Capitulo 22

1.7K 128 13
                                    

Samuel me alcanza la botella y se sienta a mi lado. Él tiene sus manos enganchadas, rodeando sus piernas con sus brazos, pies en el suelo, una posición completamente relajada. Idiota.
Pero entonces noto que acaba de ayudarme a ver algo que me ha tenido curiosa todo este tiempo. La manga de su remera está lo suficientemente arrugada hacia arriba para dejarme ver su trabajado brazo y el tatuaje en él. Es algún tipo de símbolo. No estoy segura qué significa, y luego hay un nombre debajo de él.
Miguel.
Tiene un tatuaje con el nombre de su hermano. Es genial en tantas formas diferentes, pero también me hace preguntarme un montón de preguntas. Él es tan reservado cuando se trata de su hermano, que la declaración en su brazo me sorprende.
Mi corazón ha dejado de latir rápidamente. Está enterrado en alguna parte cerca de mis pies.

-¿Me estás echando un vistazo? -pregunta con una sonrisa en su voz, sólo que no puedo responder. Sigo mirando el tatuaje. Todas las líneas arremolinadas del diseño. Cada una de las letras escribiendo el nombre de Miguel. Wow... Siento como si me fuera a enfermar, sólo que no tiene sentido.

-¿Qué? -mira hacia abajo. -Oh. Significa hermanos, y el otro para siempre.
-Es genial. Me gusta.

Samuel arregla su cabello. El tenso Samuel está de vuelta. Está callado, y yo también lo estoy porque no sé si debería decir algo o no. El aire alrededor es denso. Probablemente sean las ocho, pero me siento caliente y no estoy segura que tenga algo que ver con la corrida de hace unos minutos. Hay algo en él que hace locuras conmigo. Desearía saber como lo hizo.
Podría haber pasado un minuto o una eternidad cuando habló de vuelta. Es difícil decir.

-Pasaste tiempo con mi familia ayer.

Él me mira, y hay algo diferente en sus ojos. No es juguetona, ni engreída, ni tensa. Me tome un momento darme cuenta lo que es. Es vulnerabilidad, y me roba el aliento. Tanto que simplemente soy capaz de asentir.

-Y no preguntaste por mí. No buscaste respuestas. No mencionaste que te había dejado esperando. Sólo... pasaste tiempo con ellos. Como si quisieras hacerlo.

Hay algo en su voz que la hace sonar llena de admiración, como si hubiese hecho algo excepcional o algo. No soy excepcional. Sólo soy yo.

-Umm, sí. Fue divertido. Miguel me venció a las cartas y tu mamá es increíble.

Otro largo silencio.

-¿Es por ellos que estás aquí ahora mismo?

Su pregunta me confunde. Pequeños recortes de nuestra pelea aparecen en mi cabeza. Cuando preguntó si tener un hermano paralítico lo excusaba. ¿Piensa él que estoy aquí porque siento pena por él?

-No... Pero todavía estoy enojada contigo, también. Es decir, hay una parte de mí que lo entiende, pero hay otra parte que dice que no era mucho pedir que levantaras el teléfono.

Él gira su cabeza, todavía en esa posición relajada, y me mira. Tiemblo. Es tan hermoso. No debería pensar así, pero lo hago.

-¿Pero todavía estás aquí? -Hay tanto detrás de esa pregunta que no entiendo, pero igualmente escucho.
-Todavía sigo aquí. -Mi respuesta coincide con la pregunta en la suya.

Un auto se detiene en el estacionamiento detrás de nosotros. Un segundo después, una bicicleta se desliza por allí. La gente había comenzado a aparecer y no lo había notado. Samuel se pone de pie.

-Vamos. Caminemos. -Él me ofrece su mano, lo cual es extraño en muchos sentidos. Es decir, es dulce, pero extraño. Ningún chico había hecho eso para mí antes. Me recuerda a una película o algo así, pero empujo esos pensamientos lejos y lo dejo ayudarme. Cuando me suelta, extraño su tacto. Después de caminar un corto trecho.

-Nunca te disculpaste, tampoco.

Estoy perdida en el hecho de que no sé por qué debería disculparme. Aparentemente, él lee mi confusión.

-Porque tengo un hermano en silla de ruedas. No puedo decirte las veces que la gente conoce a Miguel y me dicen que lo sienten.
-Apesta, no me malinterpretes, pero el luce feliz. Como que se ha ajustado bien y esas cosas.

Samuel resopla, lo cual no era la respuesta que esperaba.

-Lo está. Miguel es un chico tan fuerte. Eso es lo que hace todo eso incluso peor.
-Sí.

Samuel me corta antes de que pudiera terminar.

-Escucha, quiero disculparme de nuevo por no aparecer el otro día. Mamá necesitaba ayuda con algo y no quería decir nada porque... Supongo que estoy condenadamente cansado de que sea una excusa para todo, bueno o malo. La gente se pone incomoda cuando tiene que ver con Miguel. Ellos nos tienen lástima o no saben cómo lidiar con eso, así que simplemente no lo hacen.

Hay una conexión entre nosotros que nunca hubiese esperado. Cada una de sus palabras enciende una llama en mi corazón porque me siento de la misma forma. Odio la lástima. Recuerdo la forma en que rechazó mi ayuda, la mirada que me lanzó.

-El primer día, cuando te ayudé, no era mi intención que creyeras que...
-No, no. -Me detiene con su mano. -De acuerdo, tal vez sí un poco, pero eso fue diferente. La forma en que saltaste a ayudarnos de esa forma, -se encoge de hombros. -Fue genial. No había nada de esa incomodidad, ¿sabes? Como si te hubieses sentido en la obligación de ayudar, y su parálisis fuera contagiosa al mismo tiempo. Odio eso.

Comenzamos a caminar otra vez.

-Wow, ¿la gente realmente reacciona de esa forma? -No es como si fuera un leproso o algo parecido...

ENTRENADOR PERSONAL; Vegetta777 -ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora