Cristianno
Me dirigí hacia la salida conteniéndome para no destruir cualquier cosa que encontrara en mi camino. Sentía una presión tan fuerte en el pecho que pensé que no iba a soportarlo. Quería gritar que la odiaba, que no soportaba tenerla cerca, que el mayor error de mi vida había sido cruzarme en su camino. Pero no podía.
«Maldita la hora en la que me enamoré de ti, Kathia. Ojalá pudiera odiarte.» Se alejaba de mí y no podía hacer nada para impedirlo.
Alguien tiró de mi brazo y me estampó contra la pared antes de que pudiera salir. Era Enrico. Intenté esquivarle lleno de ira, pero volvió a arrastrarme hacia un pasillo para que no nos viera nadie. Le noté que lo sabía, pero Enrico solo estaba sorprendido, mientras que yo estaba destrozado. Kathia estaba prometida.
—¡Estate quieto y escúchame! —me ordenó, empujándome. Me encaré con él.
—¡Lo sabías! —le recriminé con una rabia desaforada. Enrico cerró los ojos unos segundos y bufó negando con la cabeza—. ¡Lo sabías todo y no me dijiste nada!
¡Dejaste que me enamorara de ella! —grité.
—Lo he sabido solo unos minutos antes que tú. No he tenido tiempo de advertirte, Cristianno. —Su tono de voz se calmó, me soltó y me dio unos golpecitos en los hombros mientras observaba cómo me venía abajo por primera vez en la vida.
Compartió conmigo cada partícula de dolor. Me apoyé en su hombro antes de que me abrazara.
—Si hubiese sabido que dolía tanto...
—La habrías amado igual —me interrumpió mientras apoyaba su barbilla en mi
cabeza.
—Se casa, Enrico. —Mi voz sonó quejumbrosa, estaba a punto de llorar—. Se
casa con ese bastardo y nadie piensa remediarlo. —Me alejé de él—. Por eso la trajeron de vuelta de Viena —terminé susurrando.
—Sabes a qué mundo pertenecemos. Estaba claro que si Kathia volvía era porque había algo más detrás de esa decisión. No deberías sorprenderte. —Intentó explicarlo con tranquilidad, pero él también parecía cabreado.
—Ella no forma parte de esto —me quejé.
—¡Es la hija de Angelo, sí forma parte de esto! Son negocios, Cristianno. Como todo en nuestras familias.
—¡Kathia no es un negocio! Solo tiene diecisiete años, ¡joder! —Quise salir de allí, pero Enrico volvió a evitarlo.
—¿Crees que a mí no me importa? —preguntó, frunciendo el ceño—. La quiero como si fuera mi hermana pequeña. ¿Crees que no me duele que se case con ella? Por favor, Cristianno. Ni siquiera tu amor evitará esa boda.
Le miré apretando la mandíbula y sintiendo cómo mi espalda se balanceaba débilmente intentando controlar mi cuerpo.
«Si le mato, no tendrá que casarse», fue lo primero que me vino a la mente.
—¿Cuándo? —pregunté, temiendo la respuesta.
—En cuanto cumpla los dieciocho —repuso cabizbajo.
—No. No lo permitiré. Me la llevaré de aquí antes de que llegue ese día, Enrico.
—Kathia no te pertenece, Cristianno. No puedes hacer nada y lo sabes.
Negué con la cabeza mientras me apartaba un poco para buscarla entre la gente.
No la encontré.
¿Qué pensaría ella de todo aquello? ¿Me necesitaría?
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1. Mirame y Dispara
RomanceKathia Carusso, una joven adolescente de la alta aristocracia italiana, regresa a Roma tras muchos años de internado sin entender muy bien por qué su familia la quiere de vuelta. Allí se reencuentra con Cristianno Gabbana, un conocido de la familia...