Prólogo: Ultimátum

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Coordenadas dimensionales:

Año 8.924 del calendario zyonista

Erebus

Región de Acies

Ciudad de Karmash (Territorio neutral)


Argus, sin duda, no era un océano clemente. Aquellas oscuras y hambrientas aguas habían hecho ya desaparecer innumerables embarcaciones que habían tratado de cruzar la región de Acies evitando las hostiles rutas terrestres. Incluso para toda una flota de combate moderna, aquellas aguas seguían representando una arriesgada travesía, y a menudo se pagaban precios demasiado altos por el camino. Aquella expedición, afortunadamente para los tripulantes de aquella flota, había sido una feliz excepción, y prácticamente todas las embarcaciones habían llegado intactas a su destino.

La Comandante Satsuki Aldrich contempló con desdén el nublado cielo nocturno, en el que apenas lograba distinguir ninguna de las tres lunas de Erebus. Aquella no se suponía que debiera ser una operación nocturna, pero una insistente tormenta había zarandeado las embarcaciones y embravecido las aguas durante los últimos dos días, obligando a la flota a bajar el ritmo y retrasar su llegada a su destino. Aunque las dos embarcaciones de mayor tamaño podían ignorar los efectos adversos del clima, la Comandante necesitaba a todos los efectivos posibles para la misión que estaba a punto de realizar. No podía dejar atrás las embarcaciones de apoyo ni los transportes de tropas. Lo cierto era que, para ser alguien tan acostumbrada a trabajar en solitario, en aquella ocasión dependía demasiado del esfuerzo y el rendimiento de otros. Aquello le resultaba angustioso, sobre todo teniendo en cuenta todo lo que ella arriesgaba en aquella operación.

Un trueno volvió a dejarse oír, y en pocos segundos las gotas de lluvia comenzaron a caer de nuevo. Satsuki emitió un leve suspiro mientras notaba como su cabello largo hasta la mitad de la espalda, negro como el ónice y perfectamente liso volvía a mojarse tras casi haber logrado secarse por completo. El pálido rostro de la Comandante, tan blanco que resultaba casi fantasmagórico, deformó sus facciones mestizas en una expresión amargada, mientras sus siniestros ojos de un intenso y antinatural color rojo brillante dejaban de mirar hacia el cielo y clavaban la mirada en la línea de costa, como un depredador que acababa de avistar una presa. Unos relámpagos iluminaron fugazmente el ambiente, haciendo brillar durante una fracción de segundo su mojada indumentaria. En contraste con su pálida piel, la Comandante Aldrich llevaba puesto un mono de nanofibras táctico de color negro, algo ceñido a su esbelto cuerpo, pero lo suficientemente elástico y flexible para permitirle moverse con comodidad. En el centro de su espalda, aquella prenda estaba ornamentada con el logo de su organización, el cual se encontraba parcialmente tapado por una larga cuchilla de color negro, vagamente parecida a una katana, que se encontraba sujeta a un acople magnético. El aspecto de la Comandante resultaba bello e inquietante a partes iguales; y no auguraba un buen presagio ni para sus enemigos ni para sus aliados.

Satsuki dedicó un momento a contemplar la costa, desde su posición a unos cinco kilómetros de distancia. Frente a ella, se encontraba la ciudad de Karmash, perteneciente a una nación neutral cuyo nombre no se molestó en memorizar. Había tenido que recorrer casi doscientos mil kilómetros de océano para llegar hasta aquel lugar, y en aquel momento se encontraba más lejos de cualquier territorio aliado de lo que jamás lo había estado. Aquella operación había sido una pesadilla logística y un auténtico calvario personal para alguien como ella, que además odiaba el mar con toda su alma. Sin embargo, tras varias semanas de navegación, finalmente lo había conseguido. Había llegado a su objetivo. La causa y posible solución de todos sus problemas se encontraba en aquella ciudad. Satsuki permaneció completamente inmóvil, apretando los dientes mientras miraba hacia la ciudad. En aquel momento, sentía una aguda punzada de dolor en el pecho. Era algo a lo que no lograba acostumbrarse, por más tiempo que pasase.

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