Capitulo 21 *3/3*

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-Sip. Definitivamente uno de mis lugares favoritos. Veremos si todavía te gusta cuando terminemos. -Samuel me lanza un guiño antes de tomar algo de su camioneta y lanzármelo. Afortunadamente, logro atraparlo.

-Cielos, avísale a la chica. Podrías haberme sacado el ojo.
-¿En vez de golpearlo?
-Lo que sea. -Miro lo que me había alcanzado. Era algún tipo de barra para el desayuno. Le alcé mis cejas. ¿Qué es este tipo, psíquico o algo?
-Necesitas comer para perder peso. Sólo asegúrate de hacerlo saludablemente. Además, necesitas energía para poder correr.
-¿Cómo supiste...?
-No lo sabía, pero gracias por confirmar mi sospecha.

¡Este chico es demasiado! Me sentía de cabeza y al revés alrededor de él. Pero la parte sorprendente, era que los disfrutaba. No era como si alguna vez fuera a admitírselo.

-Apestas. -Antes de que pudiera respirar me giré dándole la espalda y comencé a comer la estúpida barra. Escucho el abrir de un paquete, dándome a entender que él también está comiendo una.

Samuel se ofrece a llevar mi botella de agua, y antes de que lo sepa, estamos caminando por el sendero que vamos a correr. Mi corazón late a casi un millón por hora. Mis palmas ya están sudando, y de verdad estoy comenzando a dudar de mi propia cordura por hacer esto con él.
Como siempre, Samuel parece saberlo. Nos detenemos ante el sendero.

-Oye. -Me giro para mirarlo.

Él camina hacia mí y no sé por qué, pero jadeo. Está tan cerca, que las mariposas en mi estómago han vuelto. ¿Por qué está tan cerca? Sus brazos me alcanza y juro que podría desmayarme, y entonces él comienza a acariciarlos de arriba hacia abajo como hace mi papá antes de darme una charla de ánimo o algo. Los chicos tienen una habilidad increíble para joder la mente de una chica. ¿Qué creí que iba a hacer él?

-Relájate, Rocky. Vas a dejar al ejercicio sin aliento, así como lo hiciste conmigo.

¿Por qué insiste en traer el tema del golpe?

-Vamos a tomarlo con calma. Correr un poco, caminar, y correr un poco más. Nada muy complicado. ¿Entendido?
-Entendido. -Y entonces ha dejado de tocarme y está corriendo.

Ignoro el latido rápido y encendido de mi corazón, y me uno a él. Ninguno de los dos habla mientras corremos a un ritmo lento por el camino. Estoy claramente consciente de él a mi lado, esos conmovedores ojos suyos mirando al frente. Hablando de frente, tal vez yo debería estar haciendo lo mismo.
Así que lo hago, miro al frente, intentando enfocarme en la naturaleza a nuestro alrededor cuando en realidad estoy prestando atención al sonido acompasado que hacen nuestros pasos en el piso. Bump, bump, bump, bump. Nuestras respiraciones se mezclan; la suya, la mía, la suya, la mía. Nuestra propia melodía, y la estamos tocando juntos sin siquiera intentarlo. Ahí es cuando me doy cuenta de que me gusta la canción. Tal vez, demasiado.

-¿Estás bien, __(tn) Lee? -Apenas puedes oír la diferencia en su voz. Por su falta de aliento, pareciera que podría estar tumbado en el sofá relajándose.
-Sip. -Y lo estoy. Seguro estoy un poco sin aliento, y mis piernas me están implorando que tome un descanso, pero no es demasiado. En realidad, se siente bien.
-Te lo dije, podías soportarlo. Iremos un poco más, bajando la velocidad, una rápida caminata y luego la subiremos de nuevo.

Esta vez, sólo asiento en respuesta. Estoy de nuevo con nuestra música. El susurro del viento en los árboles agregando a la melodía. La forma en que mi corazón tamborilea, animándome a seguir porque este loco, salvaje ritmo se siente bien. Y así de patético y cursi como suena, es liberador. Sigo, concentrada hasta que el codo de Samuel me golpea con suavidad.

-Bajemos un poco el ritmo.

Cuando dice un poco, es exactamente eso a lo que se refiere. Esto no es un tranquilo paseo.

-Lo estabas disfrutando. Me gustaría que me dijeras que no te gustó. Es decir, claro que lo estás disfrutando, yo estoy aquí, pero hablando de la corrida...

Eso le gana un golpe en su brazo.

-¡Auch!
-Te lo merecías. Necesitamos que bajes un poco el ritmo.

Samuel se gira y ahora está corriendo/caminando de espaldas, mirándome.

-Te gusta. Admite que te gusta que te moleste, que bromee contigo.
-Admítelo, siempre estás buscando halagos.
-Si lo admito, ¿lo harás tú también?
-No admitiré nada.
-¿Por qué no me sorprende.

Me tome un minuto darme cuenta qué es lo que está sucediendo aquí. ¿Estamos coqueteando? Es un concepto tan extraño. Nunca en mi vida he coqueteado. Tal vez no sea eso. Y si lo es, es porque Samuel es así. Coqueto. ¿Y yo? Bueno, supongo que nuestra música me tiene hipnotizada.

-Se terminó el descanso.

Y antes de tener la oportunidad de comprender lo que había dicho, está corriendo delante de mí e intento alcanzarlo. Sólo me toma un minuto, en parte porque de alguna forma encontré un nuevo impulso de energía, y también porque él bajó su velocidad por mí. Continuamos por nuestro sendero caminando/corriendo y antes de que lo sepa, hemos hecho una vuelta entera y ya estamos de vuelta en el auto.
Un ardor hormiguea a través del largo de mis piernas. Y apesta. De verdad, no se siente bien, pero de otras maneras sí lo hace. Como Samuel dijo, se siente como mi herida de guerra. Prueba de que he logrado algo.

-Casi hemos llegado. Has un pequeño esfuerzo más y terminaré de torturarte por el día. Lo prometo.

Así como llegamos al vehículo, colapso en la hierba. Estoy demasiado cansada para que me importe como luzco. El aire pelea por escaparse, pero lo retengo tomando largas y profundas bocanadas, hasta que las convierto en una suave y continua respiración.

ENTRENADOR PERSONAL; Vegetta777 -ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora