Capitulo 4

382 16 2
                                    


Kathia

Tomé asiento en la cafetería con un café entre las manos. Me había reunido con mis amigos y esperaba que los treinta minutos de recreo me sirvieran para calmarme. Cristianno había estado jodiéndome las tres primeras horas y mucho me temía que insistiría en las tres próximas.

Saqué mis apuntes de química y comencé a realizar unas fórmulas.

—Me parece increíble. Cristianno nunca se sienta con nadie que no sea Mauro

—dijo Luca risueño.

Al parecer, sus otros amigotes iban a otra clase. Intenté no distraerme con la conversación... pero no lo logré.

—Bueno, Kathia, ¿qué pensaste cuando reconociste que era el «loco» del taxi?

—añadió Luca provocando las risas de mis amigas.

Resoplé poniendo los ojos en blanco, pero de inmediato me quedé petrificada. Por encima del hombro de Erika vi cómo Cristianno y sus amigos se acercaban con decisión. Pensé que pasarían de largo, pero Cristianno cogió una silla de una mesa cercana y la colocó justo a mi lado. Tomó asiento de la manera más condenadamente sexy que había visto en mi vida. Apoyó sus codos sobre las rodillas entreabiertas y me contempló con el gesto torcido. Todo en él me provocaba; y fui consciente de que si me quedaba mirándole demasiado tiempo, corría el riesgo de perder la cabeza.

Saludó a los demás dedicándoles su mejor sonrisa, que terminó cuando me miró a mí. Su primo, Mauro, prácticamente se vio obligado a sentarse al lado de Erika, pero ella fingió no prestarle atención; se estaba haciendo la ofendida. Un muchacho alto y fornido acarició el cuello de Daniela haciendo que esta se estremeciera y cerrara los ojos. Cuando el chico tomó asiento, se observaron: se estaban diciendo millones de cosas sin que nadie pudiera escucharles. Se percibía que allí había algo más que amistad.

El muchacho rapero y delgado fue el que mejor me cayó a simple vista. Parecía alegre y no pude evitar pensar cómo podía ser amigo de Cristianno alguien así. Se acercó hasta mí.

—¡Kathia! —exclamó, dándome un fuerte beso en la mejilla. Me dejó descolocada.

—Soy Eric. ¿No te acuerdas? Una vez te hice un dibujo de Sailor Moon — añadió provocando la sonrisa de Cristianno.

Aparté un momento la vista de Eric para fulminar a Cristianno con la mirada. Él alzó las manos negando con la cabeza; como si me tuviera miedo y se protegiera. Seguía burlándose de mí.

Volví a Eric. Me acordé de aquel muchacho. Era el menor de los Albori, una familia que también veraneaba con nosotros. Él y yo siempre estábamos dibujando... cuando Mauro y el puñetero Cristianno no nos molestaban.

—Hola, Eric —dije dándole un pequeño abrazo.

También reconocí al joven fornido. Era el mediano de los De Rossi y se llamaba Alex. Este alargó su mano y me cogió suavemente de la mejilla.

—Yo soy Alex. —Me besó—. Me alegro de que estés de vuelta.

—Gracias. Es agradable recibir algo de cortesía después del día que llevó —dije mirando con el rabillo del ojo a Cristianno.

Suspiró y su rodilla topó con la mía. Intenté que no se notara mi sobresalto.

—Tampoco seas tan dramática —dijo apoyándose en la mesa—. ¿Sabéis que aquí, nuestra nueva compañera, tiene matrículas de honor y todo sobresaliente? ¡No sabe lo que es un notable! —Puso cara de fingido asombro.

Alex, Eric y Luca me observaron curiosos. Erika lo sabía de sobra y Dani y Mauro lo habían descubierto del mismo modo que Cristianno: en clase. La profesora Sbaraglia, aprovechando mi obligada presentación, había ido mencionando lo buena estudiante que era, acompañándose de vez en cuando de algún «a ver si aprendéis».

1. Mirame y DisparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora