mayor.

TaeHyun rodeó su cintura con sus brazos, teniéndolo cerca, sin dejar que se alejara un poco.

—¿Te había dicho ya que te amo?

—Si, pero siempre me encanta escucharlo.

La sonrisa de BeomGyu se hizo más grande.

BeomGyu giró su rostro, dejando que TaeHyun lo besara suavemente.

—Va a ser complicado —el mayor apoyó su frente contra la del menor—. No sé si podré estar lejos de ti un segundo.

—Será poco tiempo, lo prometo. Me tendrás en tus brazos antes de lo que te imaginas.

—Te estaré esperando, cada segundo que me queda de vida.

—Espero que cuando llegue tengas chocolates para mí, si no me devolveré —BeomGyu rió—. En realidad no lo haría, pero si quiero chocolates cuando llegue.

—Como usted ordene, rey —TaeHyun puso un tono de voz más grave, antes de reír.

Ambos sentían esa extraña sensación en el estómago, lo que la gente denominaba "sentir mariposas".

Mariposas, que con cada mentira van muriendo, que con cada desilusión desaparecen, y que con cada llanto se hacen más débil.

Y TaeHyun sabía aquello.

engaño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora