capitulo 34

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Cristianno

«Estoy bien, no te preocupes por mí. Necesito verte, pero estoy vigilada.

¿Puedes venir? Después de medianoche. No se lo digas a nadie.»

Me dirigía a su casa. Desde que leí el mensaje por la tarde, no había podido parar quieto. Sabía que estaba bien, ella misma me lo había asegurado. Pero Kathia era capaz de mentirme con tal de tranquilizarme. Y tanto misterio en ella no era normal. Debía de tratarse de algo peliagudo.

Me detuve frente al hotel Plaza. La avenida estaba despejada, pero no quería saltarme el semáforo en rojo. Llamaría demasiado la atención.

Cogí aire y lo solté con fuerza, ansioso por llegar y abrazarme a Kathia. Un coche se detuvo en la puerta del hotel y de él se bajó Virginia. Al principio, creí estar equivocado, pero aquella melena roja y su presuntuosa manera de caminar no se podían confundir. Era Virginia y pude confirmarlo en cuanto miró a su alrededor. Le entregó al chófer un sobre, este asintió y se quedó en el coche mientras ella entraba en el hotel.

¿Qué hacía allí? Ni siquiera iba de luto.

Cogí mi móvil y llamé a Valerio. Él era el único que podría decirme algo.

—Dime, Cristianno —contestó.

—Necesito que entres en la base de datos del hotel Plaza —dije sin más.

Valerio era una especie de hacker informático. Para él era un juego de niños piratear cualquier cosa que estuviera en la red, así que en unos minutos tendría el número de habitación de Virginia y sabría si se iba a reunir con alguien.

—¿Qué buscas en concreto? —preguntó mientras yo apartaba el coche de la

calle.

—Te darás cuenta tú mismo. Ahora, por favor, piratea la base de datos.

Nos mantuvimos en silencio durante más de diez minutos, solo se oía cómo mi

hermano tecleaba a toda prisa.

allí.

—Bien ¿a quién buscas? —preguntó. Lo había logrado.

—Virginia Liotti.

—¡¿Qué?! —gritó extrañado.

—Tú solo busca. Te lo explicaré después, lo prometo.

—Más te vale. —Volvió a callarse unos segundos—. Nada. Ella no está alojada

¿Cómo podía ser? Acababa de verla entrar con toda normalidad y llevaba allí

más de quince minutos.

—¿Puedes mirar todos los nombres de las personas alojadas en las suites?

—Eso puede llevarme unos minutos.

—Pues empieza ya.

Ya eran más de las doce y Kathia debía de estar preocupada. Pero no podía marcharme de allí sin saber por qué mi tía estaba alojada en aquel hotel o a quién iba a ver.

—¡Joder! —exclamó mi hermano entre susurros—. El único nombre que puedo relacionar con Virginia es el de... No vas a creerlo.

—¡Habla de una vez!

—Jago Bianchi.

—¿Estás seguro?

—He cotejado sus datos en la base de datos de la policía, Cristianno. Es él, sin

duda.

Cogí aire mientras apretaba la mandíbula. ¿A qué coño estaba jugando

Virginia?

1. Mirame y DisparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora