Kathia
—El motor de un Bugatti es inconfundible —me dijo Enrico, sorprendiéndome en el pasillo que llevaba a la cocina.
Había decido subir por las escaleras traseras para que no me viera nadie, pero no había servido de mucho.
Enrico estaba apoyado en la pared con su planta sexy e imponente, esperando saber qué excusa pondría. No había hablado, y ya estaba sonriendo.
—¿Un Bugatti? Bueno, estamos en Roma. Hay bastante gente con ese coche.
—Claro, una de ellas es Cristianno Gabbana. Se rió con ganas.
—No te rías, Enrico. Comienzas a asustarme, en serio. Entrecerró los ojos.
—Ya te vale. ¿No decías que lo odiabas?
Fruncí los labios sin saber qué decir. Enrico me conocía tan bien que era imposible mentirle. Y era inútil ocultarle que había pasado la noche con Gabbana.
—Y le sigo odiando, créeme —bufé mientras me acercaba a él.
—Por eso te escapas con él... Sois un desastre. Seguro que ha sido idea de él — dijo colocando un brazo sobre mi hombro.
—Cómo lo sabes.
Daniela me abordó mientras Mauro me mirara pícaro. Seguro que Cristianno lo había puesto al corriente de todo.
Tuve que hacerle una descripción exhaustiva de lo ocurrido entre Cristianno y yo aquella noche. Ya se lo había contado a Enrico, quien no había podido dejar de reír mientras me escuchaba. Así que no era de extrañar que Daniela hiciera lo mismo. Por
supuesto, con mi cuñado me reservé momentos que a mi amiga sí le pude contar. No quería que Enrico se enterara de lo de la biblioteca, por eso la parte de la playa la tuve que adornar con cierto trabajo.
—¿Te besó? —preguntó Daniela al borde de un ataque.
Le parecía increíble que Cristianno hubiera actuado como lo hizo durante toda la noche. Y, la verdad, a mí también.
—No.
—¿Le besaste tú?
—No.
—Entonces, ¿qué hicisteis?, ¿miraros las caras?
—Más o menos.
—Yo flipo. Sin duda, tiene que estar hasta las trancas porque si no ya os habríais acostado, créeme.
Miré a Cristianno por encima del hombro de Daniela. Llegaba fingiendo una pelea con Alex.
—¿Tú crees que está...? —No pude terminar la frase y la cara de Dani tampoco me ayudó mucho—. Bueno, ya sabes...
—¿Enamorado?
—¡Chist! Baja la voz. —Le tiré del brazo—. No quiero que nos oiga y se está acercando.
Daniela miró y al ver que se aproximaba bajó la voz.
—Mira, no tengo ni idea. No sé cómo se pone cuando está enamorado porque nunca lo ha estado, pero sí puedo decirte que nunca lo había visto así. De modo que... sí, creo que está enamorado. —Como siempre, Daniela se enrollaba a la hora de exponer su punto de vista, pero era cristalina y tan concluyente que te dejaba sin palabras.
Cristianno se acercó, me cogió del brazo y me arrastró hacia el lavabo. Me iba a ir con él y estaría de vuelta para cuando viniera Valentino a recogerme.
—Te la robo, Ferro —le dijo a Daniela sin dejar de mirarme.
Ella, Mauro y el resto de nuestros amigos nos cubrirían ante los profesores.
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1. Mirame y Dispara
RomanceKathia Carusso, una joven adolescente de la alta aristocracia italiana, regresa a Roma tras muchos años de internado sin entender muy bien por qué su familia la quiere de vuelta. Allí se reencuentra con Cristianno Gabbana, un conocido de la familia...