capitulo 35

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Kathia

113071.

Marqué los números en el panel que había tras la puerta antes de salir de la mansión. Las alarmas no sonaron. La ronda de vigilancia estaba ahora por la parte de atrás. Solo tendría ochenta segundos para cruzar el jardín antes de que apareciera algún guardia, y treinta más para saltar la enorme verja antes de que la alarma se activara de nuevo y los sensores de movimiento me captaran. Salí corriendo por el camino de piedra.

Cuarenta segundos. Llegué a la fuente.

Veinte segundos. La bordeé y bajé los siete escalones de mármol pardo. Diez segundos. Llegué a la verja.

Cinco segundos. Me escondí tras un árbol y miré en la cabina de seguridad. No había nadie.

Dos segundos. Paré el cronómetro antes de lo imaginado y miré atrás. Por la esquina, asomaba el guardia; como estaba previsto. Enrico me había explicado la sincronización de los vigilantes antes de darme el código. Él no estaba de acuerdo con que fuera al cementerio, pero al final cedió ante la certeza de que terminaría escapándome igual.

Pulsé de nuevo el cronómetro después de mirar el pilotito rojo de las cuatro cámaras que había en la verja. Parpadeaban y eso significaba que no existía grabación y que la señal se había descolgado. Había hecho un trabajo excelente.

Coloqué el pie en la forja y comencé a escalar como si fuera una especialista. Esta vez me había vestido para la ocasión. Llevaba un chándal Adidas negro y unas deportivas. También llevaba el cabello recogido en una gran cola alta. Di un salto, aun teniendo un metro de distancia, y caí ágilmente en el asfalto. Solo quedaban cinco segundos para que las cámaras retomaran su trabajo, así que salí de allí corriendo.

Descubrí a Cristianno montado en un Mercedes CLS Coupé; totalmente negro, incluso las llantas eran del mismo color. Parecía una sombra, un espectro perdido en la noche. Era un coche cautivador, pero algo diferente a lo que Cristianno solía llevar.

Se inclinó hacia la puerta del copiloto para abrírmela. Al sentarme vi a Alex, Mauro y Eric detrás. Cristianno me miró de arriba abajo con la lentitud que le caracterizaba; sensual, rozando lo sexual, y morboso. Se sorprendió al verme con chándal aunque yo también me sorprendí al ver que llevaba lo mismo que yo; solo que el suyo era Dolce & Gabbana; como si quisiera hacerle honor a su apellido.

Apoyó un brazo en el volante y con el otro cogió mi mano y me atrajo hasta él.

Me dio un beso sin importarle que nos estuvieran mirando. Salimos de la calle.

—¿Dónde está tú Bugatti? —pregunté curiosa.

—He tenido que dejarlo en casa. Levantaríamos demasiadas sospechas si vieran el coche. —Las calles estaba desiertas, así que pudo acelerar al máximo—. ¿Te han visto?

—No. He conseguido el código general de las alarmas. Así que he podido salir a mis anchas. —Miré hacia atrás antes de sentir las manos de Eric aferrarse a mi hombro—. Hola, chicos. Perdonad por no haberos dicho nada.

—Kathia, te estás volviendo toda una mafiosa, chica —sonrió Eric, antes de que Cristianno negara con la cabeza reprimiendo una sonrisa.

—Hola, Kathia —saludó Alex, que bajó la ventanilla y encendió un cigarrillo.

—No me parece bien que vengas —dijo Mauro—, podría ser peligroso—.

Cristianno apretó la mandíbula, estaba totalmente de acuerdo con él.

—Es increíble lo mucho que te pareces a tu primo, incluso en la obstinación. — Sonreí cogiendo el cigarro que Alex me ofrecía.

Solo tardamos unos minutos en llegar al cementerio. Cristianno bordeó el lugar y detuvo el coche en la parte de atrás. Se alejó del volante y se estrujó las manos algo tenso. Sabía que si estaba nervioso no era por lo que iba a hacer, sino por tenerme allí con él. Era peligroso, sí, pero ardía en deseos de participar.

1. Mirame y DisparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora