Kathia
Volví a mirar hacia el porche por encima del hombro de Giulio. Allí estaba, conversando algo tenso con su primo, y con Alex y Daniela. Estos últimos estaban abrazados (muy melosos) mientras escuchaban a Mauro, que hablaba en ese momento. Ni rastro de Erika; llevaba esquivándome toda la noche.
Giulio acarició mis brazos desnudos. Mi piel estaba erizada, hacía mucho frío, pero había olvidado coger la chaqueta. En realidad, ni siquiera me había dado cuenta de cómo había llegado hasta el punto más alto del promontorio. Estaba demasiado confusa y absorta por culpa de la cercanía que habíamos tenido Cristianno y yo minutos antes.
La brisa agitó mi cabello y me estremecí al sentirla en mis hombros.
—¿Tienes frío? —susurró Giulio, dejando que sus labios rozaran mi frente. Me aparté enseguida.
—No te preocupes. Estoy bien.
Hacía mucho más frío en aquel lugar, pero no quería que Giulio se me acercara. Pasó sus manos por mi cintura y me envolvió con aquel aroma a alcohol que tanto odiaba.
—Estás espectacular esta noche. No sabes la cantidad de cosas que te haría. — Volvió a susurrar mientras sus manos se deslizaban vientre abajo.
Las retiré con fuerza.
—Giulio, no estoy aquí porque me gustes, sino porque quiero que te largues cuanto antes. Así que acabemos con esto, ¿quieres?
Si volvía a tocarme, le daría una patada.
Derramó su bebida sobre la roca dejando que nos salpicara los pies, y volvió a mirarme. Después, tiró la copa. El cristal se hizo añicos y no pude evitar sentir un escalofrío. Dio un paso más hacia mí. Volví a alejarme. Pronto me quedaría sin terreno. Estaba demasiado cerca del borde del acantilado.
labios.
—¿Quieres que terminemos con esto? —preguntó, pasándose la lengua por los
—Eso es lo que he dicho. —Le reté, colocando mis brazos en jarras.
—Bien, pues empecemos cuanto antes, Kathia.
De repente, un impulso me llevó a mirar a Cristianno. No estaba demasiado
lejos, pero tardaría un poco en llegar hasta mí. Estaba dispuesta a gritar para advertirle.
—¿Sabes una cosa? —dijo Giulio terminando de acortar nuestra distancia. Ya no podía retroceder. Caería al vacío si daba un paso más hacia atrás—. Comienza a molestarme ese corpiño. —Acarició la curva de mis pechos. Miré hacia atrás intentando descubrir cómo escapar—. También me molesta este pantalón. —Me cogió de las caderas y me besó.
Intenté alejarle, pero él empleó toda su fuerza conmigo. Retiré mis labios, pero su lengua continuó vagando por mi cuello. Evité que descendiera flexionando las rodillas e intentando alejarlo de mí. De nuevo, perdía. Me impulsó hacia arriba y volvió a besarme. Me concentré en esquivarle. Era imposible gritar.
—No te resistas, Kathia. No servirá de nada —mascullaba mientras deshacía el nudo de mi corsé.
—¡Suéltame! —grité sin poder terminar la palabra.
El nudo estaba deshecho, solo faltaba que tirara de las costuras. Pero no lo hizo.
Volvió a acariciar mis pechos. Esta vez con mayor agresividad.
Le mordí el labio y unas gotas de sangre se mezclaron con nuestras bocas, en medio de un beso. Creí que en cuanto sintiera el dolor se apartaría, pero no lo hizo. Sonrió mientras me besaba y tiró de mi cabello hacia atrás.
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1. Mirame y Dispara
RomanceKathia Carusso, una joven adolescente de la alta aristocracia italiana, regresa a Roma tras muchos años de internado sin entender muy bien por qué su familia la quiere de vuelta. Allí se reencuentra con Cristianno Gabbana, un conocido de la familia...