XXIII

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Shang QingHua tenía deberes más importantes que ir a consolar al mocoso deprimido del hijo de Shen Qingqiu. ¡Yue QingYuan no tenía porqué obligarlo a dar sus condolencias y palabras de apoyo solo porque el niño se veía abatido! ¿Qué era? ¿Una viuda?

Ese niño tendría suerte de formar parte del harén de Luo BingHe si es que no lo asesina junto a Shen Qingqiu en un par de años cuando regrese a cobrar su venganza en contra de su maestro. Lo más probable es que termine siendo una de las esposas olvidadas, incluso si es sobrino de Liu MingYan y la belleza de ambos llega a poder compararse en un futuro.

¡Qué había hecho él para merecer semejante castigo! ¡no era nada más que el miserable autor de una de las mejores novelas Xianxia -y porno- del momento!

[Este sistema tiene una gran lista de fracasos y acontecimientos tanto en su vida pasada como en esta, que lo han llevado a su desgracia. Estaría muy feliz de enumerarlas para usted.]

¡ Cállate!

[¡Ti cilliti!]

¡Y lo peor de todo es que tenía un sistema que siempre estaba en su contra! ¡nunca lo apoyaba o ayudaba en nada el muy maldito!

Tenía que tener la voz Envy(*) en su forma de homunculo todo el tiempo, humillandolo dentro de su cabeza.

Todo comenzó cuando estaba comenzando el borrador de su siguiente historia. Su editor había estado demasiado enfadado con él por no haber presentado avances desde que estaba planificando el final de CODI y le había dado un ultimátum para terminarlo esa semana si es que no quería ser penalizado por la editorial por el retraso. No iban a despedirlo cuando su primer obra estaba siendo un éxito masivo, pero si podían negarle el adelanto que había solicitado para mejorar su computadora y permitirse apartar unas figuras de sus waifus favoritas que acababan de salir en Japón. ¡No podía permitir que le negaran ese gusto!

El plan de su semana era sencillo: comer, rezar porque no le llame su editor y amar su habilidad para escribir bajo presión. No podía ni siquiera dormir durante esos días.

Comer, rezar y amar(*)

Sencillo.

El penúltimo día antes de entregar el primer borrador se preparó una taza de ramen para continuar con lo que le faltaba, todo iba de maravilla hasta que lo derramó sobre el teclado. Por el susto se levantó de su silla y se tropezó con los cables de la computadora. ¿Quién diría que también se electrocutaria en ese mismo momento? ¿Qué era esa extraña secuencia de momentos desafortunados? ¿Destino final(*)?

No podía ni imaginarse al casero de su apartamento entrando para cobrar la renta atrasada o para sacarlo y encontrar un viejo cuerpo chamuscado frente a la computadora donde hay ramen podrido y un borrador de novela xianxia para adultos. No podría pedir que se lo trague la tierra cuando ya lo iban a enterrar, pero la vergüenza ante semejante vista era la misma.

Tal vez era algo parecido a la transición o un proceso que te lleva a la muerte. La luz al final del túnel quizá, pero escuchó una voz robotica que hablaba sobre la carga de un nuevo mundo. Nunca imaginó que su muerte sería así, pero esperaba que en su siguiente vida continuara siendo un chico de familia rica al que le dejan hacer su vida como escritor porque tienen dinero para derrochar durante generaciones.

Cosa que no pasó.

Cuando despertó descubrió que había transmigrado a su primer y más reciente novela: El Camino del Orgulloso Demonio Inmortal.

¡No jodan!

No solo transmigró a su novela, sino que renació como el traidor de la historia.

El señor de la Cumbre de An Ding, Shang QingHua.

Hijo De Una Clara Canción De Otoño |SAVE| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora