Capitulo 23

1.7K 124 26
                                    

-No lo sé. Así parece. Tal vez sólo soy yo, que soy condenadamente sensible al respecto. -Suelta una risita.

La urgencia de admitir algo sobre mí juega a las escondidas dentro de mí. Quiero hacerlo, pero no sé si puedo.

-Así que sí, gracias. Por todo. La ayuda aquel día, pasar el tiempo con ellos porque querías... Y ahora he terminado. Eso fue suficiente de mi sentimental historia de vida.

Tomo algo de su valentía, asombrada de lo protector que es con su familia.

-No es una historia sentimental. Lo entiendo, es decir, no de la misma forma. -Estudio el piso mientras caminamos. -Pero la lástima, la entiendo.
-¿Quién? -pregunta.
-¿Todos? -Mi risa no es real.
-¿Quién? -pregunta de nuevo.

¿Cómo lo sabe? Tal vez la pregunta más importante es ¿puedo decírselo?

-¿Pensé que habíamos terminado con las historias sentimentales?
-Nop. -Sacude su cabeza. -No vas a salirte de esta. Sólo esto, y después si habremos terminado. -Empuja mi brazo con el suyo y sí, eso me marea un poquito.

Los mareos tienen poder...

-Dos personas, mayoritariamente. Un chico en la secundaria y, y mi mamá.

Samuel maldice en voz baja, pero no hay disculpa. No hay lástima.

-Entonces, ¿cómo terminaste siendo un entrenador?

Haría lo que fuera por cambiar de tema. Además, todavía hay un montón de cosas que quiero saber de él. ¿Por qué trabaja tan duro? ¿Qué le pasó a Miguel? ¿Quién los dejó para que él dude tanto de las personas?

-Miguel. Todo vuelve a él, ¿no? -Su voz sonaba triste. -Me obsesioné con el cuerpo humano. Este realmente puede hacer cosas increíbles, __(tn) Lee.

Ahí está el apodo de nuevo. Me pregunto de dónde viene.

-Es la única cosa por hacer, y tengo que hacer algo, ¿sabes? Es mi hermano, mi familia. -Samuel saca su cutícula como si estuviera nervioso. Nunca lo había visto nervioso antes. -Es mi trabajo cuidar de él, de ambos, pero de él especialmente. Cuando obtenga mi título, voy a hacer lo que sea para ayudarlo a caminar otra vez.

Algo dentro de mí... cambió. Es como si mis ojos hubiesen sido abiertos y lo veía. Realmente lo veía por primera vez. No al chico hermoso, coqueto, al que tiene todas las chicas echándole un vistazo en el gimnasio. No al chico que rechaza la ayuda o se pone nervioso cuando hablamos de su hermano o su condición. No, veo al chico que ni se inmutó al ver mi peso. Al que boxeó conmigo y se rió cuando lo golpee. Al chico que haría lo que fuera por ayudar a las personas. Personas como yo o como Miguel.
¿La parte atemorizante? Esa que me hace querer girar y correr mi gran trasero hacia el auto y nunca mirar atrás, es que me he dado cuenta lo mucho que me gusta lo que veo. Y eso no puede ser bueno para mí.

-¿Título? -Mi voz me falló.
-Fisioterapeuta. Pronto terminare la universidad, lo necesito. Estoy aburrido de hablar de mí, sin embargo. Dime algo sobra la determinada reina del boxeo que no sepa.

Tengo problemas para no tropezarme.

-Ummm. No hay mucho que decir.
-¿Qué? Las chicas hablan y hablan de sí mismas, ¿no es así? Estoy dándote una oportunidad de oro. -El me golpea con suavidad de nuevo. -Soy bueno en esto, ¿no?

La risa se me escapa de los labios.

-No, en realidad creo que deberías ir a un doctor porque hay algo seriamente mal contigo. ¿No me dijiste el otro día que no entendías a las chicas?
-Diablos, olvidé toda aquella honestidad de aquel día. Ahora está jodiendo mi juego.

Mis pies se pegaron impidiendo que me movieran. Samuel se detiene, también, lanzándome una de sus miradas confundidas, buscándome, intentando ver dentro de mí.

-¿Por qué hiciste eso?
-¿Hacer qué? -Empujó esa misma hebra de cabello que amenazaba con moverse de su lugar.
-Decir que era ardiente en el gimnasio. Decir que las cosas están jodiendo tu juego.

Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, desee que tuviera la habilidad de retirarlas, pero estás se seguían reproduciendo en mi cabeza. ¿Podría decir algo más patético? Pero el hecho es que de verdad necesito saber.

-No lo sé... Supongo que lo llaman coquetear. Tal vez hayas escuchado sobre eso. Es cuando una chica o un chico...

Sus palabras me dieron un ímpetu aún más fuerte que la corrida que acababa de dar. Mi piel se quemó con el calor. ¡Samuel acaba de admitir que está coqueteando conmigo!

-Ya sabes a lo que me refiero.

A pesar de mi estado de sorpresa, me imaginé que tendría que presionar a que algo saliera de mi boca.

-En realidad, no.

El cruza sus brazos. ¿Frustrado? Casi luce de esa forma.

-Samuel...

En vez de responder, echa un vistazo a su reloj.

-Debo irme. Tengo que ir al trabajo pronto. Será mejor que volvamos.
-¿Siempre estás trabajando?
-Eh, -dice, pero yo sé que la respuesta es sí. ¿Cuántas veces he escuchado sobre los turnos extras?

La caminata de vuelta a su auto fue callada. El camino al gimnasio, aún más silenciosa. Abrazo mi bolso, un poco desanimada porque no necesité la ropa que llevaba dentro. Cuando llegamos a Volvámonos Físicos, el apagó el motor.

-Así que, ¿de vuelta a nuestra agenda? No vas a abandonarme, ¿cierto?

Su pregunta me hace sonreír. En realidad, no puedo esperar.

-Nop, no voy a ninguna parte. Puede llevarme algo de tiempo, a veces, pero cuando decido que voy a hacer algo, lo hago.
-Sabía que eras así. Desde el principio podía notarlo.

Samuel sale del auto y agarra su bolso de gimnasio, de modo que yo también lo hago.

-Buen trabajo hoy, __(tn) Lee. Nos vemos pronto.

Él comienza a alejarse pero se detiene.

-Eres diferente, ¿lo sabías? Y a propósito, me gustan tus ojos. -Samuel me lanza un guiño y camina mientras yo tengo problemas para esconder la sonrisa tonta que se me ha pegado en el rostro. Y por más que esté deseando una bebida para celebrar o un batido Berry Berry Blast, me voy a casa.

ENTRENADOR PERSONAL; Vegetta777 -ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora