Capitulo 25

1.6K 117 6
                                    

-Yo...- ¿Yo qué? Mi boca se abre, tratando de decirle que creo que puedo hacerlo, pero por alguna razón, las palabras no salen.
-Te lo dije, creo que la gente puede hacer cualquier cosa. Eso lo aprendí de mi hermano pequeño malcriado. Ahora tienes que empezar a creer que puedes hacerlo. Aquí,- me toca la frente y me estremezco. -Y aquí-.

Él pone una mano sobre mi corazón. Ahora, mis piernas se debilitan y no tiene nada que ver con el entrenamiento que acabo de tener.

-En serio, creo que... tengo que pensar que si quieres algo lo suficiente, si encuentras una manera de hacértelo creer, va a suceder. La pregunta es, ¿puedes hacer eso?

No estoy segura de que puedo hacer cualquier cosa. No en este momento, con la forma en que su mano está sobre mí. Vergonzosamente, ni siquiera confío en mí misma para hablar así que en vez, yo asiento con la cabeza.
Lógicamente, sé que él está tratando de ser de apoyo. Esa parte de esto viene de su hermano, pero ¿no puedo fingir que es todo acerca de mí? ¿Que le importa, que quiere tocarme tanto como mi cuerpo quiere ser tocado?

-Tienes que tener fe, __(tn). Y recuerda, estás construyendo músculo. No siempre va a ver una gran caída. Y odio decir esto, pero como tú dijiste, no te has pesado en mucho tiempo. La semana pasada podría haberte retrasado más de lo que crees.

Su mano todavía está allí. ¡Auxilio! ¡Su mano todavía está allí y no sé qué hacer! Empareja eso con mi necesidad de creer que tiene razón. Mi deseo de tener realmente fe en que yo puedo hacer esto y yo soy un desastre en estos momentos. Arriba, abajo, atrás, adelante. No sé ni me importa en este momento. Es sólo un pequeño detalle, pero lo siento en todas partes. Desde la punta de los dedos de los pies hasta la parte superior de mi cabeza, yo lo siento.
Dejando caer su mano, él da unos pasos.

-Nos vemos la próxima vez.

Tan rápido como mis piernas me llevan, sin que se vea como si estuviera huyendo, lo hago sólo eso: huir. En el vestuario, me lavo a velocidad simulada o como sea que vaya diciendo. Mientras me estoy poniendo mis jeans y camisa púrpura abotonada. Me pregunto qué diablos está pasando. Él me tocó. Al igual que, de una manera diferente a lo habitual. O tal vez me estoy imaginando cosas, pero sin duda se sentía diferente.
Me deslizo un poco de brillo sobre los labios, un poco de rimel y he terminado.
Sin dirección, mis ojos escanean el gimnasio por Samuel, pero yo no lo veo. Al salir, él está allí en un par de pantalones cortos blancos. Son largos como los chicos los usan, apoyándose a la mitad de la rodilla, y una remera negra. Me debe haber tomado más tiempo para estar lista de lo que yo pensaba si él está fuera y cambiado en ese periodo de tiempo.
Antes de que él me vea, la van de su madre se detiene enfrente de él. La puerta lateral se abre y Miguel está sentado allí. Un segundo después, su mamá camina alrededor del vehículo.

-¡__(tn)! ¡Hola!- Ella me saluda frenéticamente.

Samuel azota alrededor, me da un rápido movimiento de su cabeza y luego se vuelve hacia su hermano.

-¿Qué pasa, chico?- Él juguetonamente empuja el brazo de Miguel. -Ah, y hola a ti también mamá.

Le sonrío a ellos, pero aún tengo que conseguir una palabra.

-Amigo,no tengo cinco años, deja de llamarme chico-, dice Miguel. Y cuando Samuel le revuelve el pelo, -Tú apestas.
-Está bien, basta ustedes dos.- Marcela me hace señas, así que me uno.

No puedo apartar mis ojos de ellos y la forma en que interactúan entre sí. He visto a Marcela y Miguel, pero es aún diferente añadir a Samuel a la mezcla.

