Black dedicó un momento a contemplar el paisaje urbano al otro lado de aquella ventana, mientras intentaba mantenerse atento a algo que le impidiese evadirse demasiado hacia su propio subconsciente mientras esperaba. Cuando la dejaba a su aire, su mente tendía a atormentarse a sí misma recordando todos aquellos horrores que, en el fondo, le habría encantado poder olvidar. El Comandante en Jefe paseaba la mirada por aquellas calles, intentando forzarse a sí mismo a sentir más interés por ellas del que realmente sentía. En realidad, resultaba sorprendente que existiese un lugar así en plena Phobia Aegis; y aún más el hecho de que existiera legalmente. Dionysos Station no se parecía en nada al resto de lugares construidos por Phobos.
En cierto modo, la situación no era demasiado diferente de cuando pasaba horas enteras en pie, contemplando Phobos Prime desde aquel ventanal en la parte más alta de su torre. Sin embargo, lo que los sentidos del Comandante Black percibían no tenía nada que ver con el frío y funesto ambiente de la capital de aquella provincia. En aquel momento, se encontraba en la suite ejecutiva del hotel DeVos, situada en el ático de un edificio de apenas doscientos metros de altura. Aunque la estructura había sido construida con paneles de oricalco para garantizar su integridad estructural, aquel oscuro metal había sido recubierto por una serie de capas exteriores decorativas. La habitación en la que se encontraban tenía un suelo de mármol gris claro y unas paredes blancas, de un material que parecía ser yeso, al igual que aquel techo situado a diez metros de altura. Todo estaba iluminado con una brillante luz blanca, que no tenía nada que ver con la tenue iluminación que producían aquellos neones rojos que había en todos los edificios de Phobos.
En el exterior del hotel, las calles eran anchas y estaban bien iluminadas, incluso en pleno atardecer. Aunque Dionysos Station se encontraba dentro de los límites de Phobia Aegis y el cielo tenía aquel habitual tono gris provocado por la contaminación atmosférica que se extendía por toda la provincia, el ambiente resultaba mucho menos agobiante debido al uso de una iluminación más brillante y la predominancia de edificios de colores más claros. Hasta donde se extendía la vista, la mayoría de estructuras no superaban los cien metros de altura, y los paneles de oricalco habían sido cubiertos por otros materiales. La arquitectura general de aquella ciudad tenía un aspecto arcaico y clásico, a pesar de la maravilla tecnológica que en realidad era. Lo que había comenzado como la simple ambición personal de Venus de crear un centro cultural en Phobia Aegis, había evolucionado con el paso de casi doscientos años hasta acabar convirtiéndose en una pequeña provincia independiente dentro de los límites de Phobia Aegis; y aquella pequeña estación se había convertido en toda una ciudad de casi diez millones de habitantes.
Aquellas amplias avenidas estaban bastante concurridas. Solo en la calle peatonal que llevaba hasta la puerta del hotel DeVos debía haber un centenar de locales de ocio. Había clubs nocturnos, restaurantes, burdeles, casas de apuestas y casi cualquier cosa que los viciosos y los hedonistas fuesen capaces de concebir. Dionysos Station no pertenecía a Phobos, sino a la corporación Apollo; una empresa dedicada a la industria del ocio que gestionaba aquella pequeña provincia con total independencia. Las leyes impuestas por la Administración Central no se aplicaban allí, y las tropas de Phobos no tenían jurisdicción para actuar ni intervenir en el territorio perteneciente a Apollo. La Prima Donna había exigido aquellas condiciones para garantizar la satisfacción de cualquier capricho que se le ocurriese tener. Lo que comenzó como un centro cultural que sería un pequeño oasis de color en la grisácea Phobia Aegis, con el paso de los años se había convertido en la capital del vicio de todo el territorio de Phobos. El arte que se producía y exhibía en aquel lugar había degenerado hasta convertirse en aquel vacío hedonismo carente de límites. Nada era ilegal salvo que molestase a la gobernadora, quien tenía un criterio excesivamente flexible a la hora de vivir una vida placentera.
El consumo de sustancias no estaba regulado en absoluto, y era frecuente que los servicios de limpieza de la ciudad recogiesen a diario cientos de cadáveres de visitantes que habían sufrido una sobredosis o, habían sido estafados por alguien que les había vendido cápsulas de cianuro haciéndolas pasar por narcóticos. La prostitución estaba fuera de control. Había locales donde se podía compartir cama con Banshees y Goliats, a pesar del obvio peligro de muerte que aquellas relaciones implicaban para un cliente humano. Los locales de apuestas habían ido poco a poco desplazando las actividades deportivas conforme los combates a muerte entre gladiadores se iban volviendo cada vez más y más populares. A veces, ni siquiera era necesario que hubiese un combate para que aquellas mentes enfermas gastasen sus créditos para ver a alguien morir. En los bajos fondos de la ciudad, intentando no llamar la atención de la Prima Donna por si acaso la gobernadora tenía la decencia de prohibir aquellas actividades, era común que se realizasen ejecuciones en público de prisioneros o se produjese toda clase de material snuff que luego era distribuido por toda Dionysos sin demasiada clandestinidad. Aunque aquella vistosa ciudad de coloridas luces, edificios de roca y ladrillos blancos y elegantes calles repletas de alegres y variopintos visitantes resultaba mucho menos siniestra que Phobos Prime, la realidad era que aquel lugar estaba mucho más podrido por dentro de lo que la capital de Phobos jamás sería capaz de estarlo. No importaba cuántas fuentes, monumentos y jardines holográficos hubiese por toda la ciudad. Aquella belleza solo era una cáscara que no tardaba en desprenderse conforme uno iba conociendo aquel lugar.
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Phobos
Science FictionSatsuki Aldrich es una titán que trabaja para una megacorporación, siendo la Comandante de uno de sus ejércitos. Sin embargo, su tiempo de vida de agota, y para sobrevivir se ve obligada a hacer un trato con un siniestro genetista que le promete sal...