-Tú apestas- Samuel lanza de nuevo a su hermano como si fuera él el que tiene cinco. Esto va a sonar estúpido, pero si no hubiera tenido la calidez y el hormigueo de él antes, estoy consiguiendo definitivamente un caso de ellos ahora. No importa qué, es obvio lo mucho que ama a su hermano.

-Yo sabía que Miguel tenía su práctica y quería ir.- Él se encoge de hombros como si no fuera gran cosa, pero por la forma en que los ojos de su mamá estan abiertos, estoy bastante segura de que es una gran cosa.
-Wow... ¿mi demasiado responsable hijo tomó tiempo libre? Es un milagro, pero bien merecido.- Ella me mira y luego de nuevo a él.
-Déjalo, mamá.

Trato de seguirlos a ellos y me encanta.
Y entonces, como si acabara de cuenta de que no lo había hecho y que es una regla que tiene que, Marcela me da un abrazo rápido. Sus uñas son cortas, sin pulir y su maquillaje se ha ido.
Mamá nunca sería atrapada muerta con las uñas, como las de ella.

-¿A qué hora es la práctica, Miguel?- Samuel pregunta.

Todavía no me ha reconocido. Me hace sentir estúpida por estar aquí.

-Es dentro de diez minutos, como si no lo sabías. Vamos a llegar tarde si no nos damos prisa.
-Está bien. Podemos volver por mi coche después.- Samuel me da una sonrisa rápida. -Nos vemos más tarde, __(tn) Lee.

Luego se vuelve cuando él va a entrar, el Samuel del parque se ha ido y es el Samuel distante. Yo no lo entiendo. ¿Por qué él es diferente conmigo alrededor de su familia?, a menos que... a menos que se avergüence de mí.

-¡Oh!- Marcela da saltos como si ella acaba de tener la mejor idea del mundo.
-¿Quieres venir con nosotros, cariño?- Ella me mira. -Sé que a Miguel le encantaría. Este chico va buscar algún motivo para presumir. Cartas, baloncesto.

Abro la boca para decir que no, pero Samuel me gana.

-Estoy seguro de que tiene mejores cosas que hacer que estar con nosotros.

Aunque iba a decir que no de todos modos, el hecho de que él lo hizo por mí, duele.

-Vamos, __(tn).- Miguel añade. -Samuel es demasiado gruñón.
-No lo soy.
-Es así.- Los dos van en ella otra vez.
-Gracias por preguntar, Miguel, pero tengo unos recados que hacer. ¿Por qué no llevas un registro de cuántas canastas haces y me dices más tarde? Apuesto que consigues un montón.- Mi voz es triste porque de repente realmente quiero ir a verlo.

Miguel asiente con la cabeza y luego mira hacia abajo como si estuviera decepcionado. Mis ojos lo dejan y encuentran los de Samuel, que están puestos en mí. Es uno de esos momentos en que me siento como si estuviera viendo más de lo que estoy tratando de mostrar. Tal vez incluso más de lo que yo sé.

-A la mierda los recados. Deberías venir- Las palabras salen corriendo de su boca como si no sacarlos rápidamente, va a explotar.

Ahora, yo estoy sufriendo un ataque. ¿Quiere que yo vaya o se está sacrificando algo más para su hermano?

-Yo...

Miguel y Marcela, desaparecen detrás de una cortina imaginaria. Es sólo Samuel y yo allí.
¿De verdad quieres que vaya? Trato de hacer que mi mirada diga.
Una media sonrisa hizo sus labios y como que se encoge de hombros. No es un encogimiento de hombros de lo que sea, pero un encogimiento de hombros estoy en perdida. No estoy seguro de que ninguno de nosotros sabe lo que queremos hacer y por qué.

-Vamos. Nunca se sabe, tal vez te diviertas.- Samuel sigue mirándome.
-Yo...- ¿Cuántas veces he empezado una oración con yo y nunca llegó más allá de la palabra?
-Sí- Dice.
-Sí- Le confirmo.

ENTRENADOR PERSONAL; Vegetta777 -ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